miércoles, 3 de diciembre de 2014

Mª Paz Horcajuelo Torres: Apuntes Didácticos II


            
             Ya desde que nace el niño, incluso antes como sabemos,  está formándose  al  escuchar  los  sonidos  del  lenguaje,  o  la música, tan importante para su desarrollo intelectual.  Su mente se va formando con todos los estímulos que recibe. El proceso de aprender ya se ha iniciado, atiende, escucha,  balbucea  y  mira  con  atención  todo lo que  le rodea. El lenguaje  oral  va estructurando su mente desde que dice su primer monosílabo hasta que se expresa con una frase u oración completa.

            Cuando llega a Educación Infantil, a pesar de tener sólo tres años, ya trae un bagaje importante, y por qué no decirlo, cierta predisposición más o menos favorable. Ya ha debido tener experiencias positivas en torno a la lectura. Suponemos que en su casa hay libros y en la familia hay hábitos lectores. Antes de esta edad, ha de estar  acostumbrado a manejar y ver cuentos, a que se los lean. Si en casa le leen al menos un cuento cada día, esta actividad cotidiana va a suponer un momento mágico, en el que su progenitor deja sus ocupaciones para leerle una historia bonita, prestándole toda su atención, rodeándola de un marco afectivo que va a quedar ligado al acto de leer. El afecto interviene como un estímulo; es un momento feliz que hará de él un buen lector.

            Narrar cuentos, como hacían nuestras abuelas, sin libro alguno; contar un cuento, es una actividad que estimula su atención, ejercitan la discriminación auditiva, se les da modelos de lenguaje oral,  enriquecen su vocabulario, crean imágenes a partir de las palabras.  Requiere un impulso  intelectual que le lleva a sentir el placer de la palabra, el mismo que ha de encontrar  en la lectura. Las narraciones comunican y transmiten belleza.

            En las aulas de Infantil,  comienza un trabajo más sistemático a través del cual recibe unos estímulos que le van ayudando a desarrollar habilidades, hábitos, destrezas, etc., tales como la discriminación auditiva y visual, asociación y clasificación de objetos, formas, colores, coordinación viso motora… Los conceptos elementales de tiempo y espacio en relación a sí mismo, a los demás y a las cosas. Culminando en la expresión y comprensión oral es donde va a llegar a alcanzar una mayor capacidad, al tener que aprender, sin apenas darse cuenta, a dialogar con otros niños y  adultos fuera del hogar, en un entorno más diverso y rico donde va a encontrar nuevos alicientes.

            Enseñar a leer y escribir es algo vivo, no ha de estar sujeto a normas y reglas fijas que se repitan cada año con cada niño. A pesar de que esto se haya venido haciendo durante años, con métodos aburridos y poco motivadores como el silábico, que con todas sus motivaciones, no han evitado que unos niños avancen y otros se queden rezagados, incluso que algunos se estanquen y pierdan el interés.

            Hemos de seguir su propio ritmo y no el que nosotros queremos imponer con nuestro “método”. No hay ninguno que sea el mejor pero todos pueden ser buenos, siempre que método y enseñante se adapten a cada niño. Cada día, cada niño te va siguiendo o no. Si no te sigue, se lo tienes que poner a su alcance, adaptarlo. Si te sigue, tú le sigues. Tú le guías pero él te lleva.
            En la tercera y última parte de estos Apuntes, mostraremos una forma de comenzar con una propuesta metodológica progresiva y abierta que se puede adaptar y transformar con las aportaciones que requieran los diferentes contextos.



Extracto de: ¿Cómo les enseño a leer? Manual para una joven maestra.
Mª Paz Horcajuelo Torres
©M-534-13


1 comentario:

  1. Muy bueno. Y lo digo como abuelo, que disfruto relatando, a viva voz, cualquier imaginario cuento para incentivar la imaginación de mis nietas. Por ejemplo, el cuento de la reina Luna y la princesa Vega; me miraban alucinadas, pues esos mismos personajes tienen el nombre de ellas; pero además es que tenían caballos, y vivían en un castillo que era casi mágico... Efectivamente estas prácticas las motivan, y las reciben como una buena muestra de afecto; no requieren ningún gasto extra ni consumista, y les damos -como abuelos- todo el tiempo que disponemos. Por eso dicen los entendidos: el tiempo es oro; el abuelo o la abuela, no lo escatiman y se lo suelen gastar a raudales con sus nietos. Merecidamente, por supuesto, tanto para quien lo recibe... pero mucho más para quien lo da. Enhorabuena Mari Paz. Felicitaciones.

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