viernes, 2 de noviembre de 2012

Amantes de mis cuentos: La vida es un carnaval


He salido a la calle sin mi careta. La puse sobre el taquillón del pasillo de mi casa y al salir con las prisas, la dejé allí. En mi barrio hay mucho listo así que bajo la cabeza mientras la muevo a derecha e izquierda para evitar que me dirijan la palabra y tener encuentros desagradables.
La necesito como el comer y es que la naturaleza se volcó en mí dotándome de un carácter cruel y de una lengua viperina. Con ella controlo el coraje, el desdén, la rabia que siento ante todo lo que me rodea. Gracias a la máscara me convierto en el perfecto diplomático carente de un exabrupto, con la palabra precisa para apaciguar pasiones, la persona encantadora con la que da gusto hablar, aquel que ama a los niños y a su familia, que siempre encuentra algo bueno donde no lo hay, el que intenta tapar el sol con un dedo para ayudar a sus semejantes a una convivencia más apacible, aquel que en noches de luna llena mira con regocijo a los enamorados.  
Regreso con pasos apresurados, abro la puerta, recojo mi careta y me lo pongo. De inmediato me siento seguro y feliz.





© Marieta Alonso Más

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