miércoles, 31 de octubre de 2012

Monasterio de Rila (Bulgaria)

Iglesia de la Natividad

Es Patrimonio de la Humanidad desde 1983. Está considerado como el segundo templo de la Iglesia Ortodoxa después del Monte Atos en Grecia.


Murales
Fue fundando en el siglo X por San Juan de Rila, un ermitaño llamado Iván Rilski que más tarde fue canonizado. Fue el primer santo de Bulgaria y el más importante de toda la Península Balcánica.


Recinto del Monasterio

Este conjunto arquitectónico está situado en las montañas “Rila”, en la parte oeste de Bulgaria, aproximadamente a unos 120 kilómetros al sur de Sofia, la capital del país y a unos 1,147 metros sobre el nivel del mar.


Celdas
Icono del Padre Eterno

El recinto mide unos nueve mil metros cuadrados. Sus edificios fueron construidos en los siglos XIII y XIV. Su aspecto actual es del siglo XIX ya que fue reconstruido en 1833. Era centro de monjes, escuela, baluarte de la conciencia búlgara, centro literario. Por eso es un lugar excepcional y sagrado para este pueblo, que tras muchos avatares, invasiones, incendios, reconstrucciones, podemos apreciar esta maravilla, gracias a la obstinación de los búlgaros por preservar su identidad cultural que tan castigada ha sido por la historia.

La primera impresión que se recibe es de algo imponente, magnífico, majestuoso.

La torre Hrelyo, de piedra es la más antigua que se conserva (1333) y mide veinticinco metros de altura. Al lado de la torre había una pequeña Iglesia de piedra pero se destruyó y se hizo una más grande. En 1860 terminaron las obras. Los pintores no firmaban sus obras porque pensaban que era Dios quien guiaba sus manos.

Torre Hrelyo
Llegó albergar a unas 180 personas entre monjes y peregrinos. Hoy solo viven 15 ó 20 monjes.

El mayor templo monástico de Bulgaria es la iglesia de la Natividad en Rila. Se alza en el centro del patio del monasterio y su importancia radica en: los murales, la reliquia de San Juan y el iconostasio.



Icono de la Trinidad
·                   Iconostasio. Es una mampara decorada con iconos de santos que separa a los fieles del presbiterio y simboliza la división entre el cielo y la tierra. La Déesís es la parte más importante de un iconostasio. En griego significa plegaria o súplica. Es una representación iconográfica de Cristo en Majestad o Cristo Pantocrátor, entronizado, llevando un libro y flanqueado por la Virgen María y San Juan Bautista. Tanto la Virgen como San Juan y demás santos tienen sus rostros mirando a Cristo con sus manos en posición de súplica en nombre de la humanidad. Mirando de frente vemos a la derecha a Jesús, a la izquierda a María. Al lado de Jesús, San Juan de Rila y al lado de María, San Juan Bautista. También hay escenas del antiguo testamento y escenas de la vida de Jesús.

·                   Los murales de la arquería representan a los pecadores en una apocalíptica visión del infierno. Las pinturas contrastan con la elegante estructura de arcos, columnas y cúpulas ciegas de las arquerías. Las paredes de la iglesia están decoradas con magníficos murales en las que aparecen personajes y episodios de la Biblia.

·                   Reliquias de San Juan. Una urna de plata contiene la mano izquierda de San Juan de Rila.

Entrada al Monasterio
La lámpara de araña que pende en el techo ha sido colocada hace muy poco, en agosto de 2012. En el centro es donde las energías positivas se notan más.

Boris III tiene su tumba aquí, es el padre de Simeón, muy conocido en España. Hoy aquí solo está su corazón. Uno de los iconos milagrosos es el de la Virgen con el niño del siglo XII.

En el museo, la cruz de 81 centímetros del monje Rafael es sin duda la mayor joya. Está tallada en madera de boj y la base de tilo. El boj es la madera más dura que existe. No flota debido a su peso, comparable con el hierro. Presenta un conjunto de escenas bíblicas talladas con aguja encerradas en diminutos marcos de plata.  

Los frescos exteriores son de carácter didáctico. Detrás de la iglesia hay una zona que funciona como hospedería.

Las fotos darán idea del preciosismo del conjunto. Disfrutad de ellas.


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Fotos por Ángeles Alonso

lunes, 29 de octubre de 2012

Ramón L. Fernández y Suárez: Meditación


                                                            

“Estoy preocupado. Tengo el corazón en un hilo” y siento hervir el miedo en mis entrañas. A veces el  temor me seca la garganta, hace sudar mis manos y detiene la evolución de mis ideas. Cuando lo dictamine el Sanedrin, mi suerte terrenal estará echada. Conozco mi destino. Pilatos no podrá evitar mi sufrimiento. Morirá mi carne en el madero y aunque mi espíritu estará siempre en Tus manos, esta dualidad que Tú me has otorgado me hace temblar y lloro como humano.

      





© Ramón L. Fernández y Suárez  


                                       
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Meditación por Ramón L. Fernández y Suárez    

viernes, 19 de octubre de 2012

Amantes de mis cuentos: Cadáveres exquisitos

Charité de Berlín. Wikipedia

El término fue acuñado por Guillaume Apollinaire en 1917. Neruda y Lorca lo llamaron poemas al alimón, mientras que Nicanor Parra y Huidobro le pusieron por nombre quebrantahuesos.
Surge del surrealismo y consiste en un juego basado en la creación colectiva de un conjunto de imágenes o textos. Cada jugador solo puede ver el final de lo que escribió o pintó el jugador anterior.
Y estos son los textos que hemos creado.
¡Disfruten!


