miércoles, 27 de marzo de 2013

Alfonsina Storni: La caricia perdida

Alfonsina Storni
(Suiza, 1892 - Mar del Plata, Argentina, 1938)





Se me va de los dedos la caricia sin causa, 

se me va de los dedos... En el viento, al pasar, 

la caricia que vaga sin destino ni objeto, 

la caricia perdida ¿quién la recogerá? 



Pude amar esta noche con piedad infinita, 
pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará... rodará... 

Si en los ojos te besan esta noche, viajero, 
si estremece las ramas un dulce suspirar, 
si te oprime los dedos una mano pequeña 
que te toma y te deja, que te logra y se va. 

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, 
si es el aire quien teje la ilusión de besar, 
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, 
en el viento fundida, ¿me reconocerás?


Revista Groenlandia nº 16





Aquí encontraréis dos de mis cuentos.


lunes, 25 de marzo de 2013

Discurso de Abraham Lincoln: Gettysburg

Abraham Lincoln
16º Presidente de los
Estados Unidos de América






 Pronunció este discurso en la consagración del Cementerio Nacional del Soldado, el 19 de noviembre de 1863, en la ciudad de Gettysburg, Pensilvania.
            Es considerado como uno de los grandes discursos de la Historia.
  



Hace ochenta y siete años, nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación, concebida en la libertad y consagrada al principio de que todos los hombres son creados iguales.
Nos hallamos ahora empeñados en una gran guerra civil en que se está poniendo a prueba si esta nación, o cualquier nación igualmente concebida y consagrada, podrá perdurar.
            Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a dedicar parte de ese campo a lugar de eterno reposo de aquellos que dieron aquí dieron la vida para que esta nación pudiera vivir. Es perfectamente justo y propio que así lo hagamos, aunque en realidad, en un sentido más alto, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este suelo: los valientes que aquí combatieron, los que murieron y los que sobrevivieron, lo han consagrado mucho más allá de la capacidad de nuestras pobres fuerzas para sumar o restar algo a su obra.
El mundo apenas advertirá y no recordará mucho lo que aquí digamos nosotros, pero nunca podrá olvidar lo que aquí  hicieron ellos. A los que aún vivimos nos toca más bien dedicarnos ahora a la obra inacabada que quienes aquí lucharon dejaron tan noblemente adelantada; nos toca más bien dedicarnos a la gran tarea que nos queda por delante: que, por deber con estos gloriosos muertos, nos consagremos con mayor devoción a la causa por la cual dieron hasta la última y definitiva prueba de amor; que tomemos aquí la solemne resolución de que su sacrificio no ha sido en vano; que esta nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la Tierra.

              

miércoles, 20 de marzo de 2013

Paseos por Madrid: La Plaza de la Paja

Plaza de la Paja 1860
Capilla del Obispo


Es una de las plazuelas del antiguo Magerit árabe.  El nombre le viene de la costumbre allá por el siglo XV de vender allí la paja que se daba como subvención al capellán y cabildo de la Capilla del Obispo para mantenimiento de las mulas.  
Ha tenido otros nombres como Plaza de San Andrés y Plaza del Marqués de Comillas, pero siempre se vuelve al redil y se conoce como Plaza de la Paja. El motivo de llamarla de San Andrés fue cuando Felipe V quiso premiar a uno de sus capitanes por su valor en la batalla de Almansa y le concedió estos solares y un pendón que llevaba pintada la cruz en aspa o cruz de San Andrés.  El segundo nombre fue en el siglo XIX cuando fue dedicada al naviero, fundador de la Compañía Trasatlántica y propulsor de la Marina mercante española, don Antonio López y López, marqués de Comillas.
Fue lugar de residencia de las principales familias nobiliarias de Madrid.  Destacan varios edificios:
La Capilla del Obispo que fue construida entre 1520 y 1535, presenta una notable fachada plateresca que deja paso, en el interior, a un estilo transitorio entre el gótico y el renacimiento.
Fachada del Palacio de los Vargas

El Palacio de los Vargas, siglo XVI. Su fachada fue transformada en el siglo XX, de forma que la Capilla del Obispo y el Palacio de los Vargas muestran idéntica fachada. Adosado a la fachada hay una escultura de bronce del siglo XX que representa a un hombre sentado en un banco de piedra leyendo un periódico.
Estatua en bronce

