viernes, 31 de marzo de 2017

Alberto Martínez Ibañez: Las tertulias de la librería






Hoy me asomé por vez primera a este taller literario. 

Alrededor de la mesa de esta coqueta librería alcalaína compartí charla y unas letras escritas a vuelapluma con Marieta y mis recientes compañeros de tertulia. Esta vez el protagonista era el teléfono. Una especie de ladrillo tecnológico que sirve para mantener a personas de todo el mundo conectadas en tiempo real. Lo cierto es que no tardó en aparecer aquél invento del que se hablaba, aunque pronto, y no sin cierta mano izquierda, Marieta lograría deshacerse de él y de su interlocutor.

Durante la tarde que pude disfrutar en este rinconcito, que me recuerda a aquellas tertulias literarias de los antiguos cafés, pude recordar algunos datos acerca de la historia de este artilugio, que la inmediatez del día a día casi consiguió que se me olvidaran. Conocí también, desde la experiencia de uno de mis colegas, cómo fueron sus primeras citas con el teléfono público de Alcalá y con las señoritas que movían sus hilos. Viajamos además al Lepe del siglo LXXXVIII, a lomos de la improvisación desenfadada. Y así, del mismo modo en que pasamos del relato histórico al cuento o la comedia, hubo lugar para el recuerdo de Miguel Hernández, en el 75º aniversario de su muerte.

Gocé, en definitiva, de una tarde de martes agradable en la librería Notting Hill, escuchando las ideas plasmadas en papel, ya fuese a mano u Olivetti, de estos amantes de las letras, que aun algunos quedan. 

Pero uno de los aspectos que más reclamó mi atención en la Tertulia del Teléfono fue que ninguno de ellos tuviera sobre la mesa el suyo, esperando desesperadamente no sé bien qué clase de llamada. Ni siquiera se encontraba sobre la mesa el teléfono de Marga.




© Alberto Martínez Ibáñez 

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