Llegó con el alba. Corrió hasta la plaza y colocó su puesto de hechizos.
Cada día se cansaba más y le dolían las piernas.
Las encías de leopardo, rosas, dejaban ver unos dientes muy blancos y unos labios rojos que pedían ser besados. Pero estaban llenos de pupas, que tapaba el carmín.
-¡Maldito herpes! Ya no podré volver a besarle jamás, salvo que la pócima funcione.

Texto: Carmen, Cristina, Clara, Alejandro, Marieta, Alberto, Marga, Carmen


Amanecía y el sol acariciaba las flores del jardín, quitándoles el rocío de la noche.
Las sequé con un paño y metí las hojas en un libro, pero no en cualquier página; no, aquella página sería infinita, sin un principio y sin un final.
Y pensó que, por fin, sería un personaje de novela y el destino le pareció tan tenso como la soga de un ahorcado, pero había que afrontarlo sin vacilación.

Texto: Alejandro, Marieta, Alberto, Marga, Carmen, Cristina, Clara, Alejandro


Y sin quererlo fue lo que no quisiste, corazón de chocolate amargo.
¡Qué rico! Pensó mientras lo saboreaba. Trozos de chocolate colgaban de su barba. Y se relamió hasta las orejas. Pero había demasiado poco ¡Una lástima!
La próxima vez robaríamos en la empresa de mi padre.
Así la maldición se cumpliría. ¡Qué el diablo no se entere!

Texto: Cristina, Clara, Alejandro, Marieta, Alberto, Marga, Carmen, Cristina


 Habían escrito sus iniciales en el magnolio de la alameda.
Bajo la luna se puso a recordar la última vez que se habían visto y se echó a llorar, más por el placer de las lágrimas que por pena. Cayeron sobre las piedras grises del roquedal resaltando sus aristas que pinchaban al pasar por su lado como las púas de una chumbera.
Así eran de pinchudas sus bardas.

Texto: Marga, Carmen, Cristina, Clara, Alejandro, Marieta, Alberto, Marga


No era capaz de imaginarme quién podría estar tocando a mi puerta. Abrí y me encontré con el cobrador de los entierros.
-¿Recuerdas que yo te advertí sobre la conveniencia de hacernos de Santa Lucía?
-Pues ya lo ves, a mí tanto me da un santo que otro, elige tú, siempre lo has hecho.
Y alzó los hombros, todo era siempre igual. Tan igual como los cantos del mirlo en verano. Aquella música que la transportaba a tiempos pasados, cuando había sido feliz. 

Texto: Marieta, Alberto, Marga, Carmen, Cristina, Clara, Alejandro, Marieta

jueves, 18 de octubre de 2012

Alejandro Chanes Cardiel: Nostalgia

Nostalgia

Querida mía, tras un largo y tedioso viaje, hoy ha sido mi primer despertar en la casona que tú conociste en otro tiempo. Me he asomado a la ventana, el cielo está gris, como si retuviera las lágrimas a punto de aflorar. Nubes bajas cubren la montaña y difuminan el valle; vacío el camino que lleva al pueblo. Todo hace sentir el agobio de una soledad envolvente. Dentro de la habitación, el frío se adueña del espacio y la tarima cruje con el roce de mis pasos.
¡Ah!, si tú estuvieras aquí…
Cae suave la lluvia y, lleno de tu ausencia, me hundo en tu recuerdo. 



miércoles, 17 de octubre de 2012

Cristina Vázquez: Nacidas demasiado pronto

A mi compañera del taller, Cristina Vázquez, le falta tiempo para escribir todo lo que bulle en su mente. La invité a participar en mi blog. Y se le ha ocurrido que podríamos hacer un cuento a medias. La idea me ha parecido genial y a ello nos hemos puesto. Y aquí lo tenéis… con el agravante de que todo aquel que lea este cuento y descubra entre los siete capítulos cuál es de una y cuál es de la otra, recibirá como premio que su nombre aparezca en la dedicatoria.
Su opinión puede registrarse por medio de comentarios en el blog o a través del correo electrónico cuentos.marieta@gmail.com
¡A jugar!


Nacidas demasiado pronto


Dedicado a: Marme ¿Quién más acierta?

I
Se presentó ante el hombre gordo y bigotudo con cierto sobresalto.
No esperaba que fuera tan gordo, ni que sus bigotes, tan largos, acabaran en una curva ascendente que resultara obscena. Parecía la confesión de un engaño, o una penitencia que tratara de  cumplir, al retorcerse esos apéndices, como antenas de crustáceo.
Eso era lo único que se le ocurría a Maria  de la Providencia, mientras él le hacía unas preguntas sobre informática, inesperadas también, en un señor con ese aspecto decimonónico y lo único que acertó a contestar fue:
-Yo es que he nacido demasiado pronto. 
El hombre dejó la mano sobre la mesa, afligido. Sus mejillas, al descender por la sorpresa, hicieron que se desplomara la armadura de su bigote.
Maria de la Providencia sintió una mezcla de risa y ternura cuando ese formidable mostacho se derrumbó en un rictus desolado y casero.
 -Perdone, demasiado pronto ¿para qué?
-En general para todo y en particular para poder contestarle esas cosas tan elevadas que usted me pregunta.
Y sonrió con esa frescura inocente, que tan buen resultado le había dado siempre.