El palacio de don Beltrán de la Cueva, dudoso padre de la Beltraneja, hoy colegio de San Ildefonso.
El palacio del Infantado donde lloró doña Juana la Loca, sus cuitas de amor y donde el Cardenal Cisneros es muy probable que pronunciara la famosa frase: “Estos son mis poderes”.
El Palacios de los Lasso de Castilla donde los reyes Católicos encontraban alojamiento cuando venían a Madrid.
El palacio  de los marqueses de la Romana,  de Benavente, de Villafranca, y más. En el siglo XIX, la gran mayoría de estos palacios, sufrieron un proceso de decadencia y un posterior abandono que terminó cuando los propietarios cedieron sus solares para la construcción de viviendas destinadas a las clases populares y de paso obtener rentas por su alquiler.
Una plaza llena de encanto y de historia. En ella desemboca la calle de Alfonso VI, que entró victorioso a la plaza por la calle del Aguardiente y hoy lleva su nombre, la calle del Toro, la calle de la Redondilla, la del Príncipe de Anglona, la del Alamillo y la atraviesa de norte a sur la Costanilla de San Andrés. Pequeña plaza escondida en pleno Madrid de los Austrias, en el barrio de La Latina.  
Nada hay tan placentero como salir a pasear un domingo, temprano en la mañana, por estas calles.  

Fuentes:
. Cabezas, Juan Antonio: Diccionario de Madrid. Compañía Bibliografía Española, S.A. 1968
. Azorín, Francisco: Leyendas y anécdotas del viejo Madrid. Ediciones La Librería, S.A. 2007

domingo, 17 de marzo de 2013

Rosa Mª Colmenar López: Poesías e Ilustraciones de Chinchón





Plaza Mayor
Carbón y pastel sobre papel
Pintora y poeta: Rosa Mª Colmenar López
Plaza Mayor

Aún desnuda está muy bella
castellana y elegante
muy temprano

se despierta toda ella
para nada vacilante
de la mano...




Vallejuelo Fachada
Carbón y pastel sobre papel
Pintora y poeta: Rosa Mª Colmenar López




Vallejuelo




Es para todos eterna tristeza
símbolo de deterioro y muerte
falta en toda solidez y firmeza
desde la base hasta el contrafuerte.
Tú serás para mí toda belleza
tu oscuridad verá la luz con suerte
entre tus grietas surgirá la vida
reflejo de la sangre de tu herida...


Cuesta del Alamillo
Carbón y pastel sobre el papel
Pintora y poeta: Rosa Mª Colmenar López

Cuesta del Alamillo

Empinada cuesta
refugio de novios.
A solas sin tiempo
tertulias de viejos.

Paseo obligado
de tantos viajeros.
Calor en verano
fríos los inviernos...


Valdezarza
Óleo sobre lienzo
Pintora y poeta: Rosa Mª Colmenar López




Valdezarza






Acaso llora mi alma
cuando agotada, yo, me entrego al sueño
y ante la suave calma
de ese abandono pleno
sin poder retenerlo, pasa el tiempo...





Licencia Creative Commons

Poesías e ilustraciones de Chinchón por Rosa Mª Colmenar López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.


