jueves, 30 de octubre de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: El mal olor




El mal olor



         No se lavaba nunca y olía mal. Pero terriblemente mal. Tal mal olía que aquella tarde al pasear por el campo los buitres volaban en círculo por encima de su cabeza. No me cupo duda. Era una señal. Al llegar al cortado, como quien no quiere la cosa, me acerqué al borde. Ella vino detrás de mí. La empujé un poquito y, oiga, resbaló con la arenilla y se precipitó por el barranco, y rodó y rodó por las piedras hasta llegar al fondo y caer en un riachuelo que pasaba por allí. Corrí a avisar a la Guardia Civil y cuando llegamos a su lado el mal olor había desaparecido y sólo olía a sangre, a agua fresca y a flores del campo.

Señor Juez, ¿no cree usted que su familia me debería dar las gracias en vez de acusarme de asesinato?






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Conversaciones con el Juez: El mal olor por Malena Teigeiro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.




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miércoles, 29 de octubre de 2014

Nuria Sierra Cruzado: El planeta que dejó de serlo







Nuria Sierra Cruzado (Madrid, 1975). Gestora de contenidos web y redes sociales. Ganadora de dos premios de narrativa y autora del libro de relatos Nido ajeno

Sus cuentos han sido publicados en diversas antologías como Los inquilinos del AlephFuturo 
imperfectoY usted ¿de qué se ríe? y La isla




"La vida que reflejo en mis pinturas
excluye lo sórdido y lo feo.
Pinto como me gustaría que fuera"
Norman Rockwell


Gabriela recorta papel de colores y lo pega sobre bolas de diferentes tamaños. El poliespán y la cartulina se van convirtiendo poco a poco en un rudimentario sistema solar. La observo, cómo saca la punta de la lengua cuando maneja las tijeras, cómo sacude el bote de pegamento. Me gustaría tener sus siete años, predecibles y acotados por unas normas inexorables como la rotación de la tierra. La niña me muestra su obra, una bola grande de purpurina amarilla sobre la que giran otras sujetas con alambres. Le digo, Gabi, creo que te falta un planeta, ¿no son nueve?

-       Mamá, los planetas son ocho, y recita Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
-       ¿Y Plutón?
-       Mamá, Plutón no es un planeta. Mi hija se ríe de mí a carcajadas.
-       Pues cuando yo estudiaba sí lo era, me pongo a la defensiva.
-       De eso hace mucho tiempo, alarga la u de mucho con tono de burla.

Tiene razón Gabriela. Me parece que han pasado años luz de aquello. Y las cosas cambian. Incluso los planetas pueden dejar de serlo.

 Hace seis meses que me divorcié. Todavía tengo cajas de la mudanza sin abrir. Sospecho que vivimos con demasiadas cosas porque no sé lo que contienen y sin embargo tengo todo lo imprescindible para el día el día. Es probable que las tire sin ver lo que hay dentro. ¿Qué importa? De todas formas en la casa ya no hay sitio para más, es diminuta comparada con el adosado. Cada vez que quiero abrir el armario tengo que mover el sillón. Definitivamente tendré que comprar muebles más adaptados al nuevo espacio. Cuando ahorre, aunque eso me está resultando difícil. Antes compartíamos gastos. Ahora la pensión alimenticia y las traducciones nos llegan lo justo para sobrevivir.

Me despido de Gabriela en la parada del autobús escolar. Lleva metido su sistema solar en una caja de botas viejas, adornada con pegatinas de las Monster Dolls para que parezca otra cosa, me dice. Yo asiento y le digo adiós con la mano. Pienso que ya tendrá tiempo de aprender que a veces las cosas son lo que son por mucho adorno que le pongamos.

Vuelvo a casa caminando, no tengo ningunas ganas de sentarme frente al ordenador y traducir manuales de relojes y GPS. Eso no lo lee nadie. Solo acudes a las instrucciones cuando tienes un problema. El resto siempre se aprende con la práctica. Después de dos horas de traducir pulse los dos botones inferiores a la vez para que la esfera se ilumine, me tomo un descanso. Mientras soplo la taza de té, tecleo en Google “Plutón”. La entrada de la Wikipedia me dice que fue descubierto en 1930. Dejó de ser considerado planeta en 2006 tras una polémica científica entre los que argumentaban que más allá de Neptuno existían otros cuerpos de similar tamaño que no tenían categoría de planeta porque su gravedad no había sido capaz de atraer a todas las rocas de su órbita. O sea que Plutón incapaz de tragarse la basura cósmica que revoloteaba a su alrededor, había perdido su condición de planeta. Si acaso, era un cuerpo enano como miles más que vagan en el límite del Sistema Solar.

