lunes, 31 de diciembre de 2012

Paseos por Madrid; La Plaza Mayor


Plaza Mayor de Madrid


Felipe III a caballo
Madrid  es «meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie en el mundo». El madrileño, se pasea, observa, ve la vida de los de aquí y de allá, entre calles, plazas, edificios, y vertebra el «oficio de madrileñista». Así denominó Borrás a los dos Ramones, Mesonero Romanos y Gómez de la Serna.

Comenzaré desgranando los misterios, leyendas, curiosidades y anécdotas de Madrid, la Villa y Corte que nunca recibió el título de ciudad.

Si nos sentamos en esta plaza, en alguna de las mesas de sus terrazas, se podrá llegar a comprender, el por qué, nos enamoramos de Madrid.

Casa de la Panadería

Muchas cosas han ocurrido en este recinto. En un principio fue un mercado al aire libre en extramuros, llamado «Plaza del Arrabal». Felipe II decide reorganizar el espacio y encarga el proyecto. Se construye en solo dos años, de 1617 a 1619 por Juan Gómez de Mora. Tras varios incendios fue reconstruida por Juan de Villanueva. El autor de la estatua ecuestre de Felipe III, es Juan de Bolonia, que fue restaurada después de la guerra civil, por Juan Cristóbal. El pedestal que la sostiene fue construido por Juan Sánchez. Así que no es de extrañar que también la llamen la plaza de los cinco Juanes.
 
Casa de la Carnicería
Su estilo es herreriano, los chapiteles de pizarra son el reflejo más claro. Es una plaza porticada de planta rectangular de ciento veintinueve metros de largo por noventa y cuatro metros de ancho. Tras la reconstrucción de Villanueva se rebajó en un piso la altura de las casas, entre otras reformas. Tiene nueve puertas de acceso. El último de los edificios, que se acomodó al nuevo modelo de plaza, fue la casa que lleva ahora el número 29, tiene fachada a la calle de Felipe III y, antes se llamó callejón de Boteros. El arquitecto fue José María Guallart y la terminó cuando ya había comenzado la segunda mitad del siglo XIX. Esta casa viene a cerrar el mágico y perfecto cuadrilátero de la Plaza Mayor.

Hasta 1878, la mayor parte de los espectáculos se celebraban aquí. Los balcones se alquilaban en fiestas. Había hasta corridas de toros para celebrar bodas o nacimientos reales, también autos de fe en que se condenaba a los herejes, seguidos por las ejecuciones. El morbo es contagioso y al parecer esto es lo que atraía la mayor cantidad de espectadores. En la parte norte del recinto, frente a la Casa de la Panadería se colocaba la hoguera, en la Casa de Sedas y Paños se daba muerte a garrote vil, y frente a la Casa de la Carnicería, en la parte sur, la horca. También se celebró en ella la beatificación de San Isidro, patrón de Madrid.

En 1621, fue ajusticiado en esta plaza don Rodrigo de Calderón, marqués de Siete Iglesias y ex ministro. Se dice que subió sereno las gradas, recibió la absolución, besó los pies del sacerdote, abrazó a su verdugo y se sentó en el banquillo. Cuando le cubren los ojos con un paño negro, dice: ¡Qué hermoso brilla el sol! Y de ahí viene el dicho popular:  «Tiene más orgullo que don Rodrigo en la horca».

   En una de las fiestas, el rey Felipe IV, otra vez metido en líos de falda, hizo un balcón bajo para la actriz María Calderón, conocida como la Calderona. A la reina se le había olvidado invitarla y ésta dio sus quejas al amante real. Sorpresa fue para la reina verla sentada enfrente y se preguntó ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?

Arco de Cuchilleros
Durante los siglos XVI y XVII los gremios estaban alrededor de la plaza. Al día siguiente, la reina se va a la calle de las botoneras y logra averiguar que en la noche anterior a la fiesta una cuadrilla de obreros, por mandato real, ha construido el inoportuno balcón. La reina se enfada, el rey se entera quién ha sido la fuente de información y prohíbe que las botoneras puedan realizar su tarea laboral. Las artesanas tuvieron que recurrir a la reina, quien consiguió para ellas el perdón real.  Juan José de Austria fue hijo de la Calderona y de la tierra, hasta que Felipe IV lo reconoció.

