viernes, 30 de mayo de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: El Chinche


 




Aquel día fuimos de excursión al pantano. Durante toda la mañana, la comida, e incluso mientras bebíamos café, estuvo diciéndome que era un chinche por esto o por lo otro. Harto, me levanto y me acerco al borde del agua. Ella viene detrás de mí. Chinche, chinche, me sigue diciendo a pesar de ver lo mal que me sienta. Al llegar a mi lado cansado de escucharla, la arrojo al pantano. Veo cómo desaparece su cuerpo en el agua negra. Recuerdo que no sabe nadar. Cuando voy a tirarme para ayudarla a salir, saca los brazos por encima del agua y juntando las uñas de los pulgares hace con ellas ademán de aplastar a esos desagradables bichitos.

Si en vez de pedir socorro en el momento en que se está ahogando, si en ese instante solo piensa en que soy un chinche, ¿no será que tiene razón? Apenado al darme cuenta de la mala vida que mi carácter le ha tenido que causar, decido darle una muestra de mi gran amor privándome para siempre de su presencia, por lo que, señor Juez, doy la vuelta, subo al coche y me voy.





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martes, 27 de mayo de 2014

Alejandro Chanes Cardiel: Paisajes con luces y sombras

Aquella mañana, la soledad era completa en la alameda. Allá, la senda que llevaba a la lejana aldea trazaba una raya parda entre el verde de la braña. En las arroyadas de las laderas, las aguas procedentes de las nieves en las crestas de la montaña, al reverberar, eran semejantes a hilos de plata.

El día fue haciendo su camino. La vida en el villorrio había iniciado ya el trajín cotidiano. En los rediles, las ovejas salían a los pastizales y en las calles, las gallinas picoteaban en la tierra humedecida persiguiendo lombrices. Se veían corrillos de mujeres intercambiando noticias, al tiempo que, en la herrería, se escuchaba el tintineo del martillo.

Al mediodía, otra vez el silencio, los rayos del sol perpendiculares. Era la hora de la siesta. Sin embargo en la casa más cerca del río, el trajín de su gente y el ir y venir, denotaba que algo sucedía. Así, enseguida se oyó el vagido de un niño. Era el principio de una vida en aquella tórrida tarde en un silente poblado.

Cuando ya el sol iba en declive, ligeras guedejas blanquearon el cielo en la lejanía para transformarse en oscuros nubarrones que velaron el crepúsculo y arrastrados por el viento fueron cubriendo todo de sombras. La noche trajo la total oscuridad. El vendaval azotaba las copas de los árboles y la tormenta estalló acompañada de fulgurantes relámpagos seguidos del ruido de los truenos. La lluvia caía con fuerza y la tenue luz de las farolas alumbraba las aguas en su andadura por las calles a la búsqueda de ignotos océanos.

Todo estaba en tinieblas excepto la ventana de una casucha donde temblequeaba el destello de una vela. Tras el cristal se podía ver el camastro en el que un hombre, con el rostro cerúleo, lanzaba su último estertor, acompañado por el canto fúnebre del sonar de las campanas en la torre de la iglesia.

sábado, 24 de mayo de 2014

Brújulas y Espirales: Alessandro Baricco

Blog literario de Francisco Martínez Bouzas

jueves, 9 de enero de 2014


ALESSANDRO BARICCO: EN LA DIFUSA LUZ DEL AMANECER



Tres veces al amanecer

Alessandro Baricco

Traducción de Xavier González Rovira

Editorial Anagrama, Barcelona, 2013, 100 páginas.