Pienso que me encantaría traducir libros científicos y en ese momento suena el teléfono. Es Berta, mi amiga cometa, aparece y desaparece de mi vida sin darme cuenta. Desde que se enteró de que me había divorciado, empecé a divisar la luz de su estela, como el Halley acercándose, en forma de llamadas, quedadas para tomar café o ir de compras. Berta está soltera, tiene alergia al compromiso y su relación más larga duró un puente de tres días. Dice que porque se quedó incomunicada con su amante a causa de una nevada en la sierra.

Berta siempre parece de buen humor, habla rápido e intercala palabras como cariño o encanto aunque no te conozca de nada. Esa mañana me dice que me nota aburrida, que tengo que salir más, que no puedo estar toda la vida lamentándome, que estoy de buen ver y que las divorciadas tienen tirón en el mercado de cuarentones.

-       No se hable más, dice Berta, el viernes te vienes al speed dating
-       ¿A dónde?
-       Sí, cielo, a una cita rápida, a conocer hombres y lo que surja.

No me gusta esa risa entrecortada que me suelta después de argumentar mi negativa. El viernes voy por la mañana y buscamos un modelito, remata y cuelga el teléfono.

Mi madre se extraña cuando le digo que el viernes por la noche tiene que cuidar de Gabriela.

-       ¿Que vas a salir?, me pregunta, ¿y con quién?

Cuando yo era pequeña mi madre utilizaba la psicología inversa conmigo, sobre todo cuando me vestía. Siempre he sido indecisa con la ropa y entre toda la gama de vestidos, mi madre me manipulaba expresando lo contrario de lo que deseaba obtener. Al final terminaba poniéndome el vestido que ella quería. Ahora creo los niños tienen las cosas mucho más claras, no preguntan, tienen un criterio formado a base de altas dosis de tele, videojuegos e internet. Es curioso, Gabriela es la que utiliza todas las artes psicológicas para hacer con mi madre lo que le da la gana, para que le compre juguetes o la lleve al cine. Mi madre no ejerce de abuela que mima a su nieta sino que actúa como un pelele, hipnotizada por la niña. Yo no digo nada, en el fondo me alegro, quiero pensar que me vengo de ella a través de mi hija.

Mi madre, desde que se quedó viuda no quiere dormir fuera de casa, creo que tiene miedo de que el fantasma de mi padre, regrese por la noche y no la encuentre en la cama. Qué podría pensar! A regañadientes acepta venir el viernes a cuidar de Gabi. Todavía no se cree lo del divorcio, piensa que es una especie de enfermedad reversible, que cuando nos curemos, volveremos a estar juntos. No sé qué clase de medicina haría falta para que Raúl, la niña y yo fuéramos de nuevo una familia. Sospecho que Gabriela tampoco está muy convencida de la separación, quizá porque no he sabido contestarle a preguntas como ¿por qué se fue papá?, ¿cuándo volverá? Antes a los niños no se les daba explicaciones. Ahora las exigen y lo más científicas posible, cuando hay sucesos que ni yo misma les encuentro una lógica.

-       ¿Te marchas? , dice Gabriela, ¿me quedaré con papá?
-       No, viene la abuela a dormir contigo.
-       ¿Entonces sales con papá?
-       No Gabi, esto ya lo hemos hablado, papá y yo ya no estamos juntos. Cada uno tiene su vida y…

Gabriela se pone roja y antes de pegar un portazo me grita ¡¡imbécil!! Allí me quedo, frente a la puerta cerrada de su cuarto. Me estiro la licra de una falda demasiado estrecha que ha elegido Berta y pienso que quizá Gabriela tenga razón.


El speed dating es en La Dolce Cita, un club moderno del centro. Vamos en taxi y en el trayecto Berta me da los últimos consejos: utiliza un seudónimo, no des tu número de teléfono, no hables de política, de crisis económica o de chorradas deprimentes. Y recuerda que luego tienes que votar: sí, que te gusta, no ni de coña o amistad a secas. Llegamos 20 minutos antes de la velada como todas las mujeres para no coincidir con los hombres.

