lunes, 30 de diciembre de 2013

Santa Teresa de Jesús: La eficacia de la paciencia

Teresa de Ávila por Pedro Pablo Rubens
 (Gotarrendura, 1515 - Alba de Tormes, 1582)

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
solo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
solo Dios basta. 

sábado, 28 de diciembre de 2013

Cándido Gómez: Sus acuarelas, sus óleos


Puesta de sol
Acuarela

La pintura es una de las expresiones artísticas más antiguas y es el arte de la representación gráfica.  Comprende todas las creaciones artísticas hechas sobre una hoja de papel, un lienzo, un muro, una madera, un tejido, empleándose en ellos las técnicas de pintura, los conocimientos de la teoría del color, la composición de formas, colores, texturas  y el dibujo.

Forma parte de las siete principales artes como son: la arquitectura, la escultura, la pintura, la literatura, la danza, la música y el cine. Este último se unió a esta clasificación en el siglo XX.
Mujer rodeada de rosas
Óleo

Al óleo. Es un procedimiento pictórico que utiliza un vehículo graso, generalmente aceite de linaza, para fijar el pigmento y el disolvente es la trementina. 

Estos aceites se secan lentamente ya que lo hacen no por evaporación sino por oxidación. Se forman capas de pigmento que se incrustan en la base y tras el tiempo de secado se fijan en las siguientes capas. 

Este proceso de oxidación confiere riqueza y profundidad a los colores del pigmento seco y según las proporciones de aceite y disolventes puede mostrar una gama de calidades, opaca o transparente, mate o brillante. 

La lentitud del secado permite retirar pintura y repasar zonas enteras. Los rayos X demuestran que muchos grandes maestros han realizado cambios durante el proceso de realización de un cuadro.

Puente
Acuarela

La acuarela. Se realiza con colores diluidos en agua, sobre papel o cartón.
Los colores son transparentes, según la cantidad de agua en la mezcla, a veces deja ver el fondo del papel que actúa como otro tono. Se compone de pigmentos aglutinados con goma arábiga o miel. Se emplean capas transparentes, a fin de lograr mayor brillantez y soltura en la composición. Requiere del artista la seguridad en los trazos y espontaneidad en la ejecución. 

También existe la acuarela hiperrealista que utiliza barnices para no remover las primeras capas y dar sucesivas veladuras con lo que se consigue un claroscuro muy detallado pero carente de la translucidez de la acuarela clásica.


Barcos de vela
Acuarela




Un buen amigo, Cándido Gómez, nos muestra su obra.








Jardín
Óleo







¡Disfrutadla!

viernes, 27 de diciembre de 2013

Mario Benedetti: La gente que me gusta

Mario Benedetti
 (Paso de los Toros, Tacuarembó, Uruguay, 1920 - Montevideo, Uruguay, 2009)



Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que hagas las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente pero sin lastimarme ni herirme.

La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.

A estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía, contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivo e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta le gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como esa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.






jueves, 26 de diciembre de 2013

Leyendas polacas: El dragón de Wawel

Escudo de Cracovia


Hace muchos, muchos siglos atrás vivía, en una cueva bajo el castillo de Wawel, un terrible dragón, el más horrible dragón, que jamás se haya visto. Era un monstruo que devoraba todo el ganado que se le ponía por delante.

Los caballeros más valientes del rey trataron de vencerlo una y mil veces, pero todo esfuerzo fue en vano. No llegaban a desenvainar sus espadas cuando el fuego que el dragón lanzaba por su boca, los mataba o los hacía huir.

El rey de Cracovia, Krak, cansado del dragón, envió a sus heraldos a recorrer las tierras por todo el mundo anunciando que aquel caballero que pudiera vencer al dragón se casaría con su hija y heredaría el trono.

Muchos fueron los que se atrevieron a enfrentarse con el dragón por tan espléndido premio, pero uno tras otro fueron vencidos. El rey cayó en la desesperanza, su hija comenzó a pensar que jamás se casaría, el reino se empobreció cada vez más porque el dragón exigía más y más comida.

