lunes, 27 de junio de 2016

M. J. Pérez: El cuaderno verde


Los que somos aficionados a la papelería solemos tener infinidad de utensilios de oficina: bolígrafos, lápices de colores, gomas de borrar y los adorados cuadernos. Estos últimos son esenciales para los que nos dedicamos a escribir. A veces, son solo unos esbozos plasmados en un papel, en otros casos no podemos dejar de emborronar hojas y más hojas antes de dar el salto al formato digital.

Para muchas personas, estos compañeros de papel no son más lugares apropiados para apuntar cosas que debemos hacer o recordar. Pero, para muchos de nosotros son mucho más, porque de un simple apunte puede surgir una idea que nos cambia la vida. Tengo un cuaderno rojo de donde ha salido algo bonito, también hay en mi estantería otro negro que podría tener potencial, pero sin lugar a dudas mi favorito es el verde.

Es un cuaderno con espiral tamaño A4 con hojas blancas, ni una raya ni un cuadro en ninguna de sus páginas. Deseaba mucho tener uno así, por eso mi padre salió en su búsqueda y captura y aunque tardó un poco en encontrarlo, me lo trajo, con su adorable sonrisa y su cara de buena persona. En ese cuaderno empecé a desarrollar una de las historias más ambiciosas que tengo en mente y sé que si sale algo bueno, se lo deberé a mi querido padre.

Gracias por hacerlo todo por mí cuando aún estabas aquí y gracias por seguir haciéndolo ahora, que me cuidas desde el cielo.


Te quiero, papá.




© M. J. Pérez

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