miércoles, 9 de noviembre de 2016

La cocina a mi alcance: Dulce de membrillo


 



Mi amiga Milagros, madrileña, llegó en el momento en que mi amigo Navarro, chileno, me entregaba de regalo una caja de membrillos. Y la puse a trabajar.

En noviembre los membrillos están en su mejor momento, comentó. 

Y ya no hubo quien la hiciera callar. Comenzó con que el árbol de membrillo es originario de Asia Menor y el Cáucaso, que los griegos y romanos lo trajeron a España, que su uso es muy abundante en la cocina sefardí, que en México le llaman ate y se sirve con un trozo de queso. En Chile es un dulce de consumo habitual, no faltaría más, contestó mi amigo. En Argentina y Uruguay se le asocia a las facturas o bizcochos y que en Extremadura es tradición comerlo el Día de Todos los Santos con frutos secos sobre unos panecillos típicos de la zona.  

Ingredientes:

1 kilo de pulpa de membrillo con piel
1 kilo de azúcar
1 el zumo de un limón
½ vaso de agua

Preparación:

Los lavamos bien, los cortamos en cuartos y retiramos el corazón. En una olla de presión pusimos el agua, el zumo de limón, los trozos de membrillo. Milagros que lo aprovecha todo puso los corazones en una bolsa de gasa que fue lo que pude conseguir en casa, me había pedido una red pero lo que le dije, si yo no me dedico a la pesca.

-Lo tuyo es muy grave –contestó- Ten en cuenta que los corazones sueltan la pectina.

-¿Eso qué es?

-Lo que facilitará el cuajado.

Cerrada la olla la dejamos a cocer durante unos veinte minutos hasta que estuvieron muy blandos. Lo pasamos por el pasapurés y añadimos el azúcar y me puso a remover hasta que estuvo bien mezclada. A continuación colocamos el dulce en recipientes con tapa y lo dejamos enfriar para que cuajase.

-Este dulce se puede conservar y consumir durante todo el año -asesoró Milagros -si le tomas el gusto, el cuerpo te lo pide cada día, es como una droga sana.

Navarro se quedó a la espera de llevarse su porción. No sé cómo las vecinas se enteraron y con el pretexto de saludarme se llevaron lo suyo. Milagros muy refranera ella comentó que "el que parte y reparte se lleva la mejor parte". Me dejaron un trocito y recordé que a mi madre le encantaba con galletas de soda y queso.

Y en su memoria así lo degusté.  


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