Un día un joven zapatero llamado Skuba, que había observado con atención los combates de los caballeros, elaboró un plan para acabar con la bestia. Dentro de la piel de un cordero metió alquitrán y azufre, lo cosió y lo dejó al lado de la cueva del dragón. Éste que era tonto y glotón, pensó que se trataba de un sabroso bocado y se tragó el cordero.

Como hacía siempre después de cada comida abundante, eructó expulsando fuego. Entonces el azufre se incendió en el estómago de la bestia. El dragón corrió hacia el Vístula con la esperanza de apagar el fuego interior, pero bebió tanta agua que reventó.



El pueblo quedó liberado de su terror y el zapatero después de hacer muchas botas de la piel del dragón, se casó con la hija del rey. 


Fuentes:
Apuntes de Marieta Alonso. Viaje turístico a Polonia.
Polonia. Editorial Festina. Varsovia.  

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad 2013






Cuentos de Marieta 

  
pide al  


Niño Jesús


que os colme


de dicha y felicidad.





Al Niño Jesús
Juan Díaz Rengifo (Ávila, 1553 - 1615)


Soles claros son
tus ojuelos bellos,
oro los cabellos,
fuego el corazón.

Rayos celestiales 
echan tus mejillas,
son tus lagrimillas
perlas orientales,
tus labios corales,
tu llanto es canción,
oro tus cabellos,
fuego el corazón.

Niño divino,
niño adorado,
mi bien amado,
mi buen Pastor,
estos pastorcitos
que tanto te aman
humildes te aclaman,
escucha su voz.

En el pesebre
sobre unas pajas,
con pobres fajas
veo a mi amor;
llora y tirita,
más no de frío,
del hombre impío
siente el rigor.

Mortal que lloras
los grandes daños
que tantos años
tu culpa da,
con gran anhelo
busca gozoso
al Niño hermoso
nacido ya.

Niño divino,
ven a mi pecho,
que dulce lecho
te quiero dar,
y si en las pajas
lloras de frío,
arrullo mío
te hará callar.




Esta poesía llegó a mis manos a través de una gran amiga: Carmen Marirrodriga. 



Brújulas y Espirales: Rosa Montero

Blog  literario Brújulas y Espirales

miércoles, 19 de junio de 2013


LA LITERATURA, EXORCISMO CONTRA EL DOLOR



La ridícula idea de no volver a verte

Rosa Montero

Editorial Seix Barral, Barcelona, 2013, 233 páginas.



Este libro publicado en marzo de este año, sin ser un best seller al uso ni literatura de consumo, ha llegado en tres meses a la novena edición. Rosa Montero lo escribió suturando biografía y ficción y utilizando a Marie Curie como paradigma o arquetipo de referencia en el que apoyarse para reflexionar sobre ciertos temas vividos en carne propia.

Rosa Montero, en efecto, relata la vida de Marie Curie antes y después del duelo por la muerte de su esposo Pierre. Y relata igualmente su propia experiencia vital al lado de su marido, Pablo Lizcano, también antes y después de su fallecimiento, intentado hallar sentido a esas vivencias. Por eso este libro se convierte en un acto de creación. No debe extrañarnos pues esa frase que produce escalofríos colocada en el frontispicio del libro: “Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos” (página 9). Casi al final de la publicación la autora recuerda los resultados de un estudio, según el cual los separados y los divorciados están más deprimidos que los viudos. Porque a los primeros les falta una narración convincente, un relato consolador que le de sentido a sus vidas.

Este relato es el que Rosa Montero nos ofrece en este híbrido artefacto literario. Nos relata en efecto, sin sentimentalismos, pero con la justa dimensión de dramatismo que encierran los hechos, el truco más antiguo de la humanidad frente al dolor y al horror: transmutar a través de la literatura el sufrimiento en belleza porque -y tiene toda la razón la escritora- la literatura es un escudo poderoso frente al mal y al dolor, un poderoso exorcismo frente a la desolación que produce la ausencia definitiva de un ser amado. Su propio dolor por la muerte de quien fue su pareja, como he dicho, amalgamado con el de la mujer Marie Curie, que no pudo despedirse de Pierre, su esposo, contarle lo que fueron el uno para el otro; y por eso escribe un diario en forma de carta, reproducido al final de este libro.