II

Catalina nació en mil novecientos doce el mismo día en que se hundió el Titanic. Siempre fue muy coqueta y a quien osaba preguntarle la edad le decía que tenía setenta y cinco años. Fue virgen al matrimonio, de lo que presumía ante sus biznietas, tuvo cuatro hijos y su marido nunca la vio desnuda, guardó con espíritu espartano la cuarentena después del parto y sus hijos en los primeros seis meses no salieron de casa, salvo el día en que les bautizaron. Y ahora se echa las manos a la cabeza diciendo:
-Los niños de ahora son tan espabilados porque desde que salen de maternidad les llevan al bar, suben en aviones, comen en restaurantes y deciden la ropa que se ponen cuando a mí, mi madre, hasta me eligió el vestido de novia.
-Espabila, abuela, espabila-, le dice Rosa, su preferida con diferencia, entre todos los demás miembros de la familia.
Ahora pretende que esa nieta, la ayude a modernizarse porque su padre falleció con ciento cinco años y murió por el simple hecho de estar vivo. Ella no va a ser menos que él. Así que le ha pedido que la enseñe a navegar por Internet y a chatear con desconocidos.
Ayer, la llamó toda nerviosa para que viniese a ayudarla, a aconsejarla, a escucharla porque tenía una cita a ciegas. Al llegar Rosa, se la encontró con el vestido de seda de las grandes celebraciones, la torerita a ganchillo, el collar de perlas y los zapatos de piel de cocodrilo, dispuesta a conocer a un señor gordo y bigotudo.
La maquilló con esmero y echándole unas gotitas de su perfume favorito, la besó con cariño. En el umbral de la puerta la oyó decir:
-Voy con la misma ilusión que una quinceañera.

III

-Queda usted contratada-, fue lo último que oyó sorprendida Maria de la Providencia, al salir del despacho del hombre bigotudo,  pues iba pensando que mañana no sería su primer día de trabajo.
-¿Seguro?
-Sí-, respondió el hombre con una voz sólida: Nunca es pronto ni tarde, solo importa “el ahora” señorita Provi.
Maria de la Providencia suspiró como si se ajustara un corsé. Provi, con lo  glorioso que sonaba su nombre completo, pero él aprendería a llamarla correctamente, como requería su nueva vida, su última oportunidad; y con un contoneo de aparente inocencia, se despidió haciendo un adiós cortito con la mano. ¡Ay, Provi!
Al cerrar, se apoyó en la puerta, tenía razón, solo importa el ahora y salió de la oficina con un taconeo firme, un poco teatral, para atenuar el desasosiego que la embargaba.
Al abrir la puerta del ascensor, lo primero que la inundó fue un olor a perfume y lo segundo la extrañeza de que no existiera una cabeza visible. Al bajar la mirada vio medio acuclillada a una señora que metía con nerviosismo en el bolso, todo lo que se le acababa de desparramar.
-Ha sido al sacar las gafas-, y agitaba unas bordeadas de brillantes. -Es que estoy un poco nerviosa-, perdone.
María de la Providencia la ayudó a recoger lo que faltaba y a enderezarse.  La miró de frente, y la pintura corrida de los labios finísimos, la hizo sentir una profunda ternura por esa abuela con chaquetita de croché y zapatos de cocodrilo, que la debían estar matando.
¡Pobre! ésta sí que ha nacido pronto y aún se creerá que hay ahora y cerró la puerta con el sinsabor de dejar sola a esa mujer en el descansillo, como un náufrago y pensó que a lo mejor lo suyo era cuidar señoras de una cierta edad.
IV

A medida que se acercaba el momento del encuentro con su galán se iba poniendo más y más perturbada. La última vez que había salido con un hombre a cenar, hacía de eso más de cuarenta años, lo había hecho con su marido, días antes de que se fuera al otro mundo. Era la primera vez que se iba a reunir a solas con un desconocido. Otra novedad era que fuese ella a su encuentro cuando en su época eran ellos quienes iban a buscar a la dama a su casa. En fin, los tiempos cambian…
Llegó a la dirección indicada y se le ocurrió que debía ponerse las gafas porque le daban mayor prestancia y al ir a buscarlas todo lo que llevaba en el bolso se dispersó sobre aquel suelo que parecía de mármol, justo en el instante en que se abría la puerta del ascensor.
Una joven de unos cincuenta años que apareció ante ella le ayudó a recoger sus cosas. Le dio las gracias, pero estuvo segura de que ella ni se imaginó lo agradecida que le quedaba porque enfundada en aquella faja no se podía casi agachar.
Ya recompuesta tocó el timbre de la puerta. Y apareció, envuelto en un tenue olor a azahar, un hombre gordo, bigotudo, ojos azul acerado y de unos noventa años más o menos. Era tal cual como se había descrito.
-Encantado de conocerla-, le dijo con mucha prosopopeya.
-El placer es mío-, le contestó con la mejor de sus sonrisas.
Durante unos cinco minutos se analizaron mutuamente sin decirse una palabra. No habían llegado a ese punto en el que el silencio se espesa cuando apareció un hombre de unos sesenta años, igual de gordo y bigotudo, la viva imagen del que irremediablemente era su padre. Enseguida le bautizó como Bigotes II.
Tras las presentaciones y deseándoles una feliz velada se marchó. Catalina estaba exultante. En el reconocimiento visual se había dado cuenta que Bigotes I, con ser unos diez años más joven que ella estaba en peores condiciones físicas. Llevaba bastón, artilugio que a ella aún no le hacía falta y un aparato muy disimulado en el oído.  
V