En 1622 se celebra otra fiesta con lanceamientos de toros. Isabel y Felipe IV presiden desde la casa de la Panadería. Entre todos los caballeros destaca el conde de Villamediana, que enamorado de la reina, ostenta ufano y audaz sobre el pecho un collar de reales con una leyenda en hilo de oro que dice: “Son mis amores”.

¡Qué bien pica el conde! exclama Isabel de Borbón.

Sí, pero pica muy alto responde el monarca.

La historia niega que este resquemor real originase la muerte, días después, del conde de Villamediana.

La calleja que hay junto a la Casa de la Panadería y que hoy lleva el nombre de Arco del Triunfo, antes se le llamaba Callejón del Infierno, nombre que se le concedió con motivo de las grandes llamas que allí danzaron, en el incendio ocurrido el día 20 de agosto de 1672. Una cuarteta se popularizó:

A qué estado han llegado
las costumbres de este pueblo,
que es necesario ensanchar
el callejón del Infierno.

Otra anécdota es que la estatua de Felipe III se desmontó al construirse el actual aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor, encontrándose que en el interior del caballo había un cementerio de gorriones que penetraron por la boca, y luego, dado la escasez de espacio, no habían podido remontar el vuelo. Para que ello no volviera a suceder, el encargado de la restauración, cerró para siempre la boca del caballo.

Puestos navideños

La grandiosidad de esta plaza, con capacidad para cincuenta mil personas, se debe, en gran medida, al color ocre de sus edificios y a sus 237 balcones en hierro forjado. En los soportales, sostenidos por pilares de granito hay numerosos restaurantes, así como tiendas. Desde 1860, en diciembre, la plaza entera es ocupada por un mercadillo navideño. Los domingos por la mañana puestos de filatelia y numismática se apoderan de los soportales para su venta.   





Fuentes: 
. Azorín, F.: Leyendas y anécdotas del viejo Madrid. Editorial El Avapiés, S.A.
. Corral, José de: Curiosidades de Madrid. El País. Aguilar
. Mesonero Romanos, Ramón de: Escenas matritenses. Ediciones Busma, S.A.


viernes, 21 de diciembre de 2012

Arquitecto Juan de Castillo (Trasmiera, Cantabria, España 1470-Tomar, Portugal 1552)


Juan de Castillo

Fue el más importante arquitecto de su época y ha llegado a ser, uno de los más grandes de Europa, por su participación en cinco monumentos declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Era de origen español según un documento que dice, que era natural de la Merindad de Trasmiera del reino de Castilla, en Cantabria. Fue en Portugal, donde desarrolló la parte más importante de su obra, por lo que recibió la mayor condecoración portuguesa: “Caballero de la Orden de Cristo”. Allí es llamado Joäo de Castilho.

Monumentos del Patrimonio Cultural de la Humanidad donde trabajó Juan de Castillo:

Convento Cristo de Tomar

Portal sur Convento Cristo de Tomar

El Convento de Cristo de Tomar.- Perteneció a la Orden del Temple. Hoy forma parte de la Ruta de los Templarios, de Portugal. Construido en lo alto de una elevación domina la planicie donde se extiende la ciudad.
Su arquitectura contiene elementos románicos, góticos, manuelinos, renacentistas, manieristas y barrocos. La obra de Juan de Castillo se corresponde con sus Claustros, el Refectorio, la Casa del Capítulo, las Salas de Noviciado.

El Monasterio de los Jerónimos en Lisboa.- Se fundó en 1501 para conmemorar el regreso de la India de Vasco de Gama.
Monasterio de los Jerónimos (Lisboa)

Monasterio de los Jerónimos (Lisboa)

De estilo manuelino se caracteriza por la mezcla de motivos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y del renacimiento.  

En él están enterrados el navegante Vasco de Gama, el poeta Luis de Camoens y el escritor Fernando Pessoa. En un anexo de este monasterio encontramos el Museo Nacional de Arqueología y en el ala oeste, el Museu da Marinha.

La fortaleza de Mazagón en El-Yadida, Marruecos.- Mazagán o Mazagón fue posesión portuguesa. Ciudad y puerto en Marruecos, que da al Atlántico y a noventa kilómetros al sudoeste de Casablanca.

