martes, 26 de abril de 2016

Juan de Dios Peza: El indio triste (Leyenda mexicana)


Representación del huey tlatoani Moctezuma II en el Códice Mendocino






















I

                
Es media noche; la luna
irradia en el firmamento;
y riza al pasar el viento
las ondas de la laguna.

En el bosque secular,

y entre el tupido ramaje,

turba el pájaro salvaje

la quietud con su cantar.


Y entre los contornos vagos

del horizonte, a lo lejos

brillan cual claros espejos,

al pie del monte, los lagos.


Yace en paz, sola y rendida

de Tenoch la ciudad bella,

parece que impera en ella

la muerte más que la vida.


Y no es ficción, es verdad;

que fue tan triste su suerte

que la orillan a la muerte

el luto y la soledad.


Su esplendor está apagado
de la guerra al terremoto;
el gran huebuetl está roto
y el teponaxtle callado.

No alumbra el teocal, la luz

del copal de suave aroma,

porque el teocal se desploma

bajo el peso de la cruz.


No cubren mantos de pluma

los cuerpos de altivos reyes;

tiene otro Dios y otras leyes

la tierra de Moctezuma.


Y ante este Dios y esta ley

que transforman su recinto

sólo al César Carlos Quinto

reconoce como rey.


¡Cuántos heroicos afanes!

¡Cuántos horribles estragos

han visto bosques y lagos,

ventisqueros y volcanes!


Está el palacio vacío

sin pompas ni ricas galas;

desiertas se ven sus salas

su exterior mudo y sombrío.


Y zumba en su derredor

del viento la aguda queja,

como un suspiro que deja

honda impresión de dolor.


Es el profundo lamento

de una raza sin fortuna:

¡La sangre que en la laguna

flota y se queja en el viento!


Por eso duerme rendida

de Tenoch la ciudad bella,

como si imperase en ella

la muerte más que la vida.





II
                
Frente a la anchurosa plaza,
cerca del teocal sagrado
y del palacio olvidado
que pronta ruina amenaza,

donde con riqueza suma
viviera, en tiempo mejor,
Axayacatl el señor
y padre de Moctezuma,

en corta y estrecha calle

desde la cual, el que pasa

mira fabricar la casa

del alto marqués del Valle.


Así en la noche sombría

como en la tarde callada

y al fulgor de la alborada

con que nace el nuevo día,


en toscas piedras sentado
y con harapos vestido,
entre las manos hundido
el semblante demacrado;

un hombre de aspecto rudo,

imagen de desventura,

siempre en la misma postura,

y como una estatua muda,


inclinada la cabeza,

allí lo encuentra la gente,

como la expresión viviente

de la más honda tristeza.


¿En qué piensa? ¿Qué medita?

¿Qué dolor su alma destroza

que ni llora, ni solloza,

ni se queja, ni se agita?


En su conjunto reviste

tanta tristeza ignorada,

que la gente acostumbrada

clama al verlo: «¡el indio triste!»


Le conocen por tal nombre

en el pueblo y la nobleza,

y dicen: es la tristeza

que tiene formas de hombre.


A nadie llegó a contar

su tenaz dolor profundo;

siempre triste lo vio el mundo

en aquel mismo lugar;


tal vez fue algún descendiente

de los nobles mejicanos,

que al ver en extrañas manos

y en poder de extraña gente


la nación que libre un día

vivió con riqueza y calma

sintió en el fondo del alma

horrible melancolía.


Y sin ninguna amenaza,

viendo a su nación cautiva,

fue la expresión muda y viva

de la aflicción de su raza.


Muchos años se le vio

en igual sitio sentado,

y allí pobre y resignado

de su tristeza murió.


Su desconocida historia

al vulgo pasma y arredra,

y en tosca estatua de piedra

honrar quiso su memoria.


La estatua al cabo cayó,

que al tiempo nada resiste,

y «Calle del Indio Triste»

esa calle se llamó,


sin poder averiguar

con ciencia ni sutileza

la causa de la tristeza

del indio de aquel lugar;


pero en nuestro hermoso valle,

y en nuestra mejor ciudad,

pasan de edad en edad

ese nombre y esa calle.



Juan de Dios Peza




Nuestro colaborador Justo S. Alarcón, Profesor Emérito de la Universidad Estatal de Arizona (USA), nos invita a leer la leyenda mexicana "El indio triste" del poeta, político, escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Juan de Dios Peza, que nació en 1852 y murió en 1910, en Ciudad de México.

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