lunes, 1 de julio de 2013

Amantes de mis cuentos: Envergadura




Era tan alto y grueso que tuvieron que hacer el ataúd a su tamaño. Le vistieron con el mejor traje, pajarita incluida. Después de mucha deliberación llegaron al acuerdo de colocarle el bisoñé, ya que la calva brillaba en demasía, a través del cristal. Diez hombres fornidos le llevaron en andas hasta la funeraria.

Tras colocar con esmero toda la parafernalia que conlleva un muerto, su íntimo amigo, comenzó con los panegíricos. A medida que se iban turnando los oradores, el muerto era mejor persona, amigo, hijo, esposo, padre… pero de madrugada comenzaron los murmullos entre los que se habían quedado a pasar la noche junto al féretro.

Que si era bastante avaro y le contaba los garbanzos a la mujer, que si hacía gala de una educación que era solo fachada porque de vez en cuando salían sapos y culebras, por su boca. Que si no había sido un amante esposo, ya que le prestaba más atención a su amigo, el que emocionado hasta las lágrimas soltó el primer discurso. Que si tuvo media docena de hijos, aunque ninguno se le pareciera. Se daba por hecho que por culpa de lo exiguo de su órgano viril, no daba la talla en la cama.

Al oírse decir esto buscaron con la mirada al amigo que lloraba en un rincón y a la esposa que roncaba con la cabeza sobre el sarcófago. Fuera de su círculo nadie había escuchado nada, así que decidieron reanudar tan excitante conversación. 

La figura que yacía impertérrita, no reflejó en su rostro enfado alguno.




© Marieta Alonso Más

2 comentarios:

  1. qué bueno Marieta!!! Este es el cuento que publicaste en el libro "Y usted ¿de qué se ríe??

    Carmen Dorado

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  2. No chiquilla. En principio sí pero después fue Trueque el que publiqué en "Y usted ¿de qué se ríe?

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