   Es un hecho incuestionable que la destreza narrativa de Alessandro Baricco apenas halla parangón en la actual narrativa europea. Después de haber publicado Seda y Emaús, el gran estilista italiano (en él la escritura es  vocación, no profesión, y no falta quien afirme que no se puede escribir de forma más bella de lo que lo hace  Baricco), agasajó a sus lectores con Mr Gwyn, un thriller poético, una novela metaliteraria sobre el oficio de escribir y sobre esos gestos que, de improviso, hacen que un libro que encierra una hermosa historia, empiece a tener vida. A los pocos meses, la pluma de Baricco escribe este pequeño libro que, aunque es un texto autónomo e independiente, hunde algún modo sus raíces en Mr Gwyn. De ello nos informa el mismo autor en la nota introductoria: en Mr Gwyn, en efecto, se alude a un breve libro escrito por un angloindio, un tal Akash Narayan, titulado Tres veces al amanecer. Se trataba de un libro imaginario al que el escritor italiano decidió darle existencia, “un poco para darle una leve y lejana secuela a Mr Gwyn y otro poco por el puro placer de ir en pos de una idea determinada que tenía en la cabeza” (página 7): el misterio existencial del encuentro azaroso entre seres humano y las consecuencia que de esos encuentros se derivan.

   En efecto, en tres breves relatos, o quizás nouvelles, y siempre  a la luz vacilante y ambigua del amanecer, dos desconocidos, un hombre y una mujer se encuentran en el hall  de un hotel cuando el amanecer deja ver sus primeras luces; lo mismo les acontece a un anciano portero de noche y  a una adolescente y a un chico y a una mujer madura.

   En el primer relato, una mujer todavía joven, tan locuaz como descarada, llega hacia las cuatro de la madrugada al vestíbulo de un hotel donde un hombre reposa sentado en una butaca, con la intención de salir para cumplir con su trabajo de vendedor de balanzas. Tras conseguir que el hombre la suba a su habitación, se inicia entre ellos un interminable diálogo que les permite conocerse, con a la idea dominante de que por mucho que fantaseemos con empezar de cero y dejar la vida atrás, eso será imposible. Y en el desenlace, el absoluto desconcierto para el lector, con una encerrona perfectamente ejecutada por la mujer, colaboradora de la policía.

   En la segunda nouvelle, el diálogo tiene lugar entre “una muchacha deliciosa” que llega a un hotel más bien sórdido acompañada  del que parece  ser su novio, y el portero de noche que la invita a liberarse del aparente novio, un tipo “completamente erróneo”. Y también a partir de ahí surge una historia que se enmaraña con otro final sorpresivo.

   Tercera historia: un hotel igual de deprimente. Una mujer madura haciendo de niñera de un chiquillo de trece años en la cochambrosa habitación del albergue. Salen del hotel en un viejo Honda y se trasladan en la noche. Y entre ellos se inicia otro largo diálogo. Pero algo, una tragedia, ha ocurrido y sigue ahí, enmascarada. El chico pregunta y en el veloz y rápido diálogo surgen complicidades. Los pasados -muy reciente y trágico el del chiquillo, con ausencia / presencia de afecto en el de la mujer policía- salen a flote. Y en el desenlace, de nuevo el desconcierto, pero esta vez preñado de optimismo, brillante como la bella luz del amanecer.

   Tres relatos que se pueden amalgamar en una única novela que el lector puede componer a su gusto, dominados por las ideas-eje de Alessadro Baricco: la imposibilidad del cambio, del borrón y cuenta nueva en el casino de la vida, el destino humano, siempre estocástico y arbitrario, la permanencia de las cosas en la corriente nunca quieta de la vida (página 99), la perseverancia y, a veces, tenacidad del amor. Todo ello a la luz, a la vez ambigua y bella, de los amaneceres que Alessandro Baricco describe de forma profundamente sugerente.

   Novela fragmentaria, modesta sin duda comparada con algunas de sus obras mayores. Ajena a la artificiosidad y a cualquier clase de petulancias. Para leer desde la virginidad de unos ojos frescos, como ha comentado algún lector.


