martes, 7 de octubre de 2014

Mª Isabel Martínez Cemillán: La novela policiaca

Arthur Ignatius Conan Doyle
Escocia, 1859-Crowborough, 1930

Muchos y muy buenos escritores la han cultivado, mi preferido es Conan Doyle, el creador del mítico detective Sherlock Holmes, que le proporcionó fama y hasta ser nombrado “Sir” por el rey de Inglaterra.


Retrato de Sherlock Holmes por Sidney Paget
A Doyle, hombre inteligente y culto, le apasionaba la medicina forense y la criminología, casi como “hobby”, decidió imaginar un atípico investigador refinado y “snob”, tanto que cuando le acometía el “spleen”, ese aburrimiento tan inglés, tomaba cocaína con gran pesar de su íntimo amigo el doctor Watson. Por cierto que Doyle jamás escribió lo de “elemental, querido Watson”, fue un añadido del traductor que sin embargo ha pasado a la historia como manifestación de la pura evidencia.

A Conan lo que le gustaba escribir era novela histórica y temas profundos, que pasaron desapercibidas, mientras que las policiacas alcanzaron un éxito extraordinario, tanto que, disgustado, casi llegó a  odiar a Sherlock como demuestra una carta que escribe a su madre: pienso matar a  Sherlock y terminar con él para siempre, me quita demasiado tiempo para escribir algo más serio, estoy con mi última narración y Holmes morirá en duelo mortal con su enemigo Moriarty. Estoy tan harto que hasta me fastidia escribir su nombre.

La señora Doyle sabia y pragmática, no estaba de acuerdo con que su hijo cegara un filón que le proporcionaba dinero, popularidad y prestigio y a vuelta de correo, indignada, le contesta: no lo hagas, no puedes, no debes.

Pero su terco hijo no le hace caso y mata a su personaje y sucede algo increíble, más de la mitad de los abonados del diario The Strand, que publicaba por entregas las novelas, se dan de baja creyendo que la culpa es del periódico y su director presiona de tal forma a Doyle que éste, a la fuerza y muy contrariado, tiene que dar marcha atrás y decir que no había muerto, sólo gravemente herido y tras larga convalecencia actúa de nuevo.

Una explicación inverosímil pero que encanta a sus seguidores, un crítico escribe: Todo el Reino Unido, Casa Real incluida,  ha exclamado satisfecho, ¡Holmes vive!
Sherlock Holmes y el Dr. John H. Watson.
Ilustración para el Strand Magazine (1893)

Así que Sir Arthur Conan Doyle resignado se dedica prácticamente por completo a sus hijos literarios, Holmes y Watson. Creará escuela, desde Agatha Christie, con su inefable Hércules Poirot, y Simenon, con su cachazudo Maigret, hasta nuestro Montalbán y la inquietante “hacker” de Millenium, son abundantes y variados los personajes inspirados en el inquilino de Backer Street, 221: Sherlock Holmes.


Porque lo que es indudable es que el género policiaco-criminal ha resurgido con enorme brío y se publican millones de ejemplares para entretenimiento y deleite de sus innumerables lectores.













Fotos: Wikipedia, la enciclopedia libre




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