lunes, 7 de abril de 2014

"El Greco" Doménikos Theotokópoulos (Candía, Creta, 1541 – Toledo, España, 1614)


CUATROCIENTOS AÑOS DE SU MUERTE


Caballero anciano considerado autorretrato
Museo Metropolitano de Arte. New York
Foto: Wikipedia






Se carece de datos documentados acerca de su vida en Creta. Hay que suponer que su inicio en el arte del pincel fue allí. Pasó a Venecia, donde aprendió de los pintores venecianos su técnica. A su regreso a Creta alcanza la categoría de maestro pintor. Su arte muestra en esa época la dualidad entre Bizancio y Roma, entre oriente y occidente. Si la preparación de las tablas, el laqueado de las telas y los colores son de tipo bizantino-cretense, las composiciones y figuras son netamente italianas. Así lo demuestran sus cuadros “Adoración de los magos”, que se encuentra en el Museo Benaki en Atenas y el “Políptico de Módena, de la Galería Estense, Módena. La isla de Creta no podía absorber las ansias de El Greco. De nuevo marcha a Venecia.

Fue discípulo de Tiziano del que aprende que el color es el fundamento principal de la pintura porque es tonalidad, es decir, luz. Esa luz que crea con los tonos cromáticos, la armonía.

Asistió al taller de Bassano lo que supone la ruptura con los conceptos del Renacimiento, adquiere el criterio de la libertad del arte.

Aprende de Tintoretto esa forma especial de ordenar las figuras y de concebir el espacio. En anatomía alarga las proporciones “quitando carne”, como se decía.

Se marcha de Venecia para recalar en Roma, allí es nombrado miembro de la Academia de San Lucas y es considerado, entre la sociedad romana, como un magnífico retratista. Asimila las formas de Miguel Ángel (a quien estima como dibujante y creador de arquetipos y composiciones, más no como pintor), con una técnica apoyada en recuerdos bizantinos, como se puede apreciar en la Anunciación del Museo del Prado.

Hay una anécdota que nos cuenta Mancini: cuando se trataba de cubrir las desnudeces del Juicio Final de la Capilla Sixtina, el Greco llegó a decir que él se sentía capaz de hacerlo de nuevo con honestidad y decencia y con mejor ejecución pictórica. Se vio obligado a salir de Roma y trasladarse a España; aunque no solo fue este motivo, ya que la construcción de El Escorial había despertado un gran eco, entre los artistas italianos y por otro lado, El Greco tenía una estrecha relación con el bibliotecario del palacio Farnesio que era amigo de los humanistas españoles don Luis de Castilla y don Pedro Chacón, de quien el Greco recibirá los principales encargos a su llegada a España. Llega a Madrid en 1576 con treinta y cinco años.

Quizás en Madrid conociese a doña Jerónima de las Cuevas. Esta dama con la que no se sabe si estuvo o no casado, al menos no consta en documento alguno, y que compartió su vida; fruto de estas relaciones nació un hijo, Jorge Manuel, pintor, escultor y arquitecto que vivió muy unido a su padre.

Detalle de El Expolio. El Greco
Foto: Wikipedia 


En 1577 llega a Toledo, frustrado, tras no lograr hacerse un hueco en la corte de Felipe II. La ciudad del Tajo entra por sus ojos. Ya no abandonaría Toledo hasta su muerte. En 1579 el cabildo catedralicio de Toledo le encomienda el “Expolio”, que se puede ver en la Catedral y Felipe II le encarga el “Martirio de San Mauricio, que se encuentra en el Monasterio de El Escorial. Este cuadro no fue del gusto del monarca y le aleja de los encargos oficiales.

El entierro del Conde Orgaz
Foto: Wikipedia

En 1586 pinta el famoso “Entierro del conde Orgaz”, para la Iglesia de Santo Tomé, en Toledo. En él mezcla lo humano y lo divino. Representa el nacimiento a la vida eterna del alma del señor de Orgaz. El tema se inspira en una famosa leyenda toledana según la cual don Gonzalo Ruiz, que en vida había favorecido a los agustinos y a una iglesia dedicada a San Esteban, fue colocado en su sepulcro por estos santos, que aparecieron mientras los ángeles cantaban, que así recompensa los santos a los que les honraron en vida. El milagro ocurre ante los nobles toledanos y los frailes que solían asistir a los entierros, mientras el párroco de Santo Tomé, don Andrés Núñez, sigue con sus rezos y el sacristán observa la llegada al cielo del alma del señor de Orgaz. Un ángel que tiene entre sus manos el alma, en forma nebulosa de niño, la introduce en el cielo por un conducto estrecho, acudiendo solícita la Virgen para recibirle, mientras la corte celestial ruega a Cristo, como juez, que se ve al fondo. En la parte inferior hacia la izquierda el hijo del Greco nos señala al señor de Orgaz y las manos de un caballero, sobre el cadáver, nos conduce al autorretrato del Greco, y hacia lo alto, donde el centro de atención se desplaza hacia la derecha, entre los apóstoles, aparece el retrato de Felipe II, que debió ser añadido posteriormente. El contraste en colorido y anatomías entre las dos partes del cuadro señala un momento crucial en la evolución estilística del pintor. 