Francisco Martínez Bouzas





Alessandro Baricco


Fragmentos


“El hombre se quedó mirándola unos instantes, le preguntó luego si había vuelto a empezar desde cero, de ese modo que soñaba, mientras tenía al niño en brazos. Sí, respondió la mujer, ¿y sabe de qué me di cuenta? El hombre no respondió. Me di cuenta de que uno nunca cambia de verdad, de que no hay forma de cambiar: como uno es de niño lo será durante toda la vida, no es para cambiar por lo que se puede empezar desde cero. Y, entonces, ¿para qué es?, preguntó el hombre. La mujer se quedó un rato en silencio. No se había dado cuenta de que la sábana se le había deslizado hacia abajo, sobre el pecho, o no le importaba. A lo mejor era eso lo que quería. Se empieza desde cero para cambiar de mesa. Siempre  se tiene la impresión de que nos hemos metido en la partida equivocada y que con nuestras cartas a saber qué podríamos haber hecho únicamente de haber estado sentados en otra mesa de juego (…) Como ya le he dicho, añadió, cambiar las cartas es imposible, lo único que nos queda es cambiar la mesa de juego.”


…..


“Mira qué maravilla.

¿El qué?

La luz, allí al fondo. Se llama amanecer, es luz

Amanecer

Exactamente así. Lo hemos conseguido, señorito

Y, en efecto, desde el horizonte se había levantado una luz cristalina que iba reencendiendo las cosas y que ponía de nuevo el tiempo en movimiento. Tal vez fuera el reflejo sobre el mar, pero había algo metálico en el aire que no todos los amaneceres tienen, y la mujer

pensó que la ayudaría a permanecer lúcida, y calmada.”


(Alessando Baricco, Tres veces al amanecer, páginas 29-30, 94-95

miércoles, 21 de mayo de 2014

Feria del Libro de Madrid 2014




Queridos amigos:

Mediante esta convocatoria os invito a que os acerquéis el sábado 31 de mayo de 2014, a la caseta nº 119, de la Librería “Tres Rosas Amarillas”, en el Paseo de Coches de los Jardines del Buen Retiro, para celebrar la 73ª Feria del Libro de Madrid.

Allí estaré todo el día firmando estos libros:



"La Isla” antología de autores del Taller de Escritura Creativa Clara Obligado, donde podrán leer dos de mis cuentos.







       “¿Habla usted cubano? Que ya va por la tercera edición.





       Si el tiempo lo permite y mi hermana, mi familia, mis compadres, mis ahijados, mis amigas, mis amigos, todos mis amantes (entiéndase de mis cuentos), se les ocurre llevar tortillas, croquetas, ensaladillas, torrijas, pimientos asados, quesos y muchas cosas más... tendremos una comida campestre.



NOS VEMOS.

NO OS OLVIDÉIS.

EL SÁBADO


31 - MAYO - 2014

martes, 20 de mayo de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: Besos de Madrugada





Disuelvo orfidal en su güisqui. Bebemos. Nos amamos. ¡Cómo hice disfrutar a la muy hipócrita! Cuando al fin duerme le corto las venas. Después coloco el estilete entre sus dedos.  Borro mis huellas y salgo de casa.
Durante el duelo lloro su muerte. Sé que se burla de mis lágrimas. Sé  que recibe con desagrado el  peso de mis rosas. Sé que al despedirme de ella, escupe mis besos de sus labios muertos. Sé que su espíritu huye de mí. Sé que no quiere volver a verme.
Y desde el instante en que cierran el féretro, ni tan siquiera en sueños me permite acariciarla. Incluso de madrugada me despierta su aliento helado con el que poco a poco, borra de mi cuerpo el recuerdo de sus caricias.
Ya solo deseo ir con ella. Si no lo hago, señor Juez, es porque dudo de que allá dónde esté, me permita amarla.






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domingo, 18 de mayo de 2014

Julián Gayarre (Roncal, 1843 - Madrid, 1890)

Julián Gayarre






Fue sucesivamente labrador, pastor, dependiente de una tienda, herrero, tenor.

Se dice que Gayarre tenía por costumbre cantar mientras trabajaba, un compañero le habló del Orfeón Pamplonés que dirigía Joaquín Maya, quien lo admitió como primer tenor. Hilarión Eslava le oyó y le aconsejó que se trasladase a Madrid, le ayudó económicamente y consiguió para él una beca en el Conservatorio, donde ganó el segundo premio de canto en 1868. Tras ser rechazado por el maestro Gaztambide regresó a Pamplona.

Después de unos años de estrecheces marchó a Italia, con una beca de la Diputación Foral de Navarra, para proseguir sus estudios; allí se hizo famoso en brevísimo tiempo y desde entonces fue su vida una carrera de triunfos.