Un libro que, no obstante, brota del sufrimiento y pivota sobre la vida de Manya Sklodowska, la física y química polaca nacionalizada francesa, que descubre el radio junto a su marido Pierre y fue la primera mujer en múltiples frentes: en recibir dos Premios Nobel, en licenciarse y doctorarse en Ciencias en Francia, la primera en tener una cátedra en la Sorbona. Una mujer que no lo tuvo fácil en ningún momento de su vida: su crecimiento en un ambiente pobre y políticamente enrarecido; su lucha contra el miedo y la oposición del mundo masculino a la visibilidad y ascensión social de la mujer; su descubrimiento del radio en un ruinoso hangar; sus despreocupada exposición a las radiaciones que le llevarán a la tumba, el fatal fallecimiento de Pierre; su ausencia que no le cabe en la cabeza; su enamoramiento a los cuarenta y dos años de Paul Langevin que le supuso un verdadero linchamiento por parte de la puritana sociedad parisina y que obscureció su segundo Nobel (año 1912). Una mujer de sobrehumana voluntad, capaz de hacer milagros, con un gran compromiso humanista, pasional y también con pequeñas mezquindades, muy dura, sobre todo contra sí misma, siempre tan triste y con un cuerpo sometido voluntariamente a una brutal radiactividad durante tantos años.

Un libro con un acontecimiento medular: el fallecimiento de Pierre Curie que desencadena el relato de la vida de su esposa, antes y después del fatídico accidente y que le permite a la autora narrar en paralelo su propio duelo, que no es, sin embargo, un túnel cerrado a la vida, como tampoco lo fue el de Marie Curie.

No es este libro incalificable un impúdico tráfico con el dolor, sino un intento de hallar un sentido al mal y a la congoja. Y para Rosa Montero ese sentido se encuentra en la narración. De ahí nació este torbellino de palabras, escritas con un tono confesional, que nos hablan de tú a tú, con una gran fuerza poética capaz de conmocionarnos, como cuando la autora relata que Marie Curie guardaba coágulos de sangre y trozos de los sesos de sus esposo para besarlos. Y también de horrorizarnos al hacernos ver el pavoroso desprecio para su salud con que Marie manejaba el radio.

Hashtags, fotografías que interactúan con el texto escrito, completan un libro híbrido, ambiguo y pantanoso, de lo que la misma autora es consciente: la fusión entre la realidad biográfica y la ficción. Por eso también a este libro cabe aplicarle la receta de Álvaro Pombo: la invención creativa, la ficción, como marcador semántico que es, introducido en una biografía, anula la exactitud de la realidad biográfica, por mucho que la escritora nos diga que todos los datos del libro sobre Marie y Pierre están documentados, que no hay una sola invención en lo factual. Pero ese marcador semántico no es un frívolo adorno: expresa bellamente y de forma optimista la realidad biográfica. Es la acción embellecedora y catártica de la literatura.



Francisco Martínez Bouzas








Rosa Montero



Fragmentos





“Eso es lo que hizo Marie Curie cuando le trajeron el cadáver de Pierre: encerrarse en el mutismo, en el silencio, en una aparente, pétrea frialdad. Llevaban once años casados y tenían dos hijas, la menor de catorce meses. Pierre había salido esa mañana como siempre camino del trabajo; tuvo una comida con colegas y, al volver al laboratorio, resbaló y cayó delante de un pesado carro de transporte de mercancías. Los caballos lo sortearon, pero una rueda trasera le reventó el cráneo. Falleció en el acto.