Cisterna de la Fortaleza

Mazagón, El-Yadida

Su estructura defensiva es de forma renacentista, según los planos de Benedetto da Ravena y construido por Juan de Castillo. Era casi inexpugnable.



Monasterio de Batalha



Monasterio de Batalha

El Monasterio de Batalha.- Más conocido por este nombre que por Convento de Santa Maria da Vitória. Está a unos cuantos kilómetros de Leiria. Fue mandado a edificar por el rey Joäo I de Portugal, en agradecimiento por el auxilio divino y por la celebración de la victoria en la batalla de Aljubarrota (1385). Tardó casi un siglo en construirse (1386-1517), durante el reinado de siete reyes. En 1532 Juan de Castillo le incorporó la hermosa tribuna renacentista.

Es de arquitectura gótica tardía mezclada con el estilo manuelino. Sorprende por su profusión de frontones, chapiteles, pináculos y contrafuertes.
En él se encuentran  tumbas de reyes y la de Enrique el Navegante (1394-1460) con estatua yacente. En la sala capitular la Tumba al Soldado Desconocido.

La Real Abadía de Santa María de Alcobaça.- Esta abadía es la primera obra gótica en suelo portugués. Se halla ubicada en un estrecho valle entre Coimbra y Lisboa y el nombre de la ciudad viene dado por la unión de los dos ríos que la bañan: El Alcoa y El Baça.

Santa María de Alcobaça

 Fue fundada en el siglo XII por el rey Alfonso I. Sus dimensiones, la pureza de su estilo arquitectónico, la belleza de los materiales empleados y el esmero hacen que sea una obra maestra del arte gótico cisterciense.
En ella se encuentran los túmulos funerarios de Don Pedro y Doña Inés de Castro.
Túmulo de Don Pedro I
En 2007 fue elegida como una de las Siete Maravillas de Portugal.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Alejandro Chanes Cardiel: Un hombre tonto es fácil de encontrar


UN HOMBRE TONTO ES FACIL DE ENCONTRAR


Sinesio salió del portal y fue rápido hasta el paso de peatones.  El semáforo estaba rojo. A su lado, un hombre con gafas oscuras, golpeaba rítmicamente el suelo con un bastón.

La luz se puso verde y Sinesio no se lo pensó dos veces. Agarrando al hombre por el brazo trataba de conducirlo hasta el otro lado. De la boca del viandante salían sonidos de difícil comprensión y el arrastrar de una pierna dificultaba su marcha.

“Vamos, vamos –le dijo Sinesio- dese prisa porque se nos va a cerrar el disco”. Y a trancas y barrancas, llegaron hasta la acera, justo cuando el semáforo pasó a rojo.

Sinesio, satisfecho de su buena obra, le dio unas palmaditas y se fue silbando. Y allí quedó el hombre. Su rostro, en un instante, iba adquiriendo un color granate, las venas de las sienes se le marcaron con nitidez y un brillo de furia afloró a los ojos. Sus manos blandían el bastón amenazante, mientras que en su interior lanzaba maldiciones:

“Maldito dentista y su anestesia que me ha dejado sin voz, maldita sea mi cojera y sobre todo, maldito sea el demente que, me ha obligado a cruzar la calle y me ha hecho perder el último autobús a mi pueblo.

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Un hombre tonto es fácil de encontrar por Alejandro Chanes

lunes, 17 de diciembre de 2012

José Martí: Los dos príncipes

José Martí
 (La Habana, Cuba 1853-Dos Ríos, Cuba 1895)




El palacio está de luto
y en el trono llora el rey,
y la reina está llorando
donde no la pueden ver:
En pañuelos de olán fino
lloran la reina y el rey:
los señores de palacios
están llorando también.
Los caballos llevan negro
el penacho y el arnés:
los caballos no han comido,
porque no quieren comer:
el laurel del patio grande
quedó sin hojas esta vez:
todo el mundo fue al entierro
con coronas de laurel:
-¡El hijo del rey se ha muerto!
¡Se le ha muerto el hijo al rey!