El 2 de enero de 1876, en La Scala de Milán, cantó su ópera predilecta La Favorita y se consagró como el primer tenor del mundo. Su repertorio abarcaba todos los géneros.

Actuó en los mejores teatros de Europa cobrando cantidades fabulosas, no obstante lo cual conservó siempre su natural sencillez y generosidad. Regaló a sus padres una casa, en Roncal, hoy convertida en Casa-Museo, el amor por su pueblo natal le llevó a financiar la construcción de las escuelas, así como del frontón. Allí se encuentra el panteón mausoleo erigido en su honor, obra de Mariano Benlliure.

El admirable timbre de su voz, la extensión de la misma, la nitidez y la dulzura de la emisión y una amplitud de respiración que le permitía prolongar las notas como ningún otro, son cualidades que en pocos artistas se han encontrado reunidas.


La última ópera que cantó fue El pescador de perlas. El 2 de enero de 1890, a los 46 años de edad, muere en Madrid, probablemente de un cáncer de laringe. Aunque murió soltero se sabe que tuvo una hija con la tiple María Mantilla que se llamó como su madre y a la que no olvidó en su testamento. 






lunes, 12 de mayo de 2014

Marisa Caballero: La Medalla




            Nunca supo cómo llegó. Las lágrimas que inundaban sus ojos le impedían apreciar la luminosidad del día. Cuando se atrevió a levantar la vista, se encontró ante un precioso edificio neo mudéjar, el griterío de niños jugando en el patio del colegio llegó a sus oídos. Los latidos de su corazón se aceleraron, se llevo la mano derecha al pecho asustada por su ritmo. Fue entonces, cuando al tocar la medalla que colgaba de su cuello, recordó.
            
Llevaba unos días vaciando la casa de sus padres.  Hacía más de un año que su padre, había fallecido, su madre se fue diez años antes y no tenía sentido tener la casa cerrada. Había llegado el momento de retirar los recuerdos y ponerla a la venta. Su hermano delegó en ella el desagradable y doloroso trabajo. Los muebles, alguno de gran calidad, los repartirían o venderían a un anticuario. Esa decisión ya estaba tomada.         

Las joyas de mamá, salvo alguna cosa que se llevaría su cuñada, serían para ella, así lo manifestó en su momento. El bonito reloj de papá (era de su abuelo), para Luis su hermano. Siempre recordaría lo que la gustaba abrirlo, era de oro con un precioso labrado, se veía la maquinaria, aquellas ruedecitas, de diferentes tamaños giraban y giraban acompasadamente, sentada sobre sus rodillas, repetía, ¡otra vez papá!, y él con gran paciencia lo volvía a abrir y lo acercaba a su oreja, tic, tac, tic, tac. 

Todo fue relativamente fácil. En su antiguo dormitorio encontró sus juguetes. Los tacos cúbicos  del abecedario, con los que jugando aprendió a leer y que papá le enseñó cómo construir palabras. Aquella muñeca con pelo natural que ahora daba miedo verla, despeinada y con los ojos medio abiertos ¿cuántas veces la peinó mamá?, los cuentos que tantas veces había leído, las cartas escondidas de su primer amor, de sus amigas, todo se lo llevaría a casa. La habitación de su hermano no la tocó, eran sus cosas.

         El dolor la invadió en el cuarto de sus padres. Todo estaba igual, su padre se negó a tocar nada, ni dejó que alguien lo hiciera. Los trajes de su madre, su perfume, después del tiempo transcurrido seguía oliendo a ella. ¡Qué guapa estaba con el vestido rojo!, sintió la necesidad de ponérselo, su protección la envolvió, notó sus caricias y se encontró guapa, si se peinara como ella, serían iguales, todo el mundo lo decía, ¡no pueden negar que son madre e hija!, y sonrió con orgullo, la única diferencia era el color del pelo, aquél vestido se lo quedaría y alguno más, pasó su mano sobre ellos y volvió a sentirla, un estremecimiento recorrió su cuerpo, y se escuchó llamando a MAMÁ. 