Entro en el salón. Me dicen: «Ha muerto.» ¿Acaso pude una comprender tales palabras? Pierre ha muerto, él, a quien sin embargo había visto marcharse por la mañana, él, a quien esperaba estrechar entre mis brazos, esa tarde, ya solo lo volveré a ver muerto y se acabó, para siempre. (Diario)



Siempre, nunca, palabras absolutas que no podemos comprender, siendo como son pequeñas criaturas atrapadas en nuestro tiempo. ¿No jugaste, en la niñez, a intentar imaginar la eternidad? ¿La infinitud desplegándose delante de ti como una cinta azul mareante e interminable? Eso es lo primero que te golpea en un duelo: la incapacidad de pensarlo y admitirlo. Simplemente la idea no te cabe en la cabeza. ¿Pero cómo es posible que no esté? Esa persona que tanto espacio ocupaba en el mundo, ¿dónde se ha metido? El cerebro no puede comprender que haya desaparecido para siempre. ¿Y qué demonios es siempre? Es un concepto inhumano. Quiero decir que está fuera de nuestra posibilidad de entendimiento. Pero cómo, ¿no voy a verlo más. ¿Ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni dentro de un año? Es una realidad inconcebible que la mente rechaza: no verlo nunca más es un mal chiste, una idea ridícula.”



…..



“Hay gente que, en su pena, se construye una especie de nido en el duelo y se queda a vivir ahí dentro para siempre. Permanecen en ese lugar común, repiten el destino de vacaciones, visitan ritualmente los antiguos lugares compartidos, mantienen las mismas costumbres en memoria del muerto. Yo no creo que sea bueno, o quizá sí, quién sabe, quién soy yo para decir cómo debe uno tratar de superar una pérdida; pero, en cualquier caso, no es mi elección. Me cambié de domicilio tras la muerte de Pablo (Marie también se mudó de casa cuando enviudó) y el mundo tiene varios rincones que es posible que yo no vuelva a visitar: Estambul, Alaska, Islandia, ciertas zonas de Asturias o estas hermosísimas iglesias de madera.”



(Rosa Montero, La ridícula idea de no volver a verte, páginas 24-25, 88-89)

lunes, 23 de diciembre de 2013

Marisa Caballero: Se acerca la Navidad


Pronto llegará la Navidad, y con ella, según las estadísticas, el mayor consumo del año. Con la crisis económica, se justifica que el encendido de luces que adornan las calles se produzca antes, hay que activar la economía, genera nuevos puestos de trabajo. La iluminación instalada es de diseño, pero no hay que preocuparse, todas las bombillas son de bajo consumo, y aquí estamos, a primeros de Diciembre, hacemos de Madrid una antorcha, quizás sea lo que se deba hacer, pero ¿por qué se fomenta el exceso?, no se necesita tanto gasto. No soy contraria a la existencia de alumbrado, pero con moderación, hay que sentirla, no promocionarla.

Recuerdo la Navidad de mi niñez, las castañeras en los puestos de la calle eran su preludio, ¡pobrecillas!, una pequeña caseta de madera, cartones y muchas capas de ropa, el olor de las brasas y las castañas asadas es inolvidable, el calor en las manos los días fríos, me sigo parando en los pocos puestos que quedan. Luego la instalación del “Nacimiento”, ese que iba aumentando las figuritas año, tras año, porque así se llamaban. Pequeñas, de barro, que al día siguiente de Reyes se envolvían en papel de periódico. El mío se comenzó en 1954, con “El Misterio”, únicas figuras que valen un poco la pena, lo compró mi abuela por encargo de mi madre en la plaza Mayor, y se puso en el hueco de una chimenea francesa que había en el comedor de mi casa, ¡que maravilloso me pareció!, iba y venía muchas veces a verlo. Sólo tenía el corcho y las cinco figuras.

Fue creciendo, se compraban en casa de la Sra. Eusebia, que con su voz suave y pausada decía, “el nacimiento es como la paella, cuantas más cosas se pongan saldrá mejor”, y como nunca se enfadaba atendía a toda la chiquillería que íbamos a ver los juguetes que vendía, y las figuritas, dejaba lo que estuviera haciendo y lo enseñaba, porque era una habitación de su casa la que destinaba a su negocio, creo que conocía la voz de todos. Entonces, ninguna puerta en los pueblos se cerraba con llave. La empujabas y estabas dentro.