Chinchón


Vista de Chinchón

Localidad perteneciente a la comunidad madrileña y a tan solo cuarenta y cuatro kilómetros de Madrid. Se encuentra entre los altos del páramo y las fértiles vegas del Tajuña, cuya condición geográfica propició los asentamientos humanos desde épocas remotas. Los restos más lejanos pertenecen al Neolítico y junto a “El Salitral”, se encontró un poblado posiblemente íbero o celtíbero.  
El castillo renacentista fue levantado en el siglo XV y en 1475 los Reyes Católicos lo cedieron, junto con sus tierras, a los marqueses de Moya, don Ándrés Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, al concederles el señorío del lugar. Chinchón se convirtió en mayorazgo con Juana I en 1505 y Carlos I dio a sus titulares el título de condes en 1520.
Condesa de Chinchón
Goya
El castillo fue residencia de los condes de Chinchón durante doscientos años. Robusto y muy horizontal, su aspecto responde a las características propias de la arquitectura renacentista. Tiene dos cuerpos cuadrangulares imbricados, que forman una planta rectangular, con esquinas rematadas en torres cilíndricas. Está construido en mampostería caliza concertada, con rellenos de argamasa y piedras. Los vanos y molduras están realizados en sillería, salvo la puerta de acceso, levantada parcialmente en sillarejo. En esta se exhibe el blasón de los condes de Chinchón, enmarcado por sillares almohadillados. Pese a las vicisitudes históricas ha llegado a nuestros días y hoy forma parte del Conjunto Histórico-Artístico de Chinchón, desde 1974.
El amplio templo de Nuestra Señora de la Asunción, domina desde un plano superior a la Plaza Mayor. Tras muchos avatares la Iglesia actual es una gran reconstrucción que combina los estilos gótico, plateresco, renacentista y barroco. Cabe destacar el cuadro de Francisco de Goya dedicado a su titular, por encargo de su hermano Camilo, capellán de los Condes. Esto fue en 1812.
Torre de la Iglesia de
Ntra. Sra. de Gracia
La torre del reloj formó parte de la antigua iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia, construida en el siglo XV. Fue restaurada mucho tiempo después de que los franceses destruyeran todo el conjunto, pero no así la iglesia. Hay un dicho: “Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre” ya que la contigua y actual iglesia de la Asunción carece de ella.
La Plaza Mayor de Chinchón constituye uno de los ejemplos más característicos en la tipología de plazas porticadas de Castilla y es el corazón de esta Villa, a la que se le otorgó el título de Muy Noble y Muy Leal en reconocimiento a su fidelidad en la guerra de Sucesión.
Tiene forma irregular, con inmuebles de tres plantas que se abren hacia la plaza con galerías adinteladas sobre pies derechos de madera con zapatas y con soportales en la planta baja, donde se conservan numerosas columnas de piedra de orden toscano.
Plaza e Iglesia 
Madoz, en 1847, hace una concisa descripción de la plaza: “…en el centro de la población de figura oblonga y bastante llana, en lo antiguo para evitar la inundación de las aguas que descienden de los cerros que la circundan por el norte, este y sur se construyeron dos grandes alcantarillas subterráneas embovedadas de mampostería por donde se da salida a las aguas sin ser vistas, hasta muy distante de dicha plaza, en esta y en su lado sur y oeste, hay dos soportales con columnas de piedra blanca, sobre las que están fabricadas las casas que sirven de tiendas de comestibles y la de ayuntamiento y carnicería con dos o tres órdenes de balcones o corredores de madera que sirven de vistas para las funciones públicas y corridas de novillos; en el lado del este hay una fuente de agua gruesa con dos abundantes caños que recibe un pilar cuadrado bastante grande para abrevadero de caballerías. Otra también con dos caños y aguas gruesas entre el este y oeste con un lavadero de piedra”.
Entre los edificios que forman la plaza encontramos el del Ayuntamiento, construido en el primer tercio del siglo XVI en el solar de unas casas adquiridas en 1499, a Juan Tinajero, vecino de Illescas. Este edificio presenta además galería en las dos plantas superiores, convertidas así en privilegiados palcos para presenciar los festejos taurinos. La portada de piedra, fue colocada en 1863, fecha que aparece en su clave.
El antiguo Concejo de Chinchón se reunía a toque de campana en el pórtico de la Iglesia de Santa María de Gracia, debajo de un álamo.  
 Bajo los soportales de esta plaza se venden los famosos ajos y el anís de Chinchón.
El ajo de Chinchón es blanco, de cabeza mediana, compuesta por apretados dientes que son largos, estrechos y rosáceos, de textura firme. Su sabor es fuerte y picante. Se recoge en verano y se siembra entre noviembre y diciembre. Tiene la virtud de convertir un huevo frito en un plato especial.
El anís de Chinchón con olor y sabor limpio, intenso y franco a anís destilado, puede ser:
- Dulce, con una graduación del 35%, ideal para cocinar. Cálido y dulce al paladar.
- Seco, con una graduación del 43%, sin azúcar.
- Seco especial, con una graduación 74%, sin azúcar.
El primer convento de los Agustinos Calzados fue fundado a finales del siglo XV, por los primeros condes de Chinchón, tras diversos usos, actualmente alberga el Parador Nacional de Turismo.
El convento de las Clarisas fue fundado en 1653 por el V conde de Chinchón.
Chinchón ha sido escenario de numerosas películas. En 1955 se rodó “La vuelta al mundo en ochenta días” con David Niven, Mario Moreno “Cantinflas”, Shirley MacLaine, entre otros muchos. A Cantinflas en el ruedo le acompañó Luis Miguel Dominguín. Fue bien recibida por la crítica recibiendo cinco premios Óscar, incluyendo mejor película y dos Globos de Oro. Aún se recuerda con orgullo la participación de muchos  chinchonetes como extras, que en aquellos años difíciles fue un pellizco para su economía. Hay quien pudo comprarse el ajuar de novia gracias a su participación en esta película.
El actor José Sacristán nació en la plazuela del Pozo en Chinchón, en 1937. Trabajó en el Teatro Lope de Vega de esta Villa en la obra de Adolfo Marsillac “Yo me bajo en la próxima ¿y usted?”. Entre otros muchos galardones, en 2012 obtiene su primer Premio Goya por su papel en la película “El muerto y ser feliz” de Javier Rebollo, por la que también recibe su segunda Concha de Plata en San Sebastián.
Teatro Lope de Vega
El teatro Lope de Vega fue construido por la Sociedad de Cosecheros en 1891. En este Palacio escribió y firmó la comedia “El Blasón de los Chaves de Villalba” el insigne autor, de ahí su nombre. Tiene un aforo para cuatrocientas personas.
Chinchón mantiene vivas sus tradiciones. En Semana Santa más de doscientos cuarenta vecinos intervienen en La Pasión, el Sábado Santo; con gran entusiasmo. Soy testigo de que, Simón de Cirene que fue, según los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, la persona que ayudó a Jesús a llevar su cruz hasta el Gólgota, donde luego sería crucificado, es un vecino de Chinchón que desde comienzos de enero se deja la barba crecer para ser cada año quien ayude al Señor. Es una representación dotada de gran sencillez desde sus comienzos, y hoy es, una de las manifestaciones religiosas con más popularidad de toda la comarca.
A finales de marzo o primeros de abril tienen lugar las fiestas del Anís y el Vino. Por esas fechas, arriba o abajo, la Semana Santa. El 25 de julio se celebra el primer encierro del año. Del 12 al 18 de agosto las Fiestas Patronales en honor a Nuestra Señora de Gracia y San Roque. En octubre se celebra desde 1923 un Festival Benéfico Taurino, una semana después de este evento se celebran las Fiestas del Ajo. Y muchas más pues si le atrae la gastronomía, saldrá pero que muy satisfecho. 
No hay excusa para no visitar Chinchón. 

