viernes, 13 de marzo de 2015

Marisa Caballero: Una flor misteriosa


Pintura de una familia gitana española





Todos los años secundo la tradición. En fecha cercana al día de todos los Santos, visito las sepulturas donde reposan los restos de aquellos que,  en algún momento, compartieron parte de su vida conmigo, o me contaron muchas historias sobre ellos, tantas, que sin conocerlos han vivido junto a mí.


Cumplo todos los requisitos, limpio esos mármoles y granitos ennegrecidos y llenos de polvo. Circunstancia lógica, nada los reguarda. Es una limpieza efímera y absurda, pero allí me presento, pertrechada de todo aquello que considero necesario. Botes de pintura, brochas, botellas de lejía, estropajos, muchas bayetas, y siempre pienso lo mismo, ¡esto no tiene sentido!, pero lo hago año tras año. Cuando termino, y veo ésa lápida limpia que adorno con flores, olvido el cansancio y respiro; debe ser la satisfacción del deber cumplido. La tradición tan tremendamente interiorizada, que cuesta tanto evitar. Miro en derredor mío y prácticamente todas presentan idéntico aspecto, limpias como los chorros del oro.  Centros de flores de diferentes colores, algunas colocadas con mesura, otras con un floristería completa encima. Hasta en eso somos ilógicos, no nos ponemos de acuerdo con hermanos primos y demás familia. Cada hermano, hijo, etc., aporta su centro, es como si quisiéramos demostrar individualmente lo que nos acordamos. En algunos casos no se los cuidó cuando lo necesitaron. En fin, así es la vida, cada uno sacará sus propias conclusiones, ¿quién soy yo para cuestionarlo?

Al vivir en localidades diferentes, es inevitable que algún que otro miembro de la familia se haya quedado para siempre. Yo digo que se cansó de traslados, decidió que era un buen lugar. Todos “mis pueblos” son entrañables, no es extraño que quieran permanecer en alguno de ellos hasta el fin de los tiempos.

Ese capricho de la naturaleza, que sin pedir permiso, te reclama para otras funciones, me obliga a hacer diferentes rutas para atender a todos, los que se fueron apeando en distintas estaciones.

A mis familiares y amigos les digo que voy a revisar las parcelas. Siempre me cuento la misma historia para cumplirlo, el día que yo deje de hacerlo, nadie lo hará. Lo curioso es que no lo reprocho, lo entiendo. Empiezo a pensar que estoy fatal del coco.

En una de mis rutas por los camposantos. Concretamente en la sepultura de una hermana, a la que apenas conocí. Año, tras año encontraba una flor. Pregunté a todos los amigos y conocidos.  Nadie la había colocado. Aquello se convirtió en un misterio, en cada una de mis visitas, siempre lo mismo, allí estaba. Conjeturas propias y familiares. No cabía pensar en un enamorado, mi hermana tenía casi siete años cuando falleció y estuvo aquejada durante su corta vida de una grave enfermedad. Al llegar a casa siempre me preguntaban ¿estaba la flor?

Llegó un momento que aquello se convirtió en costumbre, quizás la persona que cada año la depositaba, conocedora de que nadie de la familia residía en el pueblo, la dejaba compasivamente para que al menos una flor la acompañara, no lo terminaba de comprender, yo siempre llevaba flores.

Hace tres años, llegué con mis pertrechos habituales, dispuesta a realizar la tarea anual. La flor no estaba, sentí pena, seguro que al donante le había pasado algo, ¿habría muerto? Sin terminar mentalmente de hacerme la pregunta, una desconocida mujer, vestida de negro, medias negras,  con pañuelo negro a la cabeza, como a la antigua usanza, con los brazos en jarras me espetó muy enfadada:

- ¿Quién es usted y  qué hace en esta sepultura?

La miré sorprendida y  contesté altanera, demasiado desabrida:

- No tengo que darle ninguna explicación, esta sepultura es mía, enfatizando la propiedad, mía, casi grité, aquí está enterrada mi hermana.

La mujer de negro, abandonó su postura hostil, y hablando para sí, dijo: - Debe de ser la pequeña.

Yo no entendía nada. La mujer, abandonando su gesto, me miró, sonrió y explicó:

- Soy la gitana... la Luisa... la mujer del Nono, ¡Pobrecito ya se murió!, está allá arriba, en los nichos.  Su padre siempre fue muy bueno con nosotros, por eso todos los años traigo una flor a su hermana, de plástico, eso sí, pero me gusta cuidar su tumba.

He de contar que mi padre era Guardia Civil.

Solo pude hacer una cosa, además de darle las gracias, la abracé. Muchos recuerdos de mi niñez llegaron a mi mente, la vi con su hatillo vendiendo telas, a su padre sentado a la puerta de su cueva, con su cayado y sombrero de patriarca gitano. Al Nono esquilando caballerías.

Aquél día, recibí una lección de generosidad, auténtica caridad, de la persona más humilde.


GRACIAS LUISA, CARIÑOSA AMIGA GITANA


Bandera gitana

5 comentarios:

  1. Muy buen detalle, Marisa. Sigues creciendo en tu personal literatura, y describes muy bien las situaciones, tanto por el entorno como por las personas que intervienen en tus relatos. Tus amigos tertulianos tuvimos el privilegio de leer esta nueva colaboración por adelantado. Que se agradece, y sirve para afianzar, más todavía, el buen grupo que hemos llegado a consolidar gracias a compartir este tipo de inquietudes; otra más entre tantas como llevas adelante. Muchos de cuantos asistimos tardíamente a la Universidad Complutense de Madrid, dejamos constancia del bien intelectual con que se enriqueció nuestro pensamiento; y para muestra vale una mujer emprendedora como es Marisa, y un buen artículo –otro más- como es éste. Enhorabuena.

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  2. ¡Que bonita historia! Narrada de forma genial, como tu sabes hacerlo, Marisa. Es un relato aleccionador sobre la bondad y la gratitud de personas y oficios que a veces se prejuzgan como antagónicos. Aquí vemos que la belleza de la gente buena siempre nos adorna la vida.

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  3. MARISA:
    Aunque conocía ya de viva voz el argumento, leer tu reseña me ha avivado la convicción de que todos tenemos cosas hermosas que recordar y compartir. Enhorabuena.

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    1. Gracias Ramón. Le agradeceré a Pilar toda mi vida, su fidelidad y cariño. Lo he contado muchas veces, porque creo es algo que lo merece.

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  4. Me encanta, como me gustan los recuerdos plasmados en "papel", enhorabuena como siempre!!

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