Aquella habitación, según se entraba a la izquierda, tenía toda la fantasía que a los niños de entonces nos hacía felices. Muñecas de cartón, que cerraban los ojos cuando las girabas y que cogiéndolas por los hombros o la cintura andaban, cochecitos de lata, trajes de romano, espadas de madera, tableros de parchís, por un lado éste juego, por el otro la Oca, fuertes, indios a pie y a caballo, y los soldados, trenes de cuerda, traga bolas, caretas, cuentos, tebeos etc. que cada uno tiene en su recuerdo. Todo un mundo, que estimulaba la imaginación, porque nada era mecánico.

Las figuras estaban en un gran tablero, en el centro, muy juntas, allí había molineros, pastores, lavanderas, castañeras, el Rey Herodes, los soldados, los Reyes Magos con sus pajes y un largo etc. familias de animales, ovejas, patos, cerdos, gallinas, conejos, todo aquello que nos resultaba familiar. Casas de cartón y de corcho, pozos de diferentes tamaños, puente para el rio, rollos de papel que al desplegarlos mostraban un cielo azul pintado con nubes y estrellas. Siempre recordaré con placer esas visitas, que cercanas a Navidad eran diarias, y que a nuestras madres las traían por la calle de la amargura, sabíamos los precios de todo, alguna figura se compraba con el ahorro de la peseta dominguera. ¡Qué tiempos!

Ahora hay muchos turrones, entonces solo había el blando, duro y mazapán. Los menús de la cena y comida de Navidad eran simples, según las zonas, lombarda, sopa de almendra, pollo o gallina en pepitoria, lomo adobado, cordero, albóndigas (que muchos llamaban almóndiguillas), la botella de coñac y anís que servía de música, el almirez, y mucha alegría, ahora se consume mucho, pero ni se parece, mesas con exquisiteces, pero ya carentes de contenido, y la misa del Gallo a la que íbamos toda la familia, al menos en mi casa.

Cuando el nacimiento se iba llenando y los Reyes venían por el camino, mi mayor obsesión era que llegaran pronto al portal, yo los adelantaba y mi madre los retrasaba, con ellos llegarían los regalos.
Al gordo del traje rojo nadie lo conocía, y los niños no se traumatizaban por ir al colegio al día siguiente, siempre había tiempo para el juego.

Hoy me queda muy poco de aquél nacimiento que reuní, los traslados y los años lo fueron disminuyendo, no me queda ni una casa, ni el castillo de Herodes, ni pozo, ni puente, la mayor parte de las figuras están cojas o mancas, todos los años lo pongo, y aunque para algunos será una simpleza, es una parte de mi vida, que quiero compartir con todos vosotros, FELIZ NAVIDAD.







Licencia Creative Commons
Se acerca la Navidad por Marisa Caballero se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Ginesa Rubio: Marquetería


La taracea es el arte de incrustar sobre una superficie base, generalmente de madera noble, pequeñas piezas de conchas, nácar, hueso, madera..., la marquetería aunque muy similar a la taracea ya que también es una labor de incrustación, es la técnica de chapar y su materia prima son las maderas, cada una con su color y textura, de tal manera ensamblado que resulta un mosaico de alto valor estético y decorativo.

Se puede crear todo. Desde una flor hasta un paisaje, escenas, personajes, con cualquier tipo de maderas. Las más comunes son: tilo, sicomoro, nogal, palo rojo de Guinea, etimoe, ébano, palisandro, tejo y erable, entre otras muchas. También existen maderas teñidas prácticamente en todos los tonos.

Hoy, una amiga muy querida, nos brinda la posibilidad de contemplar una pequeña muestra de sus trabajos.






Caja con instrumentos musicales:

El fondo es de nogal, la mandolina de olivo y limoncillo; las hojas de tilo verde, los filetes de limoncillo y el violín de bojaura.




Caja 25º aniversario: 

El fondo de olivo y las manos de cerezo.