Estoy nerviosa, no recuerdo cuántos años hace que no salgo a conocer gente. Raúl y yo siempre quedábamos con parejas de amigos comunes. Esto de ligar, que yo creía pasado de moda, resulta que se sigue haciendo, con las mismas reglas no escritas que manejan los adolescentes. Empieza el combate con el primer asalto de siete minutos. Me siento como una res pasando por una cadena de despiece. Con cada nuevo encuentro, hay un trozo de mí que se queda envasado al vacío. Me pregunto cómo hemos podido mantener la especie.

En el último round ya no sé de qué hablar, quizá debería cambiar mi discurso de tengo una hija que se llama Gabriela… Delante está un chico alto de treinta muchos. Se ajusta las gafas con el dedo corazón y se peina hacia atrás con la mano. Parece nervioso, es probable que sea también su primera vez. Creo que es el menos absurdo de todos los que se han sentado frente a mí.

-       ¿Sabes que Plutón ya no es un planeta?, no sé por qué le digo esto. Se va a pensar que soy una friky desesperada.

Pero en contra de mis miedos, me contesta:

-       ¿En serio? No tenía ni idea. Solo recuerdo que era el último del Sistema Solar. Hay que ver la cantidad de datos estúpidos que recordamos de nuestra infancia, ¿verdad?

Han sido los siete minutos más cortos de mis últimos seis meses. Cuando Berta y yo nos metemos en el taxi de vuelta, ella algo cargada de gintonics, me dice:

-       Vaya mierda de velada, no valían ni para amistad,  y tú, ¿vas a votar a alguno?
-       Quizás… quizás… quizás


Al día siguiente me despierto tarde y es raro porque nunca me dan más de las nueve en la cama. Huele a café de puchero y tostadas. Se oyen risas que salen del cuarto de Gabriela. Están las dos, mi madre y ella, sentadas en la mesa de estudio con las cabezas juntas sobre un libro. El sistema solar está colgado de la lámpara, con los planetas moviéndose en los alambres. Me quedo mirándolas apoyada en el marco de la puerta. Parecen una ilustración, sentimental, perfecta, conservadora.

Gabriela al verme se levanta, grita mamiiiiii y corre a abrazarme. Aún me sorprende lo rápido que olvidan los niños.

-       ¿Qué hacéis?, les pregunto
-       Repasando el tema de ciencias
-       Qué interesante!, dice mi madre con la vista en las esferas móviles del techo. ¡Cuántas cosas han cambiado en el universo!  ¿Sabías que…?

-       Sí, mamá, le digo cortando su frase, …lo sé.










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lunes, 27 de octubre de 2014

William Faulkner: Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 1949



William Faulkner
(New Albany, Missisipi, 1897 - Byhalia, Missisipi, 1962)


"Creo que este honor no se confiere a mi persona sino a mi obra, la obra de toda una vida en la agonía y vicisitudes del espíritu humano, no por gloria ni en absoluto por lucro sino por crear de los elementos del espíritu humano algo que no existía. De manera que esta distinción es mía solo en calidad de depósito. No será difícil encontrar, para la parte monetaria que entraña, un destino acorde con los elevados propósitos de su origen.

Pero también me gustaría hacer lo mismo con el renombre, aprovechando este momento como pináculo desde el cual me escuchen los hombres y mujeres jóvenes que se dedican a la misma lucha y afanes entre los cuales ya hay uno que algún día se parará aquí donde yo estoy.

Nuestra tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido por tan largo tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas del espíritu; sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella, el escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los sentimientos contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser tema de buena literatura, ya que únicamente sobre ellos vale la pena de escribir y justifican la agonía y los afanes.

Ese escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la máxima debilidad es sentirse temeroso; y después de aprenderlo olvidar ese temor para siempre, no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas verdades y realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las cuales toda historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad y orgullo, compasión y sacrificio.

Mientras no lo haga así continuará trabajando bajo una maldición. No escribirá de amor sino de sensualidad, de derrotas en que nadie pierde nada de valor, de victorias sin esperanzas y, lo peor de todo, sin piedad ni compasión. Sus penas no serán penas universales y no dejarán huella. No escribirá acerca del corazón sino de las glándulas.

Mientras no capte de nuevo estas cosas, continuará escribiendo como si estuviera entre los hombres sólo observando el fin de la Humanidad. Yo rehúso aceptar el fin de la Humanidad.

Es fácil decir que el hombre es inmortal porque perdurará; que cuando haya sonado la última clarinada de la destrucción y su eco se haya apagado entre las últimas rocas inservibles que deja la marea y que enrojecen los rayos del crepúsculo, aun entonces se escuchará otro sonido: el de su voz débil e inextinguible todavía hablando.

