martes, 1 de noviembre de 2016

Amantes de mis cuentos: Ingratos

El coloso (1808)
Óleo tradicionalmente atribuido a Goya


Nació chillando y cuando le tocó crecer lo hizo a conciencia. Nadie en el poblado fue tan alto como él, ni tan gordo cuando le dio por comer. De joven, no hubo casa en la que no regara su semen. De mayor, a erudito nadie le ganaba cuando se ponía a despotricar contra las estupideces ajenas.

Siempre inventando, hizo que todos los vecinos arrimaran el hombro en la construcción de un grupo de casas. Acabó con el adobe. Logró que trabajaran en el buen trazado de las calles, en el regadío, en la escuela, en el parque infantil, en el pabellón de deportes. Aquella aldea creció y creció porque repobló con gentes venidas de lejos para evitar la endogamia. Se convirtió en villa y luego en ciudad.  

No descansaba de pensar ni dejaba descansar a sus vecinos. Tras el auge urbanístico, creó la banda de música, talleres para las artes marciales, gremios de artesanos.

Hasta un día en que se acostó y ya no volvió a estorbar por aquí, ni por allá. Sus vecinos sabían que no se andaba con medias tintas tocante a su manera de hacer las cosas, y aunque le enterraron bien profundo temían que su muerte no fuera para siempre.


Por si las moscas, le hicieron un monumento de espaldas a su pueblo.  





© Marieta Alonso Más


4 comentarios:

  1. Como todo lo que nos regala mi amiga Marieta ¡ precioso !... Abrazos en este día tan grande

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  2. Gran catalizador el personaje. Es de esos que dejan mucha huella...quizá demasiada.

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    1. Gracias Antonio. Hay que ver los ánimos que das. Gracias de nuevo.

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