Como retratista, El Greco centra su atención en las manos expresivas, en la mirada, en los ojos como ventanas del alma. No es su cuerpo lo esencial, sino el espíritu. La asimetría de los rostros, señalada en el arranque del pelo, en las comisuras de la boca, en la fuerte protuberancia en la sien izquierda, en la línea zigzagueante que señala la posición de la nariz respecto de la boca.

En los temas religiosos trabaja con más libertad. Se dice que El Greco tomaba apuntes de enajenados para que le sirviesen de punto de partida para sus representaciones de santos. La acentuada estilización en la descomposición de las figuras, la asimetría, el movimiento serpenteante, los colores expresivos, como es norma en el movimiento manierista, nos lleva a pensar que el pintor así lo quiso y no debido a un defecto óptico como se ha dicho de forma repetida.

En el paisaje, El Greco, es subjetivo, lo interpreta. Crea simbolismo al cambiar la luz de la naturaleza, Incluso cambia de lugar los edificios.

Pinta de forma ininterrumpida hasta su muerte. Mucho se ha especulado acerca de la fortuna de El Greco. Se sabe que en la primera etapa toledana vivió con holgura y hasta con aparente suntuosidad, pues alquiló una lujosa mansión del marqués de Villena, hay documentos que  atestiguan que residió en el abandonado palacio del Marqués de Villena, Duque de Escalona, situado en lo que hoy es Paseo del Tránsito. Sin embargo no parece que durase mucho esa opulencia ya que los documentos de la época le sitúan entre estrecheces y continuas deudas, llegando a morir en la pobreza.

Muere el 7 de abril de 1614. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, trasladado después al monasterio de San Torcuato y posteriormente a la iglesia de San Bartolomé donde se encuentra en la actualidad.

Foto: Ángeles Alonso
Sorolla - Marqués de la Vega Inclán
Foto: Ángeles Alonso










Lo que de forma romántica se llama Casa de El Greco eran los palacios de Samuel Leví, tesorero del rey don Pedro y que pasaron a manos de la duquesa Arjona, doña Aldonza de Mendoza. A principios de siglo, 1911, el marqués de la Vega-Inclán, con el sano propósito de retener la memoria de El Greco y admirar su obra, acondiciona el viejo caserón para instalar sus cuadros, ideando una réplica de lo que podía haber sido la mansión del pintor, creando una atmósfera fiel, con muebles de época. Alrededor de un hermoso patio, con zócalo de azulejos, el comedor,  una salita de costura.
Puerta con yesería
Foto: Ángeles Alonso

Una puerta enmarcada por una yesería abre la entrada al comedor. En el centro el dintel, una cruz y a ambos lados, dos escudos. Hay un desnivel de dos peldaños. Los sillones fraileros son de cuero repujado, al estilo del siglo XVI; pieza destacada es el armario con cajones y labor de marquetería.

Bargueño
Foto: Ángeles Alonso

El salón con un entarimado de madera en la parte central, un espejo negro del siglo XVI, mesa y sillones fraileros guarnecidos de terciopelo y seda, con una pequeña ventana enrejada que da al patio, en el lateral un gran balcón enrejado y cubierto de celosía, que da al jardín.

La cocina en la planta baja, con puerta abierta al patio y comunicando con el jardín, a través de un porche. Dos bancos de ladrillo, para sentarse al amor de la lumbre y el encanto de las alacenas empotradas en la pared.

El Greco - Vista y plano de Toledo
Foto: Ángeles Alonso


Nos adentramos en el museo: Vista y plano de Toledo: Sobre un extraño caserío toledano, la Virgen desciende rodeada de ángeles. Un joven sostiene un plano topográfico, minuciosamente dibujado y explicado, con una interesante leyenda, documento inapreciable para entender las ideas de El Greco, en la que aclara el por qué cambia la ubicación de los edificios; vemos el apostolado al completo, San Bernardino y muchos más.
   

El Greco - San Pedro
Foto: Ángeles Alonso
 Hoy El Greco está considerado uno de los grandes pintores, lo que no era así en vida y tras su muerte, al ser considerado un pintor excéntrico y marginal en la historia del arte. En los últimos cien años es cuando se le ha hecho justicia a este excelente pintor.


 En estos momentos se celebra la Exposición “El Griego de Toledo”. Se inauguró el 14 de marzo y finalizará, salvo prórroga, el 14 de junio de 2014. Los lugares en los que está ubicada esta exposición con más de cien obras del artista, y que provienen de veintinueve ciudades distintas del mundo son: Museo de Santa Cruz, Hospital Tavera, Convento de Santo Domingo el Antiguo, Capilla de San José, Iglesia de Santo Tomé, Sacristía de la Catedral, Hospital Santuario de Nuestra Señora de la Caridad en Illescas.


Casa-Museo
Foto: Ángeles Alonso

Hay miles de razones para conocer Toledo. Una de ellas es todo lo relativo a El Greco.


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