También me niego a aceptar esto.

Creo que el hombre no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia.
El deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen el privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón, recordándole el ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado.

La voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y prevalecer."




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sábado, 25 de octubre de 2014

Manuel Moreno Nieto: La maldición Gardel


Carlos Gardel
Fotografía tomada por José María Silva






Lloraron las guitarras, heridas en sus sones
cuando cayó vencido, el as de los cantores
Máximo Orsi. Poema evocativo.





Aquella mañana del 24 de junio de 1935 en Medellín, Samper estaba cansado. Por previsión de tormentas, su vuelo a Cali no había salido y lo celebró la noche anterior con una buena farra. Sabía quién era el pasajero de su avión: Carlos Gardel, famoso artista argentino, con su acompañamiento de la gira. A este piloto, sin embargo, no le interesaban mucho esas vainas. Su obsesión era Hans Ulrich Thom, un piloto alemán. Habían entablado una competencia enfermiza desde hacía dos años. Sus encuentros en las últimas semanas fueron así: vuelo invertido de Thom sobre Samper en Cartagena de Indias el 15 de enero; looping de Samper frente a Thom en Barranquilla el 2 de marzo y, cinco semanas atrás, una bajada rasante del alemán en Techo, maniobra que realizó con el arzobispo de Ibagué a bordo y que dejó al colombiano amarillo delante de todo el mundo. La cabeza de éste no contenía otra cosa que venganza y se había enterado el día anterior de que su oponente estaba también en Medellín con su avión, el Manizales. Cada piloto tenía su propia empresa de transporte aéreo y representaban, según ellos mismos, el expansionismo nazi y la resistencia colombiana. Así, a medio día, Samper no dio importancia al artista, simplemente ronroneaba una canción cuando puso a girar las hélices:

Este odio maldito / que llevo en mis venas / me amarga la vida / como una condena / el mal que me han hecho / es herida abierta / que me inunda el pecho /de rabia y de hiel…

Cuarenta años después, Carlos Regidor desesperaba la mañana  del 24 de junio de 1975 por sus reiterados fracasos en las pruebas de flaps del F-4 Phantom en el que estaba trabajando. Llevaba tres días desmontando, volviendo a montar y repitiendo ensayos que el aparato no superaba: si no aparecían fugas, eran bloqueos. Miraba de soslayo las sonrisas maliciosas de los compañeros cuando tenía que repetir todo el proceso. Uno de ellos iba más allá y le cantaba con los brazos abiertos y campaneando la cabeza:

Volveeer, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien…

A sus treinta y ocho años, Regidor era un mecánico reputado, con veinte en la aeronáutica y una ficha impoluta. No se le conocía avería irresoluble, ni veleidad política. Aquella mañana, sin embargo, su experiencia para resolver complicaciones no estaba sirviendo para sacar del hangar ese avión de la USAF que entró tres años antes con dos agujeros del Vietcong en la panza, y debería estar reparado, actualizado y en servicio un mes atrás. Algo raro, rarísimo, estaba sucediendo. Carlos no acababa de entender y detectaba, por las miradas de reojo de sus competidores, que su inminente promoción a Jefe del Equipo de Pruebas en Tierra, uno de los puestos más cotizados del Centro de Mantenimiento de Aeronaves en Getafe, estaba en peligro. En el avión de al lado uno de los mecánicos tenía encendido un aparato de radio del que salía una canción:

La indiferencia del mundo / que es sordo y es mudo / recién sentirás…

Cuando llegó a la cabecera de pista del Olaya Herrera, Samper estaba enajenado. Inició la maniobra de despegue,  el F-31 cogía cada vez más velocidad. Con el aumento del ruido, su mente enfermiza se iba expandiendo. Willis Foster, el radio operador y aprendiz de mecánico que iba a su lado, le veía las venas marcándose en el cuello, lo escuchaba chamullar palabras como nazi, hijoeputa, conchatumadre, pero pensaba que cuando alzasen el vuelo llegaría la tranquilidad. Durante ese recorrido, Gardel y su apoderado, Alfredo Le Pera, cantaban a dúo, ajenos a lo que ocurría en la cabina.

