jueves, 23 de julio de 2015

Brújulas y Espirales: Joseph Roth "Izquierda y derecha"

Blog Literario de Francisco Martínez Bouzas

lunes, 2 de marzo de 2015


"IZQUIERDA Y DERECHA": UN RETRATO MORDAZ DE ALEMANIA DE ENTREGUERRAS



Izquierda y derecha

Joseph Roth

Traducción de Sandra Chaparro Martínez

Editorial Pasos Perdidos, Madrid, 2014, 238 páginas.


   Joseph Roth (1894-1934) es uno de los grandes escritores del siglo XX, aunque su obra, al menos en las lenguas peninsulares, apenas se ha recuperado. Sin embargo, Roth es un escritor imprescindible especialmente en el periodo de entreguerras. Nació en Brody, una aldea ucraniana que entonces formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Joseph Roth era un judío rural, un “ostjuden” (judíos del Este), que tras su traslado a la ciudad, perdió la conciencia de su origen étnico judío, para él algo totalmente accidental. En su madurez se convirtió al catolicismo. La existencia de Joseph Roth, desterrado tanto de su lengua como de su tierra, fue un permanente deambular por las capitales de la Europa Occidental, haciendo de los hoteles su domicilio, siempre con la botella en la mano y en un constante despedirse de su identidad. Por eso mismo, su vida puede ser considerada como un ejemplo palpable del lento suicidio provocado por el alcohol. Un culmen existencial de su propia miseria interior. A pesar de ello, Roth fue capaz de escribir excelentes obras de ficción, centradas sobre todo en la Primera Gran Guerra. La marcha Radetzky y La leyenda del Santo Bebedor son las mas conocidas.

   Joseph Roth escribió Izquierda y derecha en 1929, en pleno ascenso al poder del nazismo. La novela es un retrato modélico de su época, centrado sobre todo en Berlín, del que el escritor nos ofrece un cuadro amargo y cáustico, así como una perfecta descripción del marasmo en el que vegetaba la República de Weimar. En la novela, Roth deja traslucir además algunas de las coordenadas de su propio mundo; de una experiencia vital en la que planea el fin crepuscular de un modo de vida: el de la sociedad centroeuropea de entreguerras y en la que ya se intuye una columna de humo maldito: la toma de la Cancillería por Adolf Hitler. Un fiel testimonio, pues, de su tiempo, que pivota en tres personajes: los hermanos Bernheim (Paul y Theodor) y un ruso mongol, Nikolai Brandeis, que monopoliza casi toda la segunda parte de la novela.

   Una historia, por consiguiente, de tres personajes en busca de su destino, que sin embargo esperan pasivamente. Historia sobre el colapso de la República de Weimar (el caos, la inflación galopante, la ruina de muchos ahorradores, los avispados que en  las hecatombes amasan grandes fortunas,  el surgimiento de grandes industrias…). Pero primordialmente, una historia sobre seres humanos. Ellos son los miembros de una familia, los Bernheim, en acelerada decadencia, con dos hermanos, Paul y Theodor que representan posturas encontradas. Paul, el hijo mayor, tras la muerte de su padre, está destinado a triunfar en esa Alemania de entreguerras, pero, después de dar muestras de un inútil talento, solventa su ruina económica con una boda de conveniencia. Theodor, su hermano, un cobarde resentido que se radicaliza en las filas del racismo para terminar simpatizando con los nazis, enturbiando la relación familiar a base de disgustos. Y junto a ellos, quizás el personaje más relevante de la novela, Nicolai Brandeis, un judío apátrida enriquecido, a quien detestan todos, pero que es capaz de afrontar su destino y sabe manejar las vidas de los dos hermanos y, con su olfato para los negocios, se convierte en el verdadero contrapunto de la descomposición social de aquellos años.

   Sumergidos en ese maremágnum, los dos hermanos  pretenden salir adelante, subir a la cima y para ello, no tienen escrúpulos en aceptar ayudas poco claras, ventajosos matrimonios de conveniencia y apoyo de personajes poderosos. En su entorno, una amplia nómina de personajes secundarios, revoloteando todos ellos en torno del  dinero de Brandeis. También varios personajes femeninos, relegados a una función secundaria: niñas consentidas y frívolas, defendiendo sus miserias y sus miedos, o traspasadas de una alcoba a otra como amantes complacientes.

   Josep Roth, a la vez que introduce el tema del irresistible ascenso nazi, retrata a base de un impactante humor negro, que a veces llega a la sátira feroz, el Berlín de entreguerras, con sus luces y negruras. Sobre todo con sus sombras. Una sociedad dividida, pero sin una frontera nítida entre izquierda y derecha, regidas las dos por los mismos ideales éticos: la moralidad del mundo queda en manos de la estabilidad monetaria. Son las bolsas las que definen la moral social. Con estos ideales convive un amplio elenco  de seres infelices y pasivos, perfecto caldo de cultivo para la hecatombe y la barbarie que, a los pocos años, asolarían a Europa.

   Joseph Roth construye la novela de forma perfecta, porque domina el arte de novelar, creando situaciones, conversaciones, descripciones, tanto planas como perfiladas que semejan escenas cinematográficas. Con gran pericia, evidenciando así mismo un pleno dominio del ritmo narrativo, acelerando o ralentizando  el desenvolvimiento del relato según demanda la ocasión. Estilo directo, sencillo, hermosamente pulcro, capaz sin embargo de comunicar a través de sugestivas imágenes y tácticas  expresionistas, capaces de describir con una sola frase o palabra todo un estado de ánimo y reflejar aquella sociedad de entreguerras en plena descomposición.


Francisco Martínez Bouzas



                                                     
Joseph Roth

Fragmentos


“Ya había tenido tres citas con Paul Bernheim. Un día tomaron el té de las cinco; otro hicieron una excursión en coche sin dirigirse a ningún sitio concreto y, al tercero, pasearon alegres, lentamente, en vez de jugar al tenis como habían planeado. Al día siguiente tenían previsto montar a caballo.

Para demostrar que conocía a los jóvenes y notaba cualquier pequeño cambio en su sobrina, el señor Enders preguntó:

-Estás enamorada, ¿verdad?

Irmgard consideraba a su tío tan pasado de moda como él se creía moderno. No le gustaba la palabra «enamorada», se refería a un estado de ánimo que no resultaba adecuado en una joven de su tiempo.

-¿Enamorada? Puede que solo quiera casarme.

-¡De acuerdo! Me alegro de que seas lo suficientemente moderna como para no confundir el amor con el matrimonio. Porque, como sabes, no puedes casarte con quien te dé la gana, aunque sí puedes enamorarte de quien quieras -explicó el señor Enders.

-Pero, tío, soy independiente.

-No hasta ese punto.”


…..


“Todas las carreteras del mundo se parecen. Los burgueses del mundo entero se parecen. Los hijos se parecen a sus padres. Puede que quien llegue a esta conclusión, desespere pensando que nunca asistirá a transformación alguna. Por mucho que cambien las modas, las formas de gobierno, el estilo y el gusto, nunca lograrán eclipsar esas leyes eternas que hacen que los ricos construyan casas y los pobres chozas, que los ricos lleven ropa y los pobres harapos. Pero esas mismas leyes son las que hacen también que tanto los ricos como los pobres amen, nazcan, enfermen y mueran, recen y mantengan la esperanza, desesperen y se marchiten.”


(Joseph Roth, Izquierda y derecha, páginas 161, 215)

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