Vista de Chinchón

jueves, 14 de marzo de 2013

Paseos por Madrid: La plaza de la Cebada

La Feria de Madrid en la plaza de la Cebada.
Manuel de la Cruz Vázquez 1770-1780
Museo del Prado


Tres cosas tiene Madrid que no las tiene La Habana: El Palacio, el Buen Retiro, la plaza de la Cebada.

Tiene mucho renombre y tradición por ser uno de los núcleos urbanos tradicionales del viejo Madrid. Se encuentra en La Latina con un teatro que lleva el nombre del barrio. La plaza se sitúa entre las calles de Toledo, Cebada, Humilladero y la plaza de Puerta de Moros.

El nombre de la Cebada le viene por ser el lugar de venta de cereales, los labradores de las cercanías de Madrid traían el grano y después de dar una parte para las caballerizas del rey, el diezmo al cura de San Andrés, una porción al sacristán de San Pedro, por tocar la campana milagrosa que alejaba los nublados, la limosna para la Virgen de la Almudena, vendían el resto.

Cuenta Fernández de los Ríos que esta calle y plaza se llamaron antes del “Viento”. En la esquina de la calle de Toledo estaba el Hospital de la Concepción, llamado de La Latina, por su fundadora en 1502, doña Beatriz Galindo, profesora de latín de Isabel La Católica. Fue el más importante de Madrid en aquellos tiempos. Se derribó a finales del siglo XIX para ampliar la calle Toledo.

La plaza fue lugar destinado oficialmente para las ejecuciones de reos condenados por la justicia. No solo el legendario Luis Candelas, asesinos y ladrones fueron ahorcados en la Cebada, también muchos políticos por sus ideas liberales, como ocurrió con el general Rafael de Riego que fue colgado en la horca, el 7 de noviembre de 1823.

El mercado de la cebada es uno de los mercados de abastos más grandes de Madrid. Desde el principio tuvo vocación comercial; fue sitio de trueque, del arte del tira y afloja. Más tarde se instala el primitivo mercado con su bella estructura metálica, de cierta influencia francesa que duró casi medio siglo de historia. En aras del progreso, la piqueta demolió el entrañable edificio. En 1962 un nuevo mercado. Los cambios en las costumbres de compra dan lugar a un reacondicionamiento. Así el mercado actual posee dos plantas de uso comercial, otra de almacén y otra de aparcamiento. Seis cubiertas abovedadas de color rojo cierran el edificio. 

Los tiempos cambian pero sin duda los mercados siempre tendrán alguna virtud: alcachofas, endivias, besugos frescos, chuletas de cordero.
Plaza de la Cebada con el Mercado al fondo




Fuentes:
. Cabezas, Juan Antonio: Diccionario de Madrid. Compañía bibliográfica española, S.A. Madrid-1968
. Cela, Camilo José: Madrid. Ediciones Alfaguara, S.L. Madrid-1966
. Azorín, Francisco: Leyendas y anécdotas del viejo Madrid. Editorial Avapiés, S.A. Madrid-1985

lunes, 11 de marzo de 2013

Dulce María Loynaz: Si me quieres, quiéreme entera



Dulce Mª Loynaz
 (La Habana, 1902 - Ibídem 1997)



Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...

Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde,
y rubia, y morena...

Quiéreme día, quiéreme noche...

¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!

Ramón L. Fernández y Suárez: Peteneras


Romance tradicional cantable 
                                                             
  
En lo alto del otero,
junto al camino de Baza,
hubo un castillo roquero
de antigua y soberbia traza.
                                     
Se construyó con esmero,
cuando los reinos de taifas,
por alarifes y obreros
venidos todos de Jaifa.

Para un amor traicionero
se levantó este palacio
sin escatimar dinero,
obrando bien y despacio.

Un alcaide torticero,
quebrantando lealtades,
abrió la puerta a un viajero
que le compró voluntades.

