sábado, 18 de febrero de 2017

Antonio Portillo Casado: De mi habanera



Catedral de La Habana. Cuba




Intenso azul libre…

Plateado mar andaluz,

desde Cádiz a la Habana.

Brillante mar Caribe,

desde Cuba a España.


Luminoso Caribe,

de rutinarias singladuras compañero,

de anhelantes idas

y amargos regresos.


Resplandeciente Caribe,

cuéntame de la Habana,

tú que su hermosa bahía bañas

y sus sedosos cabellos,

la dorada brisa ondula.


De los hondos suspiros

que por la Habana pasean, háblame.

De la hermosura de mi habanera,

quieto y sosegado, susúrrame.

Cuéntame de mi reina de Cuba,

de mi diosa criolla, de mi María,

toda sentimiento, amor y alegría.


De ella, serenamente, dime,

cuando frente a ti

se asoma al atardecer,

para en tu confín,

en tu azul, la mirada perder,

susurrando mi nombre

a delfines, caracolas y olas,

esperando las blancas velas

de mi bajel aparecer.


De mi María, háblame,

de mi linda y tierna guajira,

de cuando dulcemente

sus cálidos labios, los míos acariciaban,

mientras nuestras almas

a la luz de la antillana luna, se besaban.


Háblame de…

cuando la agradable brisa,

nuestros enamorados corazones

mecía, entre abanicadas palmeras,

ondulantes maizales

y blancas y finas arenas,

en aquellos deslumbrantes días

bajo el anaranjado sol cubano.


Deléitame, Caribe hermano,

con sus acrisolados recuerdos

en esta prisión peninsular,

donde llora mi corazón.


Recuerdo que…

por las claras calles,

mi María, danzando iba,

con sus oscuros cabellos

que las más bellas orquídeas,

querían iluminar.


Relucían sus sabrosos labios

más que las estrellas.

Cuéntame, Caribe,

de mi caribeña,

de mi antillana,

de mi cubana,

de mi habanera,

que asaetó mi corazón

una verde mañana,

en aquella azul cantina,

donde amorosas canciones

escuchábamos entre ricos ritmos   
de guitarras, güiros y bongós.


Cómo me seducía su sonrisa,

mientras su elegante cuerpo

contoneaba al danzar,

por las adoquinadas calles

de mi Habana hacia la bahía

desde la catedral.


¡Oh!, mi sublime criolla,

¡oh, mi morena  angelical,

mi Flor de Mariposa, mi perla ducal,

asómate a este espejo

que nos separa,

que tu reflejo

quiero contemplar,

en este mar de Cádiz,

reina del Caribe,

bajo esta  azul inmensidad.





© Antonio Portillo Casado









 



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