Pescadoras: 

El fondo de tilo verde, la arena de olivo, los cestos de boj, los vestidos de sicomoro y el delantal de palo rojo.










Espejo: 

Fondo de nogal, filetes de limoncillo, hojas de tilo, flores de sicomoro y palo rojo.











Espero que os haya gustado.







jueves, 19 de diciembre de 2013

Edith Head (San Bernardino, California, USA, 1897 – Hollywood, 1981)


 
Edith Head y sus ocho estatuillas

Sus diseños son sinónimo de elegancia y glamour. Nominada treinta y cinco veces para los Óscar ganó un total de ocho, en películas como: La Heredera (1949); Sansón y Dalila (1949); Eva al desnudo (1950); Un lugar en el sol (1951); Vacaciones en Roma (1953); Sabrina (1954); The facts of life (1960) y El golpe (1973). Aparece como Jefa de vestuarios en cuatrocientos veintisiete títulos que abarcan desde el cine mudo (su primer trabajo fue “Wings”, de William Wellman en el año 1927) hasta finales de los años 1970.

Fue una reina entre bambalinas.

Comenzó a trabajar para  la Paramount Pictures, con veintiséis años, luego pasó a los Estudios Universal. Durante los años mil novecientos cuarenta y cincuenta alcanzó su mayor esplendor.
Eva al desnudo
Anne Baxter, Bette Davis, Marilyn Monroe, George Sanders

Uno de sus primeros éxitos fue crear para Dorothy Lamour un exótico vestuario a base de pareos y bañadores de vivos colores y dibujos. Vistió a Bette Davis en “Eva al desnudo” con trajes de noche negro, abrigos de piel, broches, pulseras de brillantes, con un toque de elegancia impecable. Consiguió que Gloria Swanson en “El crepúsculo de los dioses” bordara su personaje con ese aire algo rancio y decadente creando un glamour excesivo y pasado de moda. Sus diseños para Elizabeth Taylor hicieron soñar a las jóvenes con aquellos trajes entallados en la cintura con amplias faldas. Cubrió a Audrey Hepburn en “Vacaciones en Roma” con gran delicadeza y a Marlene Dietrich en “Testigo de cargo”, con gran sobriedad. Los vestidos de  Grace Kelly en “Atrapa a un ladrón”, tan brillantes y sofisticados, hicieron soñar. La presencia y ausencia de Kim Novak en “Vértigo” hizo que el vestuario se convirtiese en parte fundamental de la narración.
Audrey Hepburn
Vacaciones en Roma

Edith diseñaba sus vestidos siguiendo los criterios del director pero, al mismo tiempo, complaciendo a las actrices, porque además de una gran diseñadora era muy hábil en las relaciones públicas. Diseñó los uniformes de la Guardia costera y de la aerolínea Pan Am en 1975.

Aunque discreta y trabajadora se sabe que no soportaba a Hedy Lamarr ni a Paulette Godard, quiénes cubiertas de joyas decían a las costureras “se mira pero no se toca”. Su estrella preferida era Grace Kelly y comentó que Jacqueline Bisset tenía el mejor cuerpo con el que había trabajado. Escondió defectos, potenció pechos y cinturas, fue capaz de complacer a directores y actrices y se ceñía siempre al presupuesto que le asignaban.

Murió en 1981.
 
Grace Kelly
                Atrapa a un ladrón

Frases que dicen ser suyas:

“La ropa no sólo hace a una mujer, también le permite ser muchas mujeres”.

“Asegúrate de que no parezca que lo puedes comprar en cualquier tienda. Pero sobre todo, asegúrate de que cuando te vean, se queden con la boca abierta”.

“Puedes llevar a un caballo al agua y hacer que beba, pero no conseguirás que una actriz se ponga lo que no quiere ponerse”.

“Tu vestido debe ser lo suficientemente entallado para demostrar que eres una mujer, y lo suficientemente holgado para demostrar que eres una dama”.

“Si se trata de una película de Paramount, probablemente la diseñé yo”.

“Puedes tener lo que quieras en la vida si sabes vestirte para ello”.