La castellana primero
y la fortaleza después
perdió de golpe un guerrero
que fue buen vasallo y buen juez.
                                           
Hoy el castillo es rimero
de piedras enmohecidas
y es testimonio postrero
de la traición inferida.



© Ramón L. Fernández y Suárez



 Licencia Creative Commons

Romance tradicional cantable por Peteneras por Ramón L. Fernández y Suárez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

                             

sábado, 9 de marzo de 2013

Paseos por Madrid: Iglesia San Nicolás de los Servitas

San Nicolás de los Servitas

Es esta la Iglesia más antigua que queda en Madrid como arquitectura cristiana. Solo la muralla árabe del siglo IX, en la Cuesta de la Vega, la supera en antigüedad. Aparece citada en el Fuero de Madrid de 1202.

Se llamó San Nicolás de Bari, su nombre actual es Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores. Los madrileños la llaman San Nicolás de los Servitas, ya que fue encomendada desde principios del siglo XIX, a una orden religiosa de poca extensión en España y de nacimiento italiano, la de los Servitas. Estos fueron mercaderes en la Florencia del siglo XIV. Se llamaban Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo. Se retiraron del mundo para llevar vida eremítica en el monte Senario, al servicio de la Virgen. Allí fundaron la Orden de los Siervos de María (Servitas).   

Aquí se bautizó el poeta Alonso de Ercilla, autor de “La Araucana” y fue enterrado Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial.

No se mantiene completa en su estructura primitiva pero es la iglesia madrileña que aún mantiene mayor número de elementos medievales. Las sucesivas restauraciones a lo largo de los siglos han condicionado su fisonomía actual.

Cronología:
Torre, siglo XII
Iglesia, siglo XV
Naves, siglo XVII
Capillas, siglo XVII
Portada, siglo XVIII
Torre románico mudéjar

A nivel arquitectónico lo más importante es, sin duda, su torre, situada al sur del conjunto parroquial, que data del siglo XII, excepto el típico chapitel de estilo herreriano que la remata, realizado en el siglo XVIII. Es un magnífico campanario de arte románico mudéjar, no muy posterior a la entrada de los cristianos en la medina musulmana, hacia el año 1085. Es una torre esbelta, de módulo cúbico, planta cuadrada que está construida con ladrillo muy cocido y decorada con arquerías ciegas. Son doce arquerías, tres por cada cara de la torre y con dibujos diferentes según se asciende en altura. Solo visible desde el interior, la torre conserva una ventanita compuesta por una ranura vertical de aspillera dentro de un arco ciego de herradura, enmarcado por el alfiz o arrabá, que serviría para dar luz al arranque de la escalera.

La torre fue declarada monumento nacional en 1931, favor del que hoy goza todo el conjunto.

Me dicen, me comentan, me escriben, que también es conocida como San Nicolás del Biombo por los madrileños, debido a la multitud de ángulos y recovecos que tenía la antigua cerca. 



Fuentes:
. Corral, José del: Curiosidades de Madrid. El País Aguilar.
. Hidalgo Monteagudo, Ramón: Iglesias antiguas madrileñas. Edic. La Librería   
. Martín Fernández, Carmen: Madrileña de pura cepa.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Antonio Machado y Ruiz: Retrato (Campos de Castilla)

Antonio Machado
(Sevilla, 1875-Colliure, 1939) 


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Ramón L. Fernández y Suárez: Romance Benjamín



Unas gotas de perfume
con aroma de jazmín
despertaron el instinto
del infante Benjamín
cuya mirada fue presa
en unos labios carmín.

En su primera sorpresa,
siendo su vida un jardín
donde los lirios florecen
en las mañanas de abril,
sintió teñirse su rostro,
usualmente de marfil.

Han pasado desde entonces
mañanas y días mil.
Sus mejillas no delatan
del corazón su latir
cuando unos labios provocan
y hacen su sangre bullir.

Del efebo que era entonces,
de su mirada gentil,
solo queda ya el recuerdo
borroso y en color gris,
cuando sus ojos divisan
unos labios carmesí.  


© Ramón L. Fernández y Suárez


Licencia Creative Commons

Romance Benjamín por Ramón L. Fernández y Suárez

                                          

