lunes, 12 de enero de 2015

Marisa Caballero: Primer ferrocarril español


La Habana- Bejucal


            Hoy acostumbrados como estamos a las líneas de ferrocarriles de Alta Velocidad; casi nos parece que siempre ha sido así. Para los jóvenes, las máquinas de vapor, son piezas de museo que,  salvo que hayan visitado con sus padres el del Ferrocarril, no pueden imaginar cómo eran aquellos viajes. El cine lo muestra, pero no puede transmitir la sensación del viajero. Las paradas para llenar de agua las calderas, la carbonilla. La categoría de los vagones; de primera, segunda y tercera clase. Con unas diferencias más que notables en la comodidad de los ocupantes. Vagones divididos en pequeños compartimentos, con asientos enfrentados, que eran compartidos por doce, ocho o por seis personas. En bancos de madera, o en cómodas butacas tapizadas en terciopelo.  Hoy, salvo la distancia entre asientos, y algún que otro  detalle más, es apenas relevante. Se denominan Club, Preferente y Turista, pero en todos los casos son cómodos.

            Los nacidos en la primera mitad del  siglo XX,  conocen bien aquellas primeras líneas. Viajar era una aventura, pero fueron como ahora lo más avanzado de la época.

            Para todo aquél interesado en  el tema. La primera línea férrea española, no se construyó en la península, si en territorio español, ya que fue en Cuba, y en el año en que se instaló, lo era.

            Fue autorizada, por la reina gobernadora Mª Cristina de Borbón-Dos Sicilias en 1834, otorgando  a la Junta de Fomento la capacidad suficiente para permitir hipotecar sus rentas a este fin y poder amortizar el préstamo con Inglaterra. Se trataba del  Camino de Hierro Habana-Güines. Fue un publicista andaluz, Marcelino Carrero Portocarrero el promotor de la iniciativa de construir la primera línea férrea cubana.

            Este Itinerario  se eligió, porque comprendía una región de alto interés económico, y malas infraestructuras. Desde 1767 se estaba reclamando la construcción de un canal de navegación que uniera ambas poblaciones y no se había conseguido.  La línea férrea facilitaba el transporte de azúcar, café, plátanos y tabaco, entre otros,  y naturalmente pasajeros. No solo abaratando los costos, esperaba conseguir grandes beneficios de explotación.  Contó con el beneplácito general de la más influyente sociedad colonial cubana. Inaugurándose un primer tramo de 27 Km,  que conectó la Habana con Bejucal el 19 de noviembre de 1837, día de Santa Isabel de Hungría, en honor a la reina niña Isabel II.  Esta línea ferroviaria fue la segunda de América, primera en América latina y séptima del mundo. Un año después llegó a Güines.

            En la península en 1848, se construye la línea Barcelona-Mataró. Siendo a partir de éste momento cuando se produce una rápida expansión con la construcción de numerosas líneas.
           





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