En los álamos del monte
tiene su casa el pastor:
la pastora está diciendo:
“¿Por qué tiene luz el sol?”
Las ovejas, cabizbajas,
vienen todas al portón:
¡Una caja larga y honda
está forrando el pastor!
Entra y sale un perro triste:
canta allá adentro una voz
-“Pajarito, yo estoy loca,
llévame donde él voló”:
el pastor coge llorando
la pala y el azadón:
abre en la tierra una fosa:
echa en la fosa una flor:
-¡Se quedó el pastor sin hijo!
¡Murió el hijo del pastor!




Jonás y las palabras difíciles





Aquí encontraréis dos de mis cuentos:


La hora de la verdad 
y
Papá Noel 

Apenas unos minutos





Aquí encontraréis uno de mis cuentos:

Pared por medio

Cartílagos de tiburón



Aquí encontraréis tres de mis cuentos:



Los inquilinos de El Aleph





Aquí encontraréis uno de mis cuentos:

Quise

domingo, 16 de diciembre de 2012

Futuro imperfecto







Aquí encontraréis dos de mis cuentos:



Miguel Hernández: Nanas de la cebolla


Miguel Hernández
 (1910 Orihuela, Alicante - 1942 Alicante)





(Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una
carta de su mujer, en la que le decía
que no comía más que pan y cebolla.)










La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
riete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
dúbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
el, triste de cebo,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.





Ramón L. Fernández y Suárez: Gaviotas, cuervos, palomas y gorriones




Alberto y Luís se conocieron en el Instituto. Con trece años comenzaron a ver la vida desde una nueva dimensión. Juntos escapaban de las clases y se sentaban a soñar con un futuro lleno de promesas relativas a brillantes realidades aun sin definir. En sus conversaciones menudeaban tacos cuya única función, al parecer, era dotarlas de un tono más viril. Juntos lamentaban los suspensos y “ponían a caldo” a la mayoría de sus profesores. Pero insensiblemente en sus discursos comenzaban a aparecer citas de filósofos que el día anterior habían escuchado a esos mismos profesores a quienes “ponían a parir”. Fue un año interesante durante el cual comenzó a modificarse su visión del mundo. Se creían mayores al verse súbitamente interesados en nuevas situaciones cada vez más distantes de los juegos infantiles. Las chicas aún  no centraban plenamente su interés.
A los dieciséis años había ya menos citas conceptuales en sus charlas pero, con creciente ansiedad, se hacían comentarios acerca de unos labios o del color de algunos ojos. La testosterona acusaba su presencia no solo en el tono más grave de sus voces, sino asimismo en la temática de las discusiones. Así se despidieron de la infancia. Se despidieron de la infancia y del contacto cotidiano. Alberto entró en la universidad al cumplir los dieciocho años. Luís marchó al extranjero sin una idea clara de lo que iba a hacer lejos de casa. Era amante de lo desconocido. Ambicionaba verlo todo, conocerlo todo y experimentarlo todo. Sus padres no opusieron resistencia. Recursos no faltaban y quizás jugaron un cierto rol en el origen de las aficiones de aquel hijo dadas las frecuentes referencias que en el medio familiar se hacían relativas a la amplitud del mundo allende las fronteras. Sembraron la semilla de forma inopinada. Así, marchó Luís a una prestigiosa universidad extranjera, para lo cual nadie estaba convencido acerca de sus posibilidades relativas a un posible éxito académico.
Los tiempos se tornaron agridulces. Ambos amigos dejaron de cartearse, inmersos como estaban en las muy diversas vicisitudes de sus propias vidas. Puede decirse que recíprocamente se olvidaron. En sus respectivas mentes se desdibujaron los rasgos de la otra fisonomía. La separación fue entonces absoluta. De todas formas, con el decursar del tiempo esos rasgos, madurando, dieron lugar a nuevas expresiones que ya no se correspondían con cuanto la memoria hubiera podido conservar. Luis nunca regresó a su hogar original. Luego de alternativas etapas de dedicación y abandono terminó estudios que tras serios, largos y denodados esfuerzos le abrieron las puertas del mundo empresarial. Tenía entonces más de cincuenta años, mujer y un par de hijas. Su ascenso y estabilidad no habían sido fáciles; pero durante aquel tiempo, madurando, transformó su personalidad. Su presente no era identificable en modo alguno con cuanto había sido racionalmente previsible.
En cuanto a Alberto, todo había marchado de la forma en que podía esperarse. Obtuvo su licenciatura en cinco cursos algo irregulares y a los veinticinco años, no sin gran esfuerzo, abría consulta de odontología. Se sentía satisfecho de sí mismo y con razón. Los tiempos, que para Luis se habían vuelto agrios, para él parecieron dulcificarse. Se dejó convencer y se unió a los vencedores. Muy pronto vivió la euforia de un efímero esplendor que cinco años mas tarde comenzó su larga, interminable decadencia.
Bajo las nuevas condiciones su trabajo dejó de ser gratificante y comenzó a pensar si el esfuerzo realizado le había conducido a materializar sus ilusiones. Como Luís, tenía mujer y un par de hijas para quienes el futuro que se adivinaba no le convencía. No había marcha atrás y el presente se ensombrecía cada día un poco más.
He aquí el desarrollo vital de dos varones nacidos en un mismo año, en la misma ciudad y entornos semejantes. Al presente su distanciamiento es irreversible. Su nula relación no les permite conocer detalle alguno de su antaño inseparable compañero de jaranas y tontunas. Nunca volverán a compartir una merienda, ni a repetir los mismos chistes que tantas risas reiteraban en sus bocas. Sus vidas serán para siempre divergentes. No queda tiempo ya para el re-encuentro ni para corregir errores. No puede ya enderezarse lo torcido. El tiempo ha relativizado éxito y fracaso. Luis, sentado junto al puerto, bañado el rostro por la dulce claridad de un sol de otoño, medita mientras ve competir por un mendrugo a cuervos y gaviotas. Muy lejos, a una distancia casi sideral, Alberto contempla como palomas y gorriones picotean la tierra de un parque abandonado en busca de sustento.