viernes, 1 de marzo de 2013

Amantes de mis cuentos: El sabor de las lágrimas



Me quedé soltera, pero no por desidia. Desde los doce años comencé a buscar al hombre de mi vida. Mi primer novio fue un compañero de primaria. Le mandaron a estudiar a otra ciudad y todo acabó. Nos dijimos adiós con un abrazo. Esa fue la primera vez que sufrí por un desamor. Ochenta y cinco lágrimas contadas derramé.
El segundo era del instituto y otra compañera más espabilada me lo quitó delante de mis narices. No pude evitar que sobre mis mejillas resbalaran ochenta y cuatro lágrimas.
El tercero fue un amigo de mi hermano que con gran delicadeza me dijo que a quien amaba locamente era a él. Me senté a llorar y conté ochenta y tres lágrimas.
Con mi novio trigésimo sexto hubiese querido compartir su vida, pero a él no le interesaba la mía. Solo quería y buscaba sexo. Como soy tan bien educada le agradecí mucho todo lo que me enseñó.
Mis novios y mis lágrimas fueron desencadenándose a un ritmo cada vez más vertiginoso.
El que ocupó el puesto cuadragésimo tercero se quiso casar conmigo, habló hasta con mi familia. Ese mismo día subido en su coche, me lanzaba besos, y diciéndome adiós se estampó contra un árbol. No quiero pensar que se haya suicidado por haber hablado de más. 
Al verter diez de mis lágrimas por mi novio septuagésimo quinto me percaté que ya las gotas no tenían ese sabor tan salado, ni desprendían reflejos de desesperación ni mi corazón se arrugaba. Todo era más tenue. Cinco lágrimas más tarde hice un recuento de mi vida y me di cuenta que se me había pasado el arroz para llevar traje de novia. Nunca tendría esas fotos donde mi minuto de gloria se viera reflejado en la cola del vestido, esparcida por la escalinata de la iglesia o tirando al aire mi ramillete de orquídeas. 
Hoy, con la última lágrima vertida, no sé cómo hacerles saber a todos mis novios lo agradecida que les estoy de no tener que llamarles marido. No he sacado nada productivo de mis hombres, salvo el placer, que es incontable, pero de ese tema prefiero no hablar, de momento.


© Marieta Alonso Más


Publicado en:
La Isla. Colección Nuevos Narradores nº 7. Edición de Clara Obligado. Madrid, 2014

Amantes de mis cuentos: Los doce trabajos de Hércules



Dedicado a:
 Alejandro, Álvaro, Luxuan, Paula


Los niños de hoy no son como los de antes. Son más espabilados, lo saben todo, se mueven con tal ímpetu que, al menos yo, me parapeto tras una coraza medieval cuando les veo correr hacia mí. Hay que ver lo que da el día de sí. Benditos dibujos animados que les mantienen hipnotizados, pero, esta tarde se nos ha estropeado la televisión, la niñera se ha despedido dando un portazo, mi marido se ha escapado a una reunión y los abuelos se han declarado en huelga. Desde el sofá  les veo, siento y oigo, desparramar cajones por los suelos, deslizarse por la barandilla de la escalera como si fuera un tobogán, saltar en los sofás y balancearse como simios de las lámparas.
Para no perder la paciencia que me caracteriza, logré sentarles en el suelo al estilo de Buda. Cosa rara, escucharon muy atentos, que les iba hablar de un dios mitológico, la divinidad tutelar de la agricultura, protector del suelo, el comercio y los ejércitos, que los griegos llamaron Heracles, los romanos Hércules, cuando en verdad, de niño le pusieron Alceo.
Y por vez primera se quedaron como si les hubiese inyectado anestesia.
Así que buscando en los recovecos de mi memoria, comencé:
Hércules es el más célebre de todos los héroes griegos. En un ataque de locura mató a sus propios hijos y a dos de sus sobrinos.
- ¡Oh, oh!
La culpable de que lo hiciera fue Hera, su madrastra, que le dio una pócima que le volvió loco. Como había cometido un crimen fue castigado a realizar diez trabajos. El Rey Euristeo dispuso lo que tenía que hacer.
-Y ¿Por qué no le metieron en la cárcel?
-No ves que fue castigado a trabajos forzados.
-Eso ¿qué es?
-A nosotras no nos van a matar porque somos unas niñas muy buenas. A vosotros sí, porque sois muy malos.
Hércules y el león de Nemea

La primera misión fue matar al león de Nemea y despojarle de su piel. Era una fiera de tamaño descomunal y aspecto aterrador. Su madre, Equidna, era una víbora y por esa razón, la piel del hijo, no admitía flechas. Pensando, pensando, Hércules llegó a una conclusión. Lo mejor era acorralarlo en una cueva y ahogarlo con sus propias manos. Y así lo hizo. Ya muerto el león cortó sus garras, con ellas desolló  su piel y como andaba desnudo por esos mundos, utilizó la piel como vestimenta. No sabía que hacer con las fauces así que para no tirarlas, ni que le estorbaran, las utilizó como casco.
-¡Qué fuerte!
-Y valiente. 
-El otro día yo maté a una hormiga.
-Y yo.


Antonio Pollaiuolo. Hércules y la Hidra.