           Su hermano no podría hacer lo mismo que ella, su estatura era diferente, el padre siempre con traje, él de sport, no creía que quisiera quedarse con nada. Aún así los acarició, como si los vistiera él, necesitaba encontrar su calor. Al abrir los cajones, encontró el joyero de madera de ébano, con las iniciales en nácar del nombre de su madre,  lo abrió, y recordó los últimos días de su padre, cuando incoherentemente repetía, el joyero, la medalla, ¡perdóname hija!, ni Luis, ni ella supieron a qué se refería. ¡Pobre!

            Sin saber por qué, sintió que hacía algo prohibido, era como si invadiera su intimidad, su madre nunca la dejó tocar sus cosas, pero había que hacerlo. Sus recuerdos la hicieron revivir momentos familiares. Esto se lo regaló papá el día aquel que..., o esto para su cumpleaños, hasta que llegó a una medalla, oxidada, que no había visto nunca, de esas que daba las monjas en el colegio, con la imagen de La Milagrosa en el anverso, y en el reverso  un texto, “inclusa" y un número.

       Buscó la carpeta donde guardaban las escrituras, y allí estaba, entre los documentos importantes, una escritura notarial de adopción, en ella figuraba su nombre.


            Había salido corriendo, no recordaba si dejó la casa abierta, ni cuando se puso la medalla, y allí estaba, en la puerta de la antigua inclusa, a ambos lados de la entrada, dos medallones con el relieve de un niño en pañales, como en el Hospital de los Inocentes de Florencia, su identidad había desaparecido, allí la dirían quién era.








sábado, 10 de mayo de 2014

Fuente el Saz del Jarama (Madrid): Muchísimas gracias





Un placer haber compartido esta tarde con vosotros.





Gracias a todos por la atención prestada.




Gracias Mª José por todas tus atenciones.

Gracias por vuestras risas.




Gracias Javier por brindarte a leer uno de nuestros cuentos.






Gracias mil

viernes, 9 de mayo de 2014

Jorge Bucay: Quiero



El Quitasol
Francisco de Goya, 1777
Museo del Prado, Madrid, España 



Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.

Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.

Quiero que conozcas las cosas mías
que más te disgusten, que las aceptes
y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy,
hoy puedes contar conmigo.

Sin condiciones.



miércoles, 7 de mayo de 2014

Mª Isabel Martínez Cemillán: Monasterio del Corpus Christi


 
Fachada Convento de Las Carboneras
Blog Arte en Madrid
Foto: Mercedes Gómez
   
El Mercado de San Miguel, moderno y vistoso, está de moda, muchos lo frecuentan, pero, a pesar de su cercanía, muy pocos, son los que acuden al Monasterio del Corpus Christi, monjas Jerónimas de clausura, situado en la plaza del Conde de Miranda, a un paso del mercado.

Zaguán
Blog Arte en Madrid
Fotos: Mercedes Gómez
      En él, generación tras generación, desde el veintisiete de septiembre de 1605, reside dicha comunidad, que fue fundada por Beatriz Ramírez de Mendoza, gran admiradora de su bisabuela Beatriz Galindo, la Latina, así llamada porque en una época en que las mujeres en su mayoría, eran analfabetas, (los niños tenían derecho a la educación, las niñas no) debía su apodo a que hablaba y leía perfectamente el latín y había fundado un hospital, el Hospital de La Latina, situado donde ahora está el teatro del mismo nombre. Su biznieta decide seguir su ejemplo y dona unas casas de su propiedad para levantar un convento y una hermosa iglesia destinados a la Orden Reformada Jerónima donde vivirán en absoluto recogimiento, oración y clausura. 
Patio
Blog Arte en Madrid
Fotos: Mercedes Gómez