El F-31 se elevó, pero a los pocos segundos Samper vio delante, a su derecha, el Manizales del alemán: una nueva oportunidad de venganza. Se iba a enterar ese huevón. Le afeitaría con las hélices para luego ascender exultante de triunfo. Maniobró para simular la embestida. Casi veía la cara de Thom en su cabina cuando quiso elevarse otra vez…, pero apenas tuvo un instante para darse cuenta de que el trimotor no era una avioneta capaz de cambios bruscos de dirección. No había elegido el mejor momento para poner en su sitio a Thom, del que pudo ver, durante una décima de segundo, su rostro horrorizado en la que fue su última aproximación. Desde la torre de control  no se daba crédito a lo que estaba pasando. Cuando llegaron las emergencias, el fuego lo devoraba todo. Desde ese día, Medellín es una de las ciudades más tangueras del mundo:

En todas partes está;/ ¡toda la América hispana / Para llorarlo se hermana / Porque Carlitos se va! / San José de Bogotá / Lo absorbió como un alud / Y en su tibia infinitud / Lo acortajó con su veste, / Allá por el noroeste / De la América del Sud.

Carlos Regidor no se rendía. Estudió por enésima vez el manual y estableció una hipótesis que trató de confirmar, y luego otras tres: sudaba, encima y debajo de las alas, desmontando y montando. También daba gritos a los subalternos: ¡sube aquí!, ¡aprieta allá!, ¡levanta así! Cuando tocaron las sirenas del cambio de turno, Carlos se quedó en su puesto. Se paraba a pensar, sujetándose la barbilla, frente a frente con el morro del caza. Entrada la tarde, estableció una nueva hipótesis basada en una acumulación de causas que podrían originar una única avería. Tocó aquí, luego allá…, y el 36, número de orden dado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos a los aviones de ese contrato, superó finalmente las pruebas. Un cuarto de hora más tarde observó, con emoción reprimida, el avión saliendo a la pista, mientras sostenía en la mano el libro de trabajo con todas las operaciones de control en regla. La pesadilla había terminado.

Al cuarto de hora de la salida del avión, se tuvo conocimiento del defecto grado uno que afectaba a la seguridad en vuelo del avión 36. Carlos había dejado su linterna dentro de un registro. Una y otra vez se lo habían explicado en los cursos: marcar como conforme una operación no realizada (y él marcó que había verificado la ausencia de objetos extraños) es una FALTA MUY GRAVE. La consecuencia de este tipo de fallos era inmediata, sin posibilidad de apelación. Lo supo en cuanto el Ingeniero Jefe de Mantenimiento le puso la mano en el hombro: “Carlitos, te llaman de Personal”. Una hora más tarde conducía hacia su casa de la urbanización Villa Juventus de Parla con la carta de despido en el salpicadero de su coche. Tarareaba una canción con los ojos encharcados:

Adiós muchachos, compañeros de mi vida…





Carlos Gardel murió en el aeródromo Olaya Herrera de Medellín, el 24 de junio de 1935,  en un accidente originado por un enfrentamiento entre pilotos. Desde ese día, cada diez años y coincidiendo con el aniversario, un mecánico de aviación español, de nombre Carlos, pierde su empleo al cometer un error relacionado de algún modo con la maniobrabilidad del avión. La misma suerte corrieron Carlos Butragueño en Reus en 1945, Carlos Dávila en Tablada en 1955, Carlos Pereira en Manises en 1965…







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viernes, 24 de octubre de 2014

Brújulas y Espirales: Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014

Blog Literario de Francisco Martínez Bouzas

jueves, 9 de octubre de 2014


PATRICK MODIANO, PREMIO NOBEL DE LITERATURA



  
   
   Que octubre es por excelencia un mes galardonístico  en el terreno de la literatura lo pone en evidencia la concesión de Premio Nacional de Narrativa otorgado el pasado día 7 a Rafael Chirbes por su novela En la orilla y sobre todo la concesión del Nobel de Literatura. La Academia sueca acaba de hacer público que el elegido este año es el escritor francés Patrick Modiano, argumentando la concesión del Premio a Modiano “por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y desvelado el mundo de la ocupación” (la ocupación nazi de Francia). Patrick Modiano, nacido precisamente al final de la II Guerra Mundial, de padre italiano y madre belga, publicó su primera novela, La plaza de la estrella en 1968. Otras cuatro novelas salieron de su pluma hasta 1978 en que recibió el Premio Goncourt por La calle de las Tiendas Oscuras.