Al salir aflojó el vientre que mantenía bien apretado y se descolgó la sonrisa aprendida.  María de la Providencia se debatía entre la cuarentena y la cincuentena, en esa crueldad engañosa de dentadura blanqueada y pestañas teñidas y rizadas con permanente, pero  lo único que le importaba en ese momento, es que se iba a embutir en un uniforme de enfermera/recepcionista/ayudante de un dentista con bigotes y conocimientos de informática, que ella debería aprender, para llevar un rigurosísimo orden de la inmensa clientela. Y ella a sonreír, al cliente, al sacamuelas, perdón al odontólogo, a su padre, a su madre y a la mismísima virgen de la Providencia, si a bien tenia aparecérsele.
 Todo era posible a partir de ese momento en su vida al que por fin había llegado justo a tiempo, ni pronto, ni tarde ¿Cuándo lo soñó? Y un temblor de miedo y emoción la estremeció, una copita la ayudaría, pero no, ella tenía una responsabilidad.
Se acordó de la viejita del ascensor, arrebatada y ridícula, que parecía tan desorientada que temió que algo de su futuro se desencajara, pensó que era como una advertencia, una tentativa del destino de desviarla.
 VI

Rosa se había quedado esperando a su abuela que llegó a las dos de la madrugada, desde las siete de la tarde, hora de la cita.
Llegó a preocuparse tanto que llamó a todos los hospitales por si había ingresado alguna anciana con sus características y ya cuando había decidido llamar a la policía sintió el llavín en la cerradura y apareció Catalina con sus zapatos en una mano para no hacer ruido y en la otra un ramo de gardenias. Se llevó un buen susto cuando desde la butaca oyó que la nieta le decía:
-¡Éstas son horas de llegar! ¡Éste es el ejemplo que me das!
Pero Catalina no sintió ni pizca de vergüenza. Se sentó a contarle lo bien que se lo había pasado. Estaba locuaz  y hasta pestañeaba respirando hondo.
-¡Abuela, compórtate!
-¡Ay, cariño, tú no sabes lo que rejuvenece una aventura a mis años!-, contestó con una pícara sonrisa.
Y le transmitió su alegría, su nerviosismo, sus ansias de no sé qué, a esa nieta que nunca en su vida había sido capaz de plantarle cara a nadie. La dejó sin palabras entre otras cosas porque Catalina no paraba de hablar. Rosa no sabía si reír o llorar, comenzó a pensar que ahora no solo tenía que cuidar de su hija sino también de su abuela. Vale, que su hija, de veinte años llegase a casa a desayunar tras una noche de jolgorio, no podía decirle nada porque tampoco le pedía opinión y ella siempre estaba con el alma en vilo, pero ¿qué le podía decir a su abuela?
La otra seguía contando con lujo de detalles lo atento, lo educado que era su nuevo amigo. Y al verla tan pizpireta, tan lanzada a sus años sintió una punzada de envidia…, sana…, pero envidia. Ella le seguía contando que el hijo había sacado las entradas al teatro y hecho una reserva en uno de los mejores restaurantes.
-¡Caray con el hijo!-, fue lo único que se le ocurrió decir a Rosa. 

VII

A Mª de la Providencia lo que no le gustó de su tarea, fue lavar tanta mascarilla, llena de pelos, que él, su odontólogo (a ella, una vez que colocó bien el acento le gustaba llamarlo así) se ponía para explorar las bocas descompuestas.
Le fascinaba, cuando sujetaba los baberos o el succionador de saliva, como los dedos gruesos, resultaban tan delicados al hurgar en esos volcanes invertidos y a veces malolientes.
Ella se había metido un poco el bajo del uniforme y estrechado la cintura, una cosa era la respetabilidad y otra la estética, pero él ni lo había notado.
Alguna tarde al salir, había reconocido a la viejita del ascensor tocando el timbre de la puerta de al lado, tan pizpireta como siempre, pero sin el aire de rigidez y sofoco de la primera vez. Ya llevaba las gafas de brillantes caladas y unos zapatos holgados. Siempre sonreía. Maria de la Providencia no entendía como estaba tan contenta con esa dentadura semipostiza que llevaba. A ella, después de dos meses con el doctor, no se le escapaba ningún bocado humano, como si fuera un tratante de caballos. Algún día le tenía que decir que fuera a cambiársela.
La viejita le saludaba con un gesto coqueto de la mano y una tarde que se abrió la puerta en el momento que pasaba delante, apareció en todo su esplendor el odontólogo.
-Doctor, si le acabo de dejar ahí-, dijo sobresaltada Mª de la Providencia señalando la puerta de al lado.
-Es su padre-, contestó la abuela tintineante de pulseras y posesión. -¿A qué parecen hermanos?
El padre se retorcía el bigote igual, aunque con una mano más temblona y una sonrisilla más liviana que el hijo.
-Y gemelos-, dijo Mª de la Providencia.
El vientre del bigotes se removió en una risotada ingenua, mientras la invitaba a pasar.
Al entrar se encontró una mesa con un mantel lleno de pétalos de rosa y confetis,  y en el centro un pastel con forma de falo de un realismo dulce y colorista, adornado en la base con frutas tropicales.
Mª de la Providencia, que había visto mucho en esta vida, se quedó sin palabras, mientras que los abuelillos agarrados de la mano lo miraban con arrobo.
-Genial, esta versión tropical te ha quedado genial, pichoncito.
Se volvió hacia ella y con seriedad le dijo
-Es nuestro plan secreto, unas veces me sorprende él y otras yo-, dijo ella
Él mirándola con arrobo, le puso una mano en el hombro, y siguió.
-Nuestros hijos se empeñan que vayamos al teatro y a cenar, pero como aquí en ningún sitio-, y le hizo una caricia en la mejilla empolvada. -Nos encanta el dulce y nos lo prohíben.
-A la porra, si hemos de morir que sea de un coma diabético-, dijo ella. -Lo tenemos acordado.
-Lo único que nos importa es el ahora-, afirmó él.
-Eso y tu bigote-, dijo ella con coquetería, -que con la nata y el chocolate, mmm, no hay quien lo resista.
Mª de la Providencia se retiró reculando despacio sin que ellos se dieran cuenta y cerró la puerta suavemente.
Se echó a reír. Esto si que era un buen presagio para su vida y en ese momento tomó una determinación.
Bajó al bar, se bebió un coñac y volvió a la consulta. Cogió unas tijeras y entró sin llamar en el despacho del bigotudo sacamuelas/dentista/odontólogo y le cortó los bigotes. Sin que el hombre pudiera reaccionar le dio un profundo beso en la boca y con restos de pelillos en la lengua y los ojos entornados le dijo:
-Es por tu bien.
Se dio media vuelta y se fue.


