martes, 10 de junio de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: La caja de las esencias




Le hago una pequeña incisión en donde el azul de las venas se trasparenta. Deposito en un frasco de cristal las brillantes gotas de sangre que se le deslizan por la piel. Después, vendo la herida. La beso.
Sus uñas. Largas, curvas. Como garras de gato. Hago unos cortes tan perfectos que apenas puedo vislumbrar su auténtico color. Guardo cada una de esas medias lunas pintadas del color de las cerezas. Aprieto la caja entre mis dedos y la agito. Oigo su risa.
De la falda del vestido le arranco una cinta y se la coloco bien estirada sobre el vientre. Uno a uno, recorto sus rizos castaños. Ato la cinta y coloco la gavilla de rizos en la caja.
El que de verde se viste, con su belleza se atreve. Reía siempre girando sobre sus altísimos tacones. Me extasiaba mirarla. Usaba medias y nunca ropa interior.
Le bajo las medias y arranco unos fragmentos de piel de esas piernas que tanto gozo me producen. Los jirones mas profundos son de color rosado. Los engarzo, uno blanco, otro rosado, como cuentas de collar.
Sus ojos, verdes como piedras, también son de gato. Después de recortar las pestañas le quito los ojos. Los introduzco en la caja. Cada vez que la destape nos podremos contemplar, amar.
Quiero guardar su aliento, pero ni una sola nube empaña el cristal que le acerco.
-Estarás conmigo hasta que yo quiera o la muerte me lleve, me decía.
¡Qué sin razón! Cuando la veo cerrando la maleta encima de la cama, me acerco y soy yo el que con mis manos le lleva la muerte.
Y en esta caja que cada día rocío con su perfume, señor juez, guardo sus rizos, sus uñas, sus ojos, para que ni estando muerta me abandone.













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