   Autor de una amplísima obra narrativa, por lo general de paginación mediana y ambientada en la época de la ocupación nazi de Francia, que él no vivió personalmente, pero a la que considera  un “período confuso y vergonzoso” de la historia francesa que constituye su propia prehistoria personal. El último libro de Modiano publicado en Francia hace apenas una semana, Pour que tu ne te perdes pas dans de le quartier (Para que no te pierdas en el barrio) hace el número veintiocho    de una obra narrativa que se desarrolla en buena medida en el barrio XVI de París, un barrio burgués y anodino, no bloqueado por la historia.

   Veinticuatro títulos de esa extensa obra narrativa están traducidos al español y publicados por distintos sellos editoriales (Monte Ávila, Alfaguara, Martínez Roca, Espasa Calpe, Seix Barral, Debate, Cabaret Voltaire, El Aleph), aunque desde 2007 es Editorial Anagrama la que ha editado o reeditado buena parte de sus obras. Un pedigrí (2007), En el café de la juventud perdida (2008), Trilogía de la Ocupación (2012) que reúne en un solo volumen sus tres primeras novelas: El lugar de las estrellas, La ronda nocturna y Los pasos perdidos. Vendrían más tarde dos novelas nunca publicadas en España, aunque sí en español por la venezolana Monte Ávila: Calle de las Tiendas Oscuras y Villa Triste. Y finalmente en mayo de este año La hierba de las noches.

   Cuatro de sus novelas han sido llevadas al cine: Une jeunesse por el realizador Moshé Mizrahi (1981); Villa triste adaptada por Patrice Leconte en la película El perfume de Yvonne  (1994); Dimanches d’août que inspiró el filme  Te quiero dirigido por Manuel Poirier en 2001. Finalmente en 2006 Mikhaël Hers adaptó De si braves garçons en Charell

   Personalmente en este Cuaderno de crítica literaria he tenido la oportunidad de comentar y valorar el pasado 24 de agosto la última novela de Modiano publicada en España, La hierba de las noches que rescato ahora como una muestra de la autoficción poético-policial de Modiano y de un estilo de escritura hipnótica y seductora. “La escritura como lucha contra el olvido”



La hierba de las noches

Patrick Modiano

Traducción de María Teresa Gallego Urrutia

Editorial Anagrama, Barcelona, 2014, 166 páginas.



   Patrick Modiano está considerado por muchos lectores como el novelista vivo más importante. Y cuando sus novelas son traducidas al español por María Teresa Gallego Urrutia, como  la que acabo de leer, la valoración se acrecienta. Obras como El libro de familia, Calles de las Tiendas Oscuras, Premio Goncourt, Un pedigrí o El lugar de las estrellas, La ronda nocturna, Los paseos de circunvalación publicadas en castellano por Anagrama en un solo volumen (Trilogía de la Ocupación) así lo confirman. El género que más frecuenta Modiano es la novela breve (nouvelle) y La hierba de las noches no se aparta de esas coordenadas; ni tampoco se aleja del estilo habitual de su prosa: escritura sutil, minuciosa y sobre todo poética, que es la marca  de toda su escritura. Hay además en la narrativa de Patrick Modiano varias ideas-eje: la escritura como medio de lucha contra el olvido, como recuperación del ayer. Contra el olvido de todo: familiares, personas amigas, las calles del viejo París y, sobre todo, la barbarie que avasalló el siglo XX. Otra es esa fascinación por penumbras inquietantes, sus incursiones en pasados turbios. Todo eso configura lo que se ha llamado “Universo o país Modiano”, centrado en torno  al París mítico de los años 60, hoy desaparecido, poblado por climas nebulosos, brumas, cafés, calles donde el escritor vivió y creció en su niñez, adolescencia y juventud. Y sobre todo, mucha nostalgia porque ese París es una ciudad que solamente existe en los libros de Modiano.

   En La hierba de las noches Modiano no desentona de ese clima escritural de sus anteriores novelas. En ella, el escritor retorna de nuevo a un pasado ya desaparecido, a una época que solamente cobra vida en los recuerdos que Modiano llega a confundir con los sueños; evocaciones llenas de elementos huidizos que el escritor había anotado en una libreta, como confirmación de su existencia y que, no obstante, llegan a constituir un verdadero enigma. Y como casi todas sus novelas, también ésta brota del mismo manantial: el tiempo misterioso, inquietante, frecuentemente peligroso de su adolescencia, habitado por personajes que acaban de salir de la clandestinidad, como su propio padre de origen judío, con frecuentes incursiones en el mercado negro.