Animada por tanta atención comencé con el segundo trabajo, que no fue otro, que eliminar a la Hidra de Lerna.  Era un monstruo con cuerpo de serpiente, garras de dragón y dorso cubierto con duras escamas. Tenía siete cabezas y las bocas lanzaban fuego y azufre. Si se le cortaba una cabeza salían dos. Hércules pidió ayuda a su sobrino Yolao. Uno tomó una antorcha y el otro una hoz. Así cuando uno cortaba la cabeza, el otro cauterizaba la herida. Y la Hidra, feneció.
-¿Eso qué es?
-Morirse, tonto.
Este trabajo no fue aceptado como válido por haber recibido ayuda.
-Y ¿por qué?
-Porque Euristeo así lo quiso.
-¡Ah!
Hércules y la cierva de Cerinea

El tercer objetivo era capturar a la cierva Cerinea que tenía las pezuñas y los cuernos de oro. Esta cierva era un animal sagrado del tamaño de un buey. Hércules con un mazo muy parecido a los bastos pintados en las cartas, la golpeó, a pesar de que corría a una velocidad sorprendente, pero Hércules tuvo mucho cuidado en no matarla, por temor a la ira de la diosa Artemis.
-¿Y que hizo con las pezuñas y los cuernos de oro?
-Se las entregó a Euristeo.
-¿Yo metería a Euristeo en prisión?
-¿Cómo? No sabes que los reyes tienen muchos guardaespaldas.

Tuaillon. Hércules y al jabalí de Erimanto
La cuarta prueba fue capturar al jabalí de Erimanto que era enorme y siempre estaba furioso. Con una cadena logró trabar sus patas y su hocico, y lo cargó sobre sus espaldas para presentarse con él, ante Euristeo, que según dicen, se escondió en un ánfora.
-Era un cobarde.

Llegó al quinto trajín. Para humillar a Hércules, Euristeo le mandó a limpiar los establos de Augías, en veinticuatro horas. Tenía que dejar impolutos unos establos que llevaban muchos años abandonados. ¡Ah! Pero Hércules no se amilanó ante tanto trabajo, porque desviando el curso del río Alfeo, su corriente arrastró toda la basura. Mientras el río limpiaba el establo, Hércules se puso a pensar que debía pedir una remuneración por ese trabajo y contra todo pronóstico, le dijeron que le pagarían, pero no cumplieron la promesa.
Hércules desviando el cauce

-No se debe mentir.
-Pues… mi amigo del colegio me dijo que me regalaba su coche y luego me lo quitó.  
Tampoco este trabajo fue aceptado como válido. Así que los diez trabajos se convirtieron en doce.
-Eso no es justo.
-¿Se enfadó Hércules?
-Seguro que sí.

Hércules y las aves del lago Estínfalo
El sexto mandato fue acabar con la amenaza de las aves del lago Estínfalo. Eran monstruos de origen divino con dardos en lugar de plumas, alas, picos y garras de bronce. Se escondían entre las ramas de los árboles, así que Hércules las hizo salir de su escondite por medio de unas grandes castañuelas también de bronce. Con el ruido se marcharon volando y con gran alboroto. Algunas las pudo matar con sus saetas que eran muy poderosas porque Hércules había guardado la sangre de las cabezas de la Hidra que eran muy letales y con ellas untó las flechas.
-¿Las flechas estaban envenenadas?
-Pues claro.
-Entonces solo con olerlas, el pájaro se moría.
-¡Este niño es idiota!


Hércules y el toro de Creta
La séptima faena fue capturar el toro de Creta. Era muy hermoso nacido de las aguas del mar al que Poseidón volvió furioso. Euristeo mandó hacer este trabajo con muy mala intención porque lo que quería era medir las fuerzas entre Hércules y el toro. Pero, éste, tras un forcejeo, lo agarró por los cuernos, se lo cargó a la espalda y se lo llevó vivo a Euristeo. 
-Con lo fuerte que son los toros.
-¡Pero Hércules lo es mucho más!
-¿Y si el toro mata a Hércules?
-Imbécil. No ves que Hércules siempre gana.
-Entonces ¿es un héroe?
-Pues claro. 
Hércules y las yeguas de Diomedes

La octava tarea fue apaciguar a las cuatro yeguas del Rey de Tracia, Diomedes. Estaban acostumbradas a ser alimentadas con carne humana. Hércules se sentó en una piedra a pensar. Bajo ningún concepto quería terminar en el estómago de esas yeguas. Las veía moverse de un lado a otro, nerviosas, al parecer llevaban días sin comer y tenían un hambre atroz. Así que para calmarlas le echó a Diomedes, el Rey. Las yeguas se lo comieron y se quedaron tan tranquilas. Sin grandes esfuerzos se las llevó a Euristeo que pidió que no se las acercaran, por si las moscas.
-No me gusta Euristeo.
-Y eso ¿qué nos importa?
-Bueno.
Hércules y el cinturón de Hipólita