Pocos años después, 1647, obtendrán fama por un suceso que narra el cronista de la Villa, Mesonero Romanos: “Muy cerca del monasterio estaba un gran almacén en el que se guardaba buena leña seca y carbón de encina para braseros que aliviaran los fríos inviernos madrileños. Por allí jugaban chiquillos que sin temor a ensuciarse se aventuraban por el almacén, un día descubren un cuadro de la Virgen, sucio y deteriorado, se lo llevan a un sacerdote que se lo compra por unas perras y que se lo entrega a las monjas que, encantadas, limpian, arreglan y colocan en un pequeño altar en la iglesia. Pronto se corre la voz de la Virgen Carbonera, abundan los fieles, se crea una Hermandad y a las monjas se las conoce popularmente como Las Carboneras que, a través de los siglos continuarán con su vida de oración, silencio y trabajo y que aún hoy, hacen unos deliciosos dulces que venden a través del torno”.
Torno de Las Carboneras
Blog Arte en Madrid
Foto: Mercedes Gómez

      Desalojadas en 1936, durante la Guerra Civil, pasarán mil peripecias, pero finalizada la contienda regresarán a su casa que cerrada, no sufrirá daños de consideración y salvó su patrimonio artístico, un buen retablo el siglo XVII, presidido por magnífico lienzo del pintor Vicente Carducho, “La última Cena” en originalísimo formato vertical.

      En el corazón de Madrid, casi al lado de la trepidante Puerta del Sol, festejos, algaradas, manifestaciones, subsiste un lugar sereno, fervoroso, sosegado, una iglesita que cautiva por su luz tamizada, su atmósfera de paz y silencio, seguramente propiciada por las monjas que tras la tupida celosía se turnan en adoración constante al Santísimo Sacramento.

          




martes, 6 de mayo de 2014

Ramón L. Fernández y Suárez: Painel do Fado



25 de Abril. Grandola Vila Morena. Revolución incruenta. Aires de libertad y modernidad que desde la ribera del Atlántico comenzaron a batir sobre toda la península… Entusiasmo ilusionado y expectante barriendo desde Tuy hasta Ayamonte. Preludio al acto final de dos tragedias.

Evoco ahora la inefable emoción de aquel momento cuando, cuarenta años después, la realidad reformada y transformada por los acontecimientos nos mueve al desencanto. He tomado asiento en esta barra para tomar una cerveza en el barrio de Chiado. Barrio arrasado por las llamas y hoy resucitado. Mi mente escapa en pos de los recuerdos…

Visitando Los Jerónimos nos dimos el primer beso. Osadía irreverente con sabor a miel y aroma de naranjos. El presente es siempre consecuencia del pasado. Las grandes mayorías que habitan la Península no podían imaginar que el futuro, a la distancia de solo una generación, les alzaría hasta las nubes de la ilusión comunitaria y que esos, al parecer, mullidas cirros blancos degenerarían en los oscuros nubarrones de la tormenta que ahora estamos padeciendo. El bienestar abriose paso enriqueciendo cada rincón de ambas naciones. No se apreciaban amenazas en el horizonte; mas de allende el océano surgió la chispa que tocó todas las economías. A cada cual según su capacidad desarrollada. La periferia comunitaria se vino abajo a pesar de las ayudas. La corrupción, plaga secular en las riberas del Mediterráneo desde que le designaron Mare Nostrum, potenció los efectos desastrosos que han rebajado el nivel de bienestar a situaciones de entreguerras.

Me sabe amarga esta cerveza, apenas si refresca el interior de mi cabeza que se debate entre pasadas alegrías y luctuosas sensaciones. En la calle me vi atrapado entre dos manifestaciones que se fundieron en la Praça do Comercio. Iguales peticiones que reflejan semejantes frustraciones. Me viene a la memoria aquel graffiti que tanto nos hizo reír entonces:

“Pinto a la rua”.

Hoy no habría ruas suficientes para tantas defenestraciones.

Estrella yace desde hace mucho tiempo a la sombra de un ciprés. Su juvenil alegría contagiosa me dejó a medio camino de este presente, que tampoco es tiempo de esperanza… Eran estas mis cavilaciones mientras las guitarras mantenían con obstinación un ritmo dulzón y melancólico frente al que destacaba el punteo de una melodía, sirviendo ambos de trasfondo a la triste voz de la fadista.