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Nacidas demasiado pronto por Cristina Vázquez & Marieta Alonso

viernes, 12 de octubre de 2012

Ramón L. Fernández y Suárez: Teresa

                                                               
G:- Perdona, ¿no eres tú Pablo?

P:- Sí, claro. ¿Por qué me preguntas? Espera, tú eres Guillermo, el hermano de Teresa. Sí, nos conocimos en cuarto de carrera con mucho más pelo y menos tripa.

G: -No estaba muy seguro, pero al oír tu voz pensé “tiene que ser él”.

P: -Pues yo, la verdad, casi no te reconozco. Me alegra un montón encontrarte nuevamente, coño. ¿Qué haces aquí?

G: -He traído a mi familia. Me casé dos veces y tengo tres críos de este matrimonio. Esta  mañana se han ido de excursión a visitar no sé qué cenote. Yo no soy muy de aventuras, sabes. ¿Y tú?, cuéntame que ha sido de tu vida. Creo que no coincidimos desde hace más de veinte años cuando estuvimos en Turquía con aquel viaje de fin de carrera. Nunca he olvidado las perrerías que hicimos juntos ni las cogorzas que cogimos…

P:- Bueno, también yo estuve casado hace algunos años mientras vivía en Puerto Rico. Ahora ya no. Mi trabajo me ha llevado a residir en varios países. Ahora mismo trabajo para una empresa italiana y me tienen en Oaxaca  desde hace un par de años, por eso me he escapado una semana a este lugar.

G:- Aquí se está de miedo. Solemos ir a Ibiza, pero en el Caribe el agua es mucho más cálida, aún en invierno como ahora. Oye, ¿tomamos una cerveza y echamos una parrafada?

P:- ¡Claro! Estoy con unos amigos que salen a pescar dentro de un rato; pero, yo, macho, me mareo. Ahora tengo ya coartada.

Así transcurrió el reencuentro de estos dos viejos amigos a quienes, como a muchos otros, la vida separó y dejaron de tratarse. Ambos parecen triunfadores, afortunados y felices con su trayectoria y su presente. Sus respectivas posiciones en el mundo profesional les hacen comportarse dentro de coordenadas semejantes. A nivel social siguen entendiéndose, mas en el orden personal, ¿cómo discurren realmente sus criterios y motivaciones?

Un par de horas más tarde, sentados junto a la barra de un hotel todo incluido, bajo la sombra de cocoteros y palmeras, mientras trasiegan la cuarta copa de cerveza, la conversación, ya menos bulliciosa,  discurre de esta forma:

P:- ¿Y qué me cuentas de Teresa? ¿Sigue tan guapa?

G:- Veo que no sabes que mi hermana murió hace muchos años. Fue un golpe que durante mucho tiempo desarboló nuestra familia.

P:- ¡No jodas! ¿Cómo fue? Debió ser un palo terrible para tu familia. Solo erais vosotros dos.

G:- Pues sí. Fue algo muy gordo. Debió ocurrir poco tiempo después de tu partida para hacer el master en Estados Unidos. Es un tema casi tabú en mi familia. Supongo que aún no están cerradas las heridas y, por otra parte, las concepciones religiosas y morales de mis padres no marchan, como es lógico, acordes con los tiempos. Ambos son ya octogenarios y por ello casi nunca hablamos de ese tema.

P:- Bueno, no quiero ser imprudente pero no sé si supiste que estuve colado por Teresa…

G:- Pues nunca noté nada, no. ¿Llegasteis a algo juntos? Ella siempre fue muy reservada.

P:- Bueno, te confieso que algo sí que hubo durante una corta temporada. Luego yo marché a América y todo se disolvió con la distancia. Aunque nunca la he olvidado. Me encandiló desde el primer momento.

G:- ¿Qué me dices? Han pasado veinte años y ahora descubro que casi fuiste mi cuñado. Macho, me estoy quedando de piedra.

P:- Fue algo que llevábamos con mucha discreción, precisamente por el hecho de la rigidez de los principios de tus padres. Pensábamos continuar a mi regreso a España y entonces darlo a conocer a nuestras familias. Porque la mía, tío, a estrechez no hay quien le gane. ¿Qué pasó con ella entonces? ¿Cómo fue su muerte?