   Jean es el protagonista y voz narradora de la novela y seguramente alter ego del propio Modiano. Es escritor dependiente de esa libreta negra  en la que apunta infinidad de notas. Solitario y perdido en un mundo hostil y a la vez atrayente, el París de los 60. Gracias a esa libreta, muchos años después puede mirar hacia atrás y reconstruir la etapa de su vida que se corresponde con esos años. Desde el presente se ve obligado a enfrentarse a varios personajes que conoció en aquellos momentos pretéritos: un antiguo amor, Dannie dice llamarse, que arrastra un pasado enigmático y misterioso que ella misma no desvela. Y a su par, una colección de “personas raras”, los golfantes huéspedes  del Unic Hôtel como Ghali Aghamouri, Langlais, Chastagnier, Duwelz o Gérard Marciano, cuyas verdaderas identidades se esconden bajo antifaces y que evaden las preguntas de Jean. El relato se centra en el paseo recordatorio  del protagonista por el viejo recinto urbano de su vida, tan alterado por el paso del tiempo. En ese recinto, el protagonista habrá de enfrentarse con lo que fue su desasosiego sentimental, que tenía lugar a la vez que las revueltas populares de la Francia poscolonial, o el secuestro de Ben Barka. Y un enigma que el lector no descubrirá hasta el final de la obra.

   Novela erguida con el aire que respira la memoria, tal como ésta se conserva muchos años después. Recuperando los recuerdos, el pasado, en una beligerancia contra el olvido, mas con la particularidad de que  La hierba de las noches está escrita como una novela negra, como un thriller policial. Rescate y elegía del pasado en el que una investigación policial  viene a ser la última frontera de las geografías pretéritas que, en el presente, se convierten en tiempo ido, en vejez. No sin razón, La hierba de las noches ha sido considerada como el culmen de una autoficción poética-policial. Porque el escritor nacido en Boulogne-Billancourt es capaz de amalgamar una trama de novela negra (un aire de suspense se incrusta en su esencia), con un texto escrito con finas suturas poéticas. No porque la prosa de la novela remede la poesía, sino porque el escritor es capaz de crear, con lengua precisa y mediante numerosas elipsis, una especie de estado onírico en la mente  del lector, que debe completar lo oculto y velado. En cuanto a su arquitectura interna, Modiano sitúa esta novela breve en las antípodas del canon compositivo tradicional. Aquí no hay introducción, nudo y desenlace. Solamente París y Modiano y esa aura melancólica, y por lo mismo triste, que produce la vivencia, muchos años después, del tiempo ido que solamente pervive en la memoria.



Francisco Martínez Bouzas



                                                    
Patrick Modiano (foto de Daniel Mordzinsk)

Fragmentos



“Ayer por la noche fui recorriendo con el dedo índice en el mapa el trayecto de París Feuilleuse. Era remontar el curso del tiempo. El presente no tenía ya importancia alguna, con esos días todos iguales con su luz sin brillo, una luz que debe de ser la de la vejez en la que nos da la impresión de estar sobreviviendo. Me decía que volvería a encontrar la hilera de árboles y las cercas blancas. El perro se me acercaría despacio, recorriendo el paseo. Había pensado a menudo que, aparte de nosotros, era el único habitante de la casa, e incluso el dueño.”



…..



“Sí, a veces la vida es monótona y cotidiana, como hoy, cuando estoy escribiendo estas páginas para dar con líneas de fuga y evadirme por las brechas del tiempo. Estábamos sentados los dos en el banco del paseo central, entre la parada de taxis y el hotel Taranne. El año siguiente me enteré también de que allí, en aquella acera, habían cometido un crimen, detrás de donde estábamos nosotros. Obligaron a subir a un coche -que dijo ser de la policía- a un político marroquí, pero de hecho fue un rapto y, luego, un asesinato. Y el nombre de «Georges», ese que estaba a menudo en el vestíbulo del Unic Hôtel salió en los periódicos como el de uno de los ejecutores de aquel crimen…”



…..



“Las estaciones cambian y se confunden en el recuerdo como si éste, con el paso de los años, viviera su propia vida, una vida vegetal, y no fuera nunca una imagen fija y muerta. Sí, las estaciones se mezclan a menudo; la primavera del invierno, el veranillo de San Martín… Cuando llegamos bajos los soportales, estaba lloviendo, una lluvia muy fuerte o, más bien, uno de esos chaparrones que lo pillan a uno desprevenido en verano.”