© Ramón L. Fernández y Suárez



lunes, 5 de mayo de 2014

La Enmienda Miranda: Obligación de que el acusado conozca sus derechos

Estados Unidos de América

En 1963, Ernesto Arturo Miranda, un joven indigente de 23 años en el Estado de Arizona, Estados Unidos, fue detenido por secuestro y violación de una joven de 18 años. Fue identificado por ella y luego sometido a interrogatorio por la policía.

Miranda confesó y firmó un texto escrito reconociendo haber cometido el crimen del que se le acusaba. En el juicio, el fiscal ofreció sólo su confesión como prueba y él fue condenado.
La Corte Suprema vista desde el oeste

La Corte Suprema resolvió en un fallo que haría historia (Miranda v. Arizona, 384 U.S. 436 1966) que Miranda fue intimidado durante su interrogatorio y que él no entendió su derecho a no incriminarse ni su derecho a un abogado. Sobre esas bases, la Corte revocó el fallo anterior, declarando inadmisible que se condenara a una persona sobre la base de sus dichos durante el arresto y sin que previamente se le hubiere informado de sus derechos constitucionales, garantizados por la Quinta y Sexta Enmienda: guardar silencio, que cualquier cosa que manifestara podría ser utilizada en su contra y que tenía derecho a solicitar la asistencia de un abogado.

Esta acordada del máximo tribunal establecería desde entonces un ritual inexcusable que el policía debe darle a conocer al detenido, delante de testigos.

La Corte Suprema no especificó las palabras exactas que se debían usar para informar a un sospechoso sobre sus derechos. Sin embargo, dejaron unas reglas que deben servir como guía a seguir. El fallo establece:

"...La persona en custodia debe, previo a su interrogatorio, ser claramente informado de su derecho a guardar silencio, y de que todo lo que diga será usado en su contra en un tribunal, debe ser claramente informado de que tiene el derecho de consultar con un abogado y tener a ese abogado presente durante todo el interrogatorio, y que, si es indigente, un abogado le será asignado sin coste para representarlo".

Si bien, todo estado estadounidense tiene sus propias regulaciones relativas a lo que, precisamente, se debe decir a la persona que es arrestada, la advertencia más conocida es la siguiente:

"Tiene el derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno de oficio".

Las cortes desde entonces han fallado que la advertencia debe ser "significativa", por lo que es usual que al imputado se le pregunte si entendió los derechos que se le han explicado. Algunas veces, se requieren respuestas firmes como "sí". El silencio de un arrestado no es una señal de que entendió.

Miranda fue luego condenado en otro juicio, con testigos que declararon en su contra y otras pruebas presentadas. Cumplió 11 años de condena. Irónicamente, cuando Miranda luego fue asesinado en una pelea de cuchillos, a su homicida se le leyeron los derechos Miranda, a los cuales invocó, para no tener que declarar.

En 2000, el uso de los Derechos Miranda volvió a surgir ante la Corte Suprema (Dickerson contra Estados Unidos, 530 U.S. 428 2000). El tribunal reafirmó el rol del precedente anterior.

Recientemente la Corte Suprema de Estados Unidos ha declarado que serán los propios detenidos quienes deberán invocar los Derechos Miranda, desligando a la fuerza policial de hacerlo ante un arresto.

Un dato interesante es que un setenta por ciento de los acusados renuncia a estos derechos.





Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre

sábado, 3 de mayo de 2014

Sinagoga de El Tránsito (Toledo)

       
Sinagoga de El Tránsito
         Está situada dentro de la judería que tenía su propia muralla. Es en el siglo XIII cuando desaparece la cerca y el barrio judío se mezcla con la ciudad.

         El templo de Jerusalén es el primer antecedente de la creación de las sinagogas. El pueblo de Israel cuando fue deportado a Babilonia tuvo la necesidad de crear un lazo con este templo, de ahí su origen. Todas las sinagogas se orientan en un eje Este-Oeste, de cara a Israel.
Sinagoga de El Tránsito

         La sinagoga de El Tránsito fue construida entre 1357 y 1363, según las inscripciones que aparecen en el propio edificio. Fue realizada por orden de Samuel Ha-Leví, miembro de la comunidad judía que, entre otros cargos, fue consejero y almojarife durante el reinado de Pedro I de Castilla.