Pasaron unos tensos instantes de silencio que, a fin de aligerarlos, sirvieron de pretexto para ordenar otras cervezas y cuando el camarero dejó el servicio sobre el velador Guillermo, tras sorber parte de la espuma, comenzó diciendo:

  -“Un buen día Teresa dijo en casa que marchaba rumbo a Avila durante una semana para unos ejercicios espirituales con no sé qué monjas. Según mis padres, esa temporada  parecía estar algo nerviosa, cosa que achacaron al período de exámenes finales. A su regreso pareció  algo desmejorada y mi madre sugirió que fuera a ver al Dr. Ariza, nuestro médico de cabecera. Ella rechazó la idea alegando que no era nada de importancia pues se sentía perfectamente. Los días transcurrían y su aspecto, lejos de mejorar se empobrecía. Aproximadamente diez días después fue presa de altas fiebres acompañadas de escalofríos y temblores. Hubo que trasladarla con urgencia a la clínica Los Nardos y el diagnóstico fue peritonitis en fase aguda como causa de una septicemia”. Llegado a este punto de la narración, Guillermo hizo silencio unos instantes , tomó una servilleta y con el aparente pretexto de secar el sudor de su frente, enjugó la humedad que exhibían sus párpados inferiores. Luego continuó.” Pasó más de tres horas en quirófano y horas después fallecía en la UVI. Pero lo en realidad impactante fue para nosotros la pregunta que formulara el cirujano tras la operación. -¿Saben ustedes si se ha practicado a la paciente la interrupción de un embarazo?- Mis padres asombrados, no supieron, no quisieron responder  y fui yo quien asumió la dolorosa realidad de expresar nuestro atónito desconocimiento ante dicha posible, evidente, realidad  clínica”. 

Tras el entierro, mi madre cayó en shock  por el dolor y la vergüenza. Mi padre se encerró en el chalet que tenemos en Torredolones y pasaron más de cinco años  hasta que las cosas comenzaron a restablecerse en mi familia. Fue después de mi divorcio cuando ellos parecieron comenzar a ver la vida tal y como es, no como ellos la imaginaban  por aquel entonces.

G:- Y ahora que hablamos, Pablo, ¿tuviste algo que ver en todo aquello? Si así fue, hoy no te culparía pues el amor es cosa de dos y, si son adultos, sus consecuencias serán siempre responsabilidades compartidas.    

El silencio que siguió a estas palabras pareció  más tenso aún que el anterior.  Esta vez ninguno levantó su jarra de la mesa. Pablo miraba al horizonte donde un mismo azul era compartido por ambas dimensiones. Luego, con voz trémula por la emoción, dijo a su amigo a modo de respuesta:   

P:- Es posible que haya sido así, aunque nunca tuve noticias de lo ocurrido. Teresa dejó de dirigirse a mí tras mi partida y la supuse primero enfurecida; luego, defraudada. Pero no, nunca dudaré de su fidelidad. Cuanto lo siento.                             
 




© Ramón L. Fernández y Suárez








                                               

jueves, 11 de octubre de 2012

Bilbao


Guggenheim

El 19 de mayo de 2010 a la ciudad de Bilbao le fue concedido el Lee Kuan Yew World City Prize que está considerado como el Premio Nobel de Urbanismo. 