(Patrick Modiano, La hierba de las noches, páginas 43-44, 104-105, 114)

jueves, 23 de octubre de 2014

Isla de Tabarca


A menos de media hora de viaje en barco desde Santa Pola se encuentra el pequeño archipiélago de Tabarca, formado por los islotes de La Cantera, La Galera y la Nao. 
Iglesia de San Pedro y San Pablo
Foto: Ángeles Alonso 

La isla principal L’illa, como la llaman sus habitantes tiene una longitud de mil ochocientos metros de oeste a este y una anchura máxima de cuatrocientos cincuenta metros de norte a sur. En su extremo occidental tiene una pequeña y preciosa población fortificada, único ejemplo insular de nuestro territorio nacional.

Si la recorremos podemos contemplar el Torreón de San José y el antiguo faro, hoy restaurado para albergar un interesante laboratorio biológico que sirve de base a la Reserva Marina. Vale la pena tomar un baño en alguna de las muchas calas empedradas que forman la costa. Sus aguas transparentes y su abundante fauna y flora fueron determinantes a la hora de declararlo Reserva Marina en 1986.
Foto: Ángeles Alonso

Los griegos la llamaron Planesia (Engañosa) por sus peligrosos arrecifes y fantásticos espejismos. Luego los romanos por su aspecto aplanado la llamaron Planaria y se asentaron en ella como base para la pesca y las salazones. Los árabes la llamaron Blanasiya. La leyenda nos dice que la visitó el apóstol San Pablo, de ahí otro de sus nombres, Isla de San Pablo o Santus Paolus, de donde pudiera proceder el nombre de Santa Pola.
Foto: Ángeles Alonso

La isla fue barrida por la erosión del mar en el Cuaternario, que produjo la actual planicie. Carece de arbolado y la vegetación es escasa. Es la única isla habitada de la Comunidad Valenciana y a sus habitantes se les llama tabarquinos.

Durante varios siglos estuvo deshabitada. Por ello los piratas berberiscos la utilizaron en sus incursiones por el litoral peninsular. Carlos III atendiendo a los consejos del Conde de Aranda, encargó al arquitecto coronel de infantería don Fernando Méndez de Ras la fortificación de la isla de San Pablo para así defender las costas vecinas.
Foto: Ángeles Alonso

En aquel entonces, frente a Túnez, en el pequeño islote de Tabarka vivía una población de origen genovés, protegida por una pequeña fortaleza con bandera española que se dedicaba a la pesca del coral rojo. Pero en 1741 los norteafricanos la recuperaron, arrasando población y fortaleza. Se llevaron cautivos a los supervivientes a Argel y a Túnez.

De nuevo Carlos III interviene y en 1768 accede a redimirlos con la ayuda de los frailes mercedarios españoles que operaban en el intercambio de prisioneros en el Magreb. En 1769 los instala en el pequeño poblado de la Ciudad Fortaleza de San Pablo. Y la llaman Nueva Tabarca.
Faro de Tabarca. Foto: Ángeles Alonso

Allí los nuevos colones encuentran un bonito pueblo fortificado, según el estilo barroco de la época: calles y plazas, murallas, bastiones, baluartes, puentes levadizos y puertas monumentales, iglesia, cementerio, perfecto sistema de recogida de aguas pluviales, cisternas, fábricas, barcos y artes de pesca. Todo para un buen asentamiento de la población y defensa de las costas.

A cada familia le fue asignada en la isla una casa numerada, con acto formal y recibo regular. Además, se concedió a los colonos una serie de privilegios y exenciones, eximiéndoles del servicio de las armas y del pago de los impuestos directos e indirectos a que estaban sujetos los pueblos de la monarquía. La seguridad fue confiada a una galeota y para el desarrollo de la pesca se concedieron seis embarcaciones aparejadas. El origen genovés de sus habitantes actuales es fácil de comprobarse a través de un seguimiento histórico de los apellidos más comunes, algunos fonéticamente hispanizados: Buzo, Capriata, Chacopino (Jacopino), Colomba, Russo…

Puerta de la Trancada o de San Gabriel
Foto: Wikipedia 

Más el proyecto del arquitecto Méndez, aún sin acabar por factores económicos, languidece. Por otra parte se había firmado con los berberiscos un tratado de no agresión y perdió su importancia estratégica a lo largo del siglo XIX. Los habitantes quedaron abandonados a su propia suerte y se dedicaron a la pesca.

A mediados de los años sesenta llegan los turistas. El sol, sus limpias aguas, su excelente gastronomía y su interesante historia, hace que la isla, poco a poco, vaya poblándose de chiringuitos y restaurantes.

En 1964 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural.
Cala
Foto: Ángeles Alonso









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