viernes, 1 de enero de 2016

Amantes de mis cuentos: Fonética castellana


Cochinillos

Una cubana se hizo española gracias a su abuelo que era de Valladolid. Quiso estar a la altura de sus ancestros y se apuntó a unas clases de dicción. El primer día de clase le pusieron a leer este ejercicio:

“Cuando a la casona conocida como “La Zarzamora” se le cayó parte de la cornisa, un trozo de ella colisionó con un camión lleno de cerdos que circulaba por la carretera”.

La profesora dijo: “ccci” “zzza” “zzzo” “ccce” “ccci”.

Ella asintió.

“En ese momento, por el pueblo, no sir, perdón cccirculaba coche alguno. Los de la casa corrieron para colaborar y crearon un eficaz zafarrancho dado que ninguno se quedó a la zaga”.

Interrupción:

-Has vuelto a sesear.

-Disculpe, no se ponga brava.

-Aquí se dice no se enfade.

-Ok, perdón, vale.

“Las cajas desperdigadas eran cuadradas con unos cccírculos abiertos que permitían las corrientes de aire. Cccinco se rompieron. Por eso algunos cccerdos cruzzzaron la carretera en busca de tierra y agua, para hozzzar y gruñir a gusto”. 

-Mucho mejor, repítelo diez veces más.

La cubana después de varias lecturas ya no daba pie con bola. Cuando tenía que sesear, ceceaba y al contrario. Repitió el texto todas las veces que quiso la profesora pero lo tuvo que dejar, al darse cuenta de que un hilillo de sangre le corría por la comisura de los labios. Desde allí la llevaron a urgencias para implantarle dos trocitos de lengua, pero no se lo hicieron bien. Ahora cecea.


© Marieta Alonso Más

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