Ayuntamiento
Don Diego López de Haro, señor de Vizcaya, fue quien fundó la villa en la margen derecha de la ría del Nervión, mediante una Carta Puebla, fechada en Valladolid el 15 de junio de 1300 y confirmada por el rey Fernando IV de Castilla en Burgos, el 4 de enero de 1301. Al principio Bilbao solo tuvo tres calles (Somera, Artecalle y Tendería) rodeadas por una muralla. Dentro estaba una ermita dedicada al apóstol Santiago. En el siglo siguiente se conforman las famosas y tradicionales siete calles que desde 1979 son peatonales. En 1569 se derriban las murallas. En 1602 fue nombrada capital de Vizcaya. En el siglo XVII se hacen los ensanches del Arenal y Achuri. Y no es hasta 1876 cuando se proyecta el ensanche de Abando, Campo de Volantín y San Francisco. El eje de este ensanche es la Gran Vía de Don Diego López de Haro. Hoy la ciudad está rodeada por dos cadenas montañosas con una altitud media que no supera los cuatrocientos metros y su ría, que llega a la villa por la zona oeste y sirve como límite natural para muchos barrios y distritos, esa ría que ha sido siempre un testigo activo y silencioso. Montañas y ría saben que ese premio es merecido.
 Un paseo por sus calles estrechas y su arquitectura hace que en Bilbao te sientas como en casa porque la palabra “Hospitaliaria” es lo que define a esta bonita ciudad.
Alameda de Urquijo.- Es el centro de la ciudad con setecientos años de historia. 
Alhóndiga
Alhóndiga.- Se encuentra situado en la Plaza de Arriquibar, nº 4. El edificio de la  Alhóndiga era un antiguo almacén de vino, diseñado por Ricardo Bastida, en 1909. Declarado monumento histórico se inauguró como centro cívico el 18 de mayo de 2010.
Plaza de Bilbao en el Barrio Indautxu.- Lugar tradicional de numerosos bares. Para los bilbaínos el poteo es ir de bar en bar y si la gastronomía le atrae le aseguro que será un deleite al paladar.
Palacio de Euskalduna
Parque de Doña Casilda.- Obra del arquitecto Ricardo Bastida y el ingeniero Juan de Eguiraun (1907), donde se encuentra el Museo de Bellas Artes (1908). Este museo está catalogado como la tercera pinacoteca de España. En este parque podemos ver la escultura al payaso Tonetti de Eduardo Chillida y la efigie de Casilda de Iturrizar y Urquijo. También podemos ver una chimenea original como homenaje a la antigua fundición.
Varios puentes cruzan la ría. No hace mucho en estos puentes la actividad portuaria era lo normal: Puente del Arenal. Desde él se puede ver el Teatro Arriaga, el Arenal de Bilbao, la Estación de Santander y el primer rascacielos de Bilbao en la calle Bailén, nº 1. Se terminó en 1847. Fue el tercer puente sobre la ría. Ha sufrido varias reconstrucciones. Puente de Deusto. Levadizo. Inaugurado en 1936 fue construido por Ignacio de Rotaeche y José Ortiz de Artiñano. Comunica los distritos de Abando y Deusto. Puente del Ayuntamiento. Levadizo. Se inauguró en 1934. Une la casa consistorial con el barrio de Begoña. Puente de San Antón. El primero de la ciudad en unir la margen izquierda con la margen derecha de la ría. Puente de la Merced. Fue construido por el ingeniero Hoffmeyer en 1886 y reconstruido por el ingeniero Manuel Gil de Santibáñez en 1938. Recibe su nombre del convento de la Merced que estaba en la orilla izquierda. Puente de la Ribera. También conocido por el nombre de San Francisco. Se abrió en 1939. Fue construido por Fernando Arzadun. Puente de Euskalduna. Construido por Javier Monterota se inauguró el 18 de abril de 1997. Este viaducto situado entre la plaza del Sagrado Corazón y Botica Vieja, sobre los antiguos astilleros Euskalduna absorbe gran parte del tráfico del puente de Deusto.
Grúa Carola.- Llamada así en homenaje de una hermosa mujer que paralizaba el trabajo de los obreros cuando pasaba por esta zona.
Palacio Euskalduna.- Junto a la ría. Diseñado por los arquitectos Federico Soriano y Dolores Palacios. Inaugurado en 1999. En él se puede disfrutar de numerosos conciertos.
Torres de vanguardia de Isozaki Atea
Vemos la avenida de las Universidades con el edificio de la Universidad de Deusto y su hermosa fachada de ciento dieciséis metros. Es una universidad privada regida por la Compañía de Jesús.
La pasarela Pedro Arrupe construida por el Ingeniero José A. Fernández Ordoñez. Monte Artxanda. Un paseo por este monte permite disfrutar de las mejores vistas de Bilbao. Las dos torres de vanguardia del arquitecto japonés Isozaki Atea. César Pelle fue el arquitecto argentino que construyó la Torre Iberdrola de ciento cincuenta metros de altura. Ayuntamiento.- Edificio de finales del siglo XIX de Joaquín Rucoba sobre el antiguo convento de San Agustín. Hay una escultura de Jorge Oteiza en la plaza frente al Ayuntamiento. Alameda de Mazarredo.- Calle señorial.
Torre Iberdrola
Plaza Federico Moyúa o Plaza elíptica. Que da acceso al ensanche y muestra edificios de la burguesía bilbaína. El Hotel Carlton (1919). El Palacio Chavarri. Sede de la Subdelegación del Gobierno Civil desde 1943. Su arquitecto fue Anastasio de Anduiza. Casa Montero o casa Gaudí es de las pocas casas con el estilo de art novue.
La Gran Vía Don Diego López de Haro.- En esta avenida están las mejores tiendas nacionales e internacionales. Es el centro financiero y comercial. También está en ella el Palacio de la Diputación Foral de Vizcaya, considerado como Bien de Interés Cultural. Las Casas de Ramón de la Gosta. El monumento al Sagrado Corazón es el final de esta avenida.
A las bocas del metro de acero inoxidable le llaman los bilbaínos Fosteritos, por haber sido hechas por el arquitecto británico Foster.
Iglesia de San Nicolás
Basílica de Begoña. Amatxu. Patrona de Vizcaya.
Iglesia de San Nicolás.-  Estilo barroco (1756). Su fachada se enfrenta al teatro Arriaga. La entrada principal y las dos torres adosadas recuerdan la Catedral de México. Está bajo la advocación de San Nicolás de Bari. Aquí venían a rezar los navegantes antes de echarse a la mar.
Teatro Arriaga
Teatro Arriaga.- Es un edificio neobarroco de finales del siglo XIX (1890), Construido por el arquitecto Joaquín de Rucoba e inspirado en la ópera de París.
Iglesia de San Antón
Iglesia de San Antón.- Gótica de finales del siglo XV. Fue consagrada en 1443. Es una de las más antiguas de Bilbao. Aparece en el escudo de la villa.

Mercado de la Ribera.- Es el mercado cubierto más grande de Europa.
Plaza Nueva.- Llena de bares.
Estación de Abando
Catedral de Santiago.- Siglos XIV y XV, la más antigua. Toma su ombre del patrón de Bilbao. El retablo y el pórtico son renacentistas.
Iglesia de los Santos Juanes.- Barroco clasicistas del siglo XVI. Hasta el siglo XVIII fue la Iglesia del Colegio de San Andrés, regido por los jesuitas. Tiene una imagen única del Sagrado Corazón.
Fachada de la estación del ferrocarril que une Santander con Bilbao. Estilo romántico. FEVE
Plaza Circular. Aquí está la estación de Abando.
Hemos dejado para el final al:

Museo Guggenheim.-


"Puppy" Jeff Koons

Es la caseta de Puppy, el perro west highland terrier de doce metros de altura. Eso lo dicen los bilbaínos para expresar de forma jocosa sus sentimientos hacia esta figura. Es una figura de acero revestido de flores de Jeff Koons. También de este autor es el manojo de siete tulipanes con sus vivos colores que da gusto ver, representan globos y nos recuerda que nosotros también hemos sido niños, algunos lo siguen siendo.
 Los alrededores del Guggenheim es la zona donde el arte es el protagonista. El nombre del museo proviene del millonario Salomon G. Guggeheim, de origen suizo que emigró a Nueva York, donde construyó su primer museo en 1959. El segundo se construyó en Venecia, el tercero en Bilbao y ahora se está construyendo, por lo visto, el mayor de todos en Abu Dhabi. Centrándonos en el de Bilbao que fue inaugurado en 1997 hay que destacar el lenguaje luminoso que utilizó su arquitecto Frank Ghery. Pertenece a la Fundación Solomon R. Guggenheim. Su coste fue de ciento treinta y nueve millones de euros. Los tres elementos utilizados son el titanio, no se oxida, tiene una durabilidad de más de cien años. Es más duro que el acero pero más flexible y ya se sabe que si se le da una forma curva a cualquier material se sostiene. Por otra parte el titanio refleja la luz de una manera especial. Cambia según las horas del día. Otros elementos son la piedra caliza y el cristal. El museo tiene cincuenta y tres metros de altura a nivel de la ría. Del otro lado su altura es la de los edificios que le rodean. El solar donde está ubicado era triangular. Una galería sin columnas llega al otro lado del puente y la torre del museo se abraza al puente integrándolo en el edificio. En el puente se conjugan las formas curvas y rectas junto con los colores rojo y verde. Una genialidad de Frank Gehry.
La araña “Mamá” de Louise Bourgeois es una escultura de bronce que no deja indiferente. El nombre viene dado según dicen por la madre de Louise que tejía como las arañas. Otra versión es que representa la cualidad dual de la maternidad. Las arañas emplean su seda para elaborar capullos y atrapar a sus presas. Esta araña junto con otras cinco forman una serie de seis arañas distribuidas por el mundo, Londres, Buenos, Aires, Tokio, Bilbao,…


"Mamá" Louise Bourgeois

La puerta de los Honorables de Casto Solano es un homenaje al político socialista Ramón Rubial. Se trata de una figura realista de cuerpo entero, en bronce. La variante ovoide de la desocupación de la esfera de Jorge Oteiza es de acero cortén para asemejarla a los barcos, tiene seis metros de diámetro y casi ocho de altura. Pesa dieciséis toneladas.
Las Fuentes de Fuego se iluminan de 8:30 a 9:30 de la noche. Tienen el color azul Kelin, vivo, eléctrico.
Dentro tenemos la sala luminosa de forma irregular de la artista conceptual Jenny Holzer. Es una de las mejores salas porque se ve desde varios lugares. Está cubierta de una pátina brillante. Son nueve columnas de pilotos LED de doble cara, son soportes utilizados en publicidad, con temas universales como la intimidad, la desilusión, la muerte y la pérdida. Las palabras que podemos leer se refieren al Sida. Leemos Grito, Lloro, Mi madre lo sabe, etc.
La materia del tiempo es una exposición permanente de Richard Serra. La primera pieza es Torción espiral y contiene la clave de la exposición. Hay un acceso que invita a entrar. Tiene forma de caracol. Desorienta hasta llegar a un espacio grande que es el centro de la pieza. Para llegar hasta el centro hay que dar vueltas. Parecen más pero es una vuelta y media. El camino de entrada parece más largo que el de salida. No se tiene sensación de claustrofobia. Las paredes se inclinan hacia fuera con secciones cónicas, paredes de acero que se irán oxidando poco a poco. Formas geométricas nunca usadas. Cilindro oval. La segunda pieza es Torción elíptica sencilla. La pieza llamada “serpiente” era de color naranja, hoy es marrón oscuro. Si se toca este material sale na mancha por la grasa de nuestras manos. No están ancladas, no están encajadas. Están en equilibrio. Dejo a su imaginación las otras piezas que van hacia el fondo de la sala.

Dos exposiciones temporales. No permitieron hacer fotos.
Georg Baselitz.
Sus personajes muestran un desasosiego profundo. Viene pintando del revés desde los años sesenta. Los personajes boca abajo es una estrategia para distanciase del espectador, para liberar temas tan complejos como los que pinta. Otto Dicks pintó a sus padres y Baselitz se inspiró en él para crear a Lenin y Stalin. El primero vestido de mujer evocando su regreso a Rusia. La franja blanca de los cuadros recuerda a las fotos de la máquina Polaroid, la fotografía analógica. La reconciliación con la identidad nacional tras la II guerra mundial, en la que la sociedad necesitaba enfrentarse al concepto de la fealdad. De ahí el realismo social, lo abstracto del expresionismo alemán.

David Hockney: una visión más amplia.
Artista británico que se va a Los Ángeles en busca de sol para luego regresar a Yorkshire East. Su madre pasó allí los últimos años de su vida. Tema recurrente en el autor es la constante tramitación del paisaje. Su obra refleja familiaridad, afecto. Óleos en formato pequeño. La mayoría son acuarelas, esta técnica es idónea para pintar del natural. Siente predilección por el uno de las nuevas tecnologías y su aplicación. Utilizó pinceles en una aplicación llamada “Brushes” para el Ipad. Con el Ipad, Hockney capta tanto la luz como el color, es la herramienta ideal para el pintor. Al principio utilizaba los dedos, hoy lo hace con un puntero.
 Los árboles son amigos de Hockney. Se tiene la sensación de estar entrando en el paisaje, de ocupar ese espacio. En algunos de sus cuadros se aleja de la realidad y se deja llevar por la imaginación. Formas atrevidas en las hojas. Hay un óleo pintado sobre treinta y dos lienzos. La llegada de la primavera la hizo en el estudio después de hacer los bocetos al aire libre. 
Hay que volver.  
 
Universidad de Deusto






Fotos: Ángeles Alonso