© Ramón L. Fernández y Suárez




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Gaviotas, cuervos, palomas y gorriones por Ramón L. Fernández y Suárez

jueves, 13 de diciembre de 2012

Momia de la Cultura Chinchorro


Universidad Complutense Madrid
Facultad Geografía e Historia

Momia Chinchorro de tipo rojo

Exposición de Chinchorro a Neruda


En la inauguración de esta exposición han estado presentes:


D. Luis Enrique Otero Carvajal. Decano de la Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid.
Dra. Alicia Alonso Sagaseta. Profesora de la Universidad Complutense de Madrid
Dr. Alejandro San Francisco. Agregado cultural de la Embajada de Chile
D. Sergio Medina Parra. Antropólogo de la Universidad de Tarapacá. Chile
Dª María Imperio. Compañía de Teatro Arlequín. Chile 





“Las momias de la Cultura Chinchorro están pidiendo a gritos formar parte del Patrimonio de la Humanidad”.


Litoral ocupado por los Chinchorro
Entre los años 7020 y el 1500 a.C., un grupo de pescadores llamados Chinchorro vivieron en la costa, en los aleros rocosos, en la cabecera de los valles, desde Ilo (Perú) por el norte, y posiblemente hasta la costa de Antofagasta (Chile), por el sur.
La investigación arqueológica ha señalado que el centro de inicio de esta cultura estuvo ubicado en la desembocadura de los valles de Arica: Azapa y Camarones. Al parecer fueron los primeros en momificar artificialmente a sus muertos.
Se han encontrado diferentes tipos de momias:
Momias con vendajes (2620 a.C)
Momias con pátina de barro (2500-1700 a.C)
Momias rojas (2500-1500 a.C.)
La momia que podemos apreciar en esta exposición es una momia de tipo rojo, sexo femenino y aproximadamente de unos siete mil años.
El sistema de momificación era muy simple. Se extraían los órganos internos, el cerebro y los tejidos musculares, mediante incisiones en el abdomen, hombros, ingle, rodilla, tobillos. La cabeza se desarticulaba. Luego se introducían maderos delgados para sostener los miembros y columna vertebral. Las cavidades y el cráneo se rellenaban con cuerdas de totoras y fibras vegetales. Los cortes los cosían con su propio cabello. También añadían una peluca de pelo humano, que después de modelado el rostro con una máscara donde se puede apreciar los orificios de la boca y las fosas nasales, se sujetaba con una pasta de manganeso. Finalmente el cuerpo se pintaba de rojo.
La universidad de Tarapacá es quien custodia y estudia los restos arqueológicos de los Chinchorro. La importancia de estas momias radica en ser las más antiguas del mundo y se encuentran en el Museo Arqueológico y Antropológico de San Miguel de Azapa.
Un poema que nos lee Mª Imperio, unas palabras que nos dedica el antropólogo chileno Medina, una performance a cargo de la Compañía de Teatro Arlequín de Chile y un vídeo han sido los vehículos utilizados por la momia, que ha viajado desde tan lejos, con la esperanza de que su grito, su afán por ser Patrimonio de la Humanidad sea atendido. Y como bien nos han dicho:
“No sería cuestionable sino imperdonable que no se visite Chinchorro si alguna vez pisamos esa tierra larga y delgada que es Chile”.