         En las Siete Partidas de Alfonso X aparece la prohibición de erigir sinagogas, pero como también está escrita una provisión que permitía a la Corona hacer excepciones a esta norma,  Pedro I, agradecido por el apoyo y fidelidad de los judíos de Toledo en su lucha por la recuperación de la ciudad, tras estar bajo el control de Enrique de Trastámara, dio orden de realizar su construcción.

A través de las inscripciones histórica sabemos que se inauguró en el mes del Tisri, acabadas las fiestas del Seder del año 5117, es decir 1357.

Los Reyes Católicos la convirtieron en Iglesia de la Asunción o Tránsito de la Virgen.

El marqués de Lozoya ha escrito sobre esta sinagoga:

“… El mejor ejemplar de un sistema decorativo que triunfa en Toledo en el siglo XIV y que llevado por los alarifes de don Pedro el Cruel se extiende a Sevilla. Apenas tiene contacto con lo granadino, y en contraste con obras maestras del arte hispano-musulmán, las analogías están, sobre todo, en la decoración común con el tronco almohade”.
Artesonado

Su relación con lo almohade se manifiesta de manera palpable en la espléndida techumbre de par y nudillo, con pares de vigas bajo la estructura sostenidos por canecillos. Es un artesonado de alerce de los mejores de España. Su modelo está en el artesonado de la mezquita almohade de la Qutubiyya, en Marrakech.

Una nave diáfana de veintitrés metros de largo por nueve metros y medio de ancho y diecisiete metros de altura. Es un edificio sencillo que destaca por su armonía entre la horizontalidad y la verticalidad. El alzado se divide en dos plantas, la primera es la zona donde se situaría la zona del rito y en la zona superior todavía se aprecia la ubicación de las vigas que sostenían el lugar donde se ponían las mujeres, que ocultas de los hombres por celosías asistían a la liturgia.
Muro del Hejal 

El muro del este, con gran decoración, tiene un hueco o nicho en el centro, es el Hekal donde se coloca el Arón, un arca que guarda los rollos Sefarím que componen la Ley Torah. A ambos lados del nicho las inscripciones laudatorias a Samuel Ha-Levy:

“varón colocado en lo alto, ¡Sea su Dios con él y lo ensalce! Ha hallado gracia y misericordia a los ojos de la magna águila de enormes alas, hombres de guerra y campeador, el gran monarca nuestro señor y nuestro dueño EL REY DON PEDRO”.

Delante del Hekal, en el suelo, se ha conservado un rectángulo de cerámica alicatada, único en Toledo in situ, resto de lo que fue el pavimento de la sala.

Réplica de la fachada del palacio de Tordesillas es el muro del testero de la sinagoga. En un alarde decorativo, la austeridad de aquella se convierte aquí en una de las obras más ricas de nuestra Edad Media.

Las yeserías de esta sinagoga se reparten entre dos maneras decorativas. Más espontánea la primera enlaza con las yeserías de Illescas y Tordesillas. Más virtuosa y formal, la segunda, se forma con aportaciones almohades y hojas naturalistas. De la primera manera son los frisos superiores de El Tránsito.
Arco

Triunfa en ella la plástica vigorosa de la ornamentación gótica. Los tallos desprovistos de hebilla describen sendos grupos de espirales desarrollados a uno y otro lado de un tallo central sostenido por una mano. El horror al vacío hace que multitud de hojas y granos de uva ocupen materialmente los espacios libres.

En El Tránsito lo islámico y la flora gótica alcanzan un equilibrio perfecto.

Todo ello enmarcado por los salmos de David, que en hermosos caracteres hebraicos, corren paralelos a la decoración.

Menorah

Torá










Joyas judeo bereberes





Fuentes:
Contreras, Juan de (Marqués de Lozoya): Historia del arte hispánico. Tomo II, p. 453
Pavón Maldonado, Basilio: Arte Toledano: islámico y mudéjar. Instituto Hispano-Árabe de Cultura. Madrid 1973. Pp. 70 y ss.
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Fotos: Ángeles Alonso