sábado, 12 de abril de 2014

Marisa Caballero: ¡Bella Córdoba!

Patios de Córdoba
Foto: Marisa Caballero
    




            Paseaba relajada y tranquila por ésta bella ciudad, disfrutando sus callejuelas estrechas y blancas, sus olores, admirando esas rejas engalanadas, por miles de flores, las terrazas y balcones, que hacen soñar con los jardines colgantes de Babilonia, seguro fueron algo similar, ensimismada, con el cuello dolorido, tuve que  bajar la mirada, y fue entonces cuando observé una pequeña mancha, algo escrito en la pared, de color azul añil, que aunque pequeño, resaltaba sobre el blanco níveo de la pared, alguien había escrito sobre ella.  Me produjo enfado el incivismo, pero me detuve a leerlo, quizás porque siempre leemos las notas escritas en lugares en los que no se debería escribir nada, y aun sabiendo que casi siempre son groseras, lo hacemos, llaman nuestra atención, es como volver al colegio, cuando alguien escribía calificativos poco repetibles sobre un profesor, o un chisme sobre un compañero.

             Con éste antecedente, una muy pequeña nota sobre una pared blanquísima, despierta rápidamente la curiosidad,  casi te obliga a acercarte para leerla, y en éste caso, el color, la letra, sus espacios, había algo que me hizo intuir su diferencia con las notas del recuerdo:


Foto: Marisa Caballero



“En mis noches de agonía, de repente
Y sin pedir permiso, ni siquiera, ni avisar
Tu recuerdo se aparese por mi mente
Y ese olorsito tuyo... empieza a resbalar
Y en mi corasón, a medias, va cayendo
Y así, se va llenando mi vasío, gota a gota
Y mi tristesa va recomponiendo
El riso de tu pelo y esa cabesita loca...”

(Lo firma: Acsión poética de mi barrio)



            Y así es, era un poema,  ése acto de gamberrismo, que en principio provocó enfado, produjo ternura, la sonrisa comenzó a ensanchar mi rostro y un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo, ¿quién no ama al amor?

            En tan pocas palabras, refleja las dudas, las agonías amorosas, ese deshojar la margarita, su dulce seseo, no puede ser de otra forma, se vuelve susurro, y poco a poco, como dice la poesía, va llenando el corazón vacío, gota a gota, y el lector quisiera ser el destinatario.


            ¡Qué lejos está de este otro!
      
Foto: Marisa Caballero

             

2 comentarios:

  1. MARISA:
    Celebro tu sensibilidad y, aunque ya el Cesar Julio recomendó a los romanos escribir cual lo decían si eran incapaces de hablar correctamente, pienso ahora que potenciar la corrección de nuestra lengua nos obliga a destacar que los errores ortográficos no deben ser consecuencia obligada de las variantes fonéticas de los acentos. Esos versos reproducen, no sé si intencionadamente, el hablar de su firmante. Por ello lo destaco y me complace ver que andas ojo alerta por las calles.

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  2. Gracias Ramón. En la ruinas de Pompeya y dada la afición censurable de escribir en las paredes, un desconocido escribió "¡oh, pared!, me maravilla que no te hayas hundido bajo el peso de tantas necedades.No puedo entender, esa necesidad de escribir en las paredes, pero este mensaje me llamó la atención, la acción es la misma, en los dos ejemplos que cito, pero con una gran diferencia, una pequeña y bella, en un lugar, sin apenas transeúntes, apenas puede verse, y la otra grosera, enorme, en un lugar muy frecuentado, grande, como su grosería.

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