La novena obligación: arrebatar el cinturón a Hipólita, la Reina de las Amazonas. Era el símbolo de su poder. Las amazonas eran mujeres guerreras que se cortaban un pecho para colocar mejor el arco. Se apareaban una vez al año. Si tenían hijos se los daban al padre o los abandonaban. Solo se quedaban con las hijas. Hércules no se lo pensó mucho y en un combate singular dejó a la Reina inmovilizada agarrándola del cabello y le quitó el cinturón. Hay quien dice que secuestró a su hermana Melanipa y a cambio ella le entregó su cinturón.
-Yo sé cómo nacen los niños.
-¿Cómo?
La pequeña se echó a llorar con gran desconsuelo. Tras un rato a la espera de que se calmara, dijo:
-Me gustan más los cuentos de princesas.
-A mí también.
-A nosotros nos gusta más Hércules. Vamos a ser tan fuertes como él.

Hércules contra Gerión. el Louvre
Llegamos al décimo esfuerzo, en la que nuestro héroe debe robar los bueyes de Gerión. Hércules tuvo que trasladarse al extremo occidental del mundo. Así que llegó a Huelva donde vivían los tartessos, no sin que antes tuviera que abrir el estrecho de Gibraltar. Sin pereza separó en dos el continente. Gerión era un monstruo gigante y muy cruel, tenía tres cuerpos y era propietario de un inmenso rebaño de bueyes y de vacas rojas, que cuidada el pastor Eurition junto con un perro llamado Ortro de dos cabezas, hermano del can Cerbero. Primero mató a Ortro, luego a Euritión y por último a Gerión. Y se apropió del rebaño. De regreso Hércules pidió ayuda a Helios, el sol. Venía algo cansado porque no es fácil lidiar con tantas vacas y bueyes. Así que le pidió al sol su copa dorada para regresar, digamos como si diera un paseo por los aires, ya que Helios la utilizaba para cruzar el mar cada noche de oeste a este. Helios, muy amable se la prestó, y mientras tanto, se quedó en su cuádriga oyendo música, acompañado de sus hermanas, Aurora y Selene.
Así Hércules pudo llegar descansado al palacio de Euristeo.
-Y ¿si le hubiese pedido ayuda a Spiderman?
-Esta niña es boba. No vez que Spiderman está en Nueva York capturando a los malos.

El jardín de las hespérides
El undécimo quehacer fue robar las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. En las Islas Canarias, habitaban unas ninfas, llamadas Hespéridas, que  cultivaban árboles con manzanas de oro. Un hermano de ellas, Atlas, se encontraba en aquel momento sujetando sobre sus hombros la bóveda celeste por haberse rebelado contra Zeus. A Hércules se le ocurrió pedir ayuda a Atlas. Y éste se ofreció a ir en busca de las manzanas si Hércules se quedaba sujetando el cosmos. De regreso con las manzanas, Atlas pensó, que si dejaba a Hércules sujetando el cielo, él se libraría de tan gran peso y podría quedarse, de paso, con las manzanas. Pero a Hércules no había quien le engañase. Le escuchó atentamente, asintiendo, y le dijo:
-No me importa quedarme sosteniendo el firmamento pero necesito ponerme algo sobre los hombros para sujetarlo mejor.
Atlas dejó las manzanas en el suelo y retomó el cielo.
Hércules libre de la carga recogió las manzanas y se marchó diciéndole adiós a Atlas, con una sonrisa.
-¡Qué estúpido!
-Yo quiero ser Hércules.
-Y yo
-Yo no. Yo quiero ser una amazona.
-Y yo… yo… yo… quiero ser una princesa. 
Hércules y el Can Cerbero

Llegamos a la duodécima hazaña. Esta vez Hércules tuvo que bajar a los infiernos, a Hades, como así se llama el abismo, para traer al can Cerbero que tenía tres cabezas y  cola de serpiente. Este perro era quien custodiaba la puerta del averno para impedir la entrada a los vivos y la salida a los muertos. Hay quien cree que Hércules le pidió permiso a Hades para llevarse a Cerbero y éste accedió. Otros dicen, que trató con tanta amabilidad al perro, que Cerbero no acostumbrado a ser tratado con deferencia, le acompañó dócilmente. En cambio, otros piensan que Hércules luchó con Cerbero y lo derrotó.
El caso es que consiguió llevárselo a Euristeo. Mientras buscaba a Cerbero, para entretenerse, liberó a Teseo…
-¿Ese quién es?
…pero la tierra tembló cuando intentó liberar a Pirítoo.
-¿Ellos también mataron a sus hijos?
Si queréis, otro día, os cuento la historia de estos dos. Así que con este último servicio, Hércules, finalizó todos los trabajos. Y colorín, colorado.
Los niños quedaron pensativos, cenaron en silencio y se acostaron temprano, sin chistar. Las pesadillas me tuvieron en pie toda la noche.
Pero a la mañana siguiente…



© Marieta Alonso Más