Ruego disculpen errores u omisiones que puedan detectar. Son notas y fotos tomadas durante la inauguración de esta exposición.





lunes, 10 de diciembre de 2012

Villa de El Tiemblo (Ávila)

Acogedora y con mucho encanto por sus numerosos manantiales, arroyos y gargantas que vierten sus aguas al río Alberche. Situado en la vertiente septentrional de la Sierra de Gredos, entre el embalse de El Burguillo y el embalse de San Juan, a los pies de El Charco del Cura. 

Ermita de San Antonio de Padua
 Ermita de San Antonio de Padua.- Dedicada al patrón de la villa. Es de estilo barroco, finales del siglo XVIII y principios del XIX. Rodeada por una balaustrada que enmarca la fachada principal.
Iglesia parroquial

Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción.- Construida en el siglo XVI en estilo gótico isabelino. La torre es el del siglo XV. Consta de tres naves con arcos que descansan sobre columnas. Laterales y presbiterio están rematados por bóvedas de crucería.
El Castañar
Horno de las tinajas

El Castañar.-  Maravilloso paraje con sus bosques, robles, pinos y castaños. 

Horno de las tinajas.- Construidas en el siglo XIX, son únicas, en la provincia de Ávila.

Ayuntamiento
Ayuntamiento.- La inscripción en la fachada dice: “Reinando Carlos III, se hizo esta obra a costa de los propios de esta villa. Año 1778”. Sobre ella el escudo de la villa y el campanario con su reloj.

Toros de Guisando.- Mención especial. Conjunto escultórico vetón enclavado en un prado. Son cuatro toros o verracos de granito que se hallan costado contra costado formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del Cerro de Guisando. A sus espaldas el arroyo Tórtolas. Se cree que datan aproximadamente del siglo II, a. de C., siglo arriba, siglo abajo.
Toros de Guisando
Los vetones fueron un pueblo prerromano de cultura celta que vivieron al oeste de la Península Ibérica, entre los ríos Duero y Tajo. Hoy provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca, Toledo y Zamora. Sus asentamientos denotan que la ganadería era una de las actividades económicas más importantes. 
Toros de Guisando
Estos verracos están situados en una antigua venta juradera. Allí fue jurada la sucesora del trono de Castilla. En uno de los muros del recinto se puede leer la siguiente inscripción: “En este lugar fue jurada Doña Isabel la Católica por princesa y legítima heredera de los reinos de Castilla y León. El 19 de septiembre de 1468”.
Nos cuenta la historia que Doña Isabel se dirigió a Cebreros, acompañada por el arzobispo de Toledo,  y los obispos de Burgos y Coria, más doscientas lanzas y desde esta localidad partió para Toros de Guisando. Don Enrique de Trastamara, rey y hermano de Isabel, vino al mismo lugar acompañado por el marqués de Villena, el arzobispo de Sevilla y los condes de Plasencia, Benavente, Miranda y Osorno, con mil trescientos de a caballo. Se acercaron unos a otros. Y Don Enrique, en presencia de todos los grandes, juró que la legítima sucesión correspondía a Doña Isabel, y que daba “por vano y ninguno” el juramento hecho a Doña Juana, “hija de la reina Doña Juana”. Siguió a la jura como princesa heredera de Doña Isabel, al aire libre, con gran sonido de trompetas y gran solemnidad de todos los grandes que estaban allí, que la juraron por sí y por los ausentes, y por los tres estados…   
Isabel I