jueves, 5 de noviembre de 2015

Ramón L. Fernández y Suárez: Diálogo de doña Inés y don Juan en la ribera del río

Juan:
Es tu belleza serena,
que nunca desgasta el río,
la que deshace mis penas
y me protege del frío.
Inés:
No sé si son zalameras
tus palabras, amor mío,
mas si no fueran sinceras
me las creería, cual crío.
Juan:
Celebro verte tan mía
pues mi franqueza no engaña
y mi esperanza confía
en anidar en tu entraña.
Inés:
No tan presto, caballero,
que aunque me estorba el pudor
antes morir yo prefiero
que renunciar a mi honor.
Juan:
No tienes que renunciar
al prestigio que te ampara
ni tienes por qué continuar
como si nadie te amara.
Inés:
Vuestros labios me seducen.
Vuestras palabras me ofrecen
tesoros que más relucen
cuanto más cerca parecen.
Juan:
Por el caudal de mis venas
ardientes gotas de miel
corren borrando mis penas
cuando acaricio tu piel.
Inés:
No pienses que no padezco
semejante desatino,
si en cada abrazo me ofrezco
como una copa de vino.
Juan:
Ven hacia mí sin cuidado.
Permite hacer a mis manos
expertas en resultados
placenteros y galanos.
Inés:
Prefiero forma encontrar
que garantice mi estado
y de ese modo evitar
lo que muchas han logrado.
Juan:
No has de temer a mi amor
pues ni estas riberas sabrán
los suspiros ni el clamor
que de mi pecho saldrán.
Inés:
Me rinde tanta nobleza
guardada en tu corazón,
penetre, pues, tu grandeza
y termine esta sinrazón.


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