domingo, 24 de diciembre de 2017

La Leyenda de San Nicolás (Santa Claus)

Dibujo japonés. Año 1914 

Es una leyenda muy antigua que pudiera tener influencias de aquellos dioses llamados Odin, Thor y Saturno. Sin embargo, es el obispo San Nicolás de Myra, una persona muy real del siglo IV, quien le da nombre.
Fue un religioso amante de los niños, repleto de bondad y generosidad que cuando se enteró de la historia de las tres doncellas pobres, sin dote para casarse, y que en su desesperación el padre iba a vender a una de ellas como esclava para salvar a las otras dos, no lo pensó dos veces y una noche silenciosa al comprobar que una de las ventanas de la casa estaba abierta, lanzó -una a una- tres bolsas llenas de oro que se deslizaron en el interior de las medias de las jóvenes.
Así nació entre los huérfanos y los marineros de Myra, la historia de que el obispo daba regalos y los dejaba en las medias de todos, lo que dio origen al intercambio de regalos.
En Roma tenían por costumbre celebrar las fiestas saturnales, del 17 al 23 de diciembre, tras la finalización de las labores del campo y coincidiendo con el nacimiento de la entrada del Sol en el signo de Capricornio, el solsticio de invierno, al final de las cuales los niños recibían obsequios de todos los mayores. Cuando la cristiandad se afianzó en el mundo, la natividad de Cristo se empezó a celebrar también en dicho mes.
Poco a poco la celebración se mezcló con otras tradiciones y en el siglo XVI, después de la Reforma Protestante, en muchos pueblos las festividades y símbolos cristianos fueron eliminados, pero grandes y pequeños ya se había acostumbrado a celebrar el espíritu navideño y la tradición con sus cualidades espirituales continuó.
En muchos países San Nicolás trae regalos el 5 de diciembre, en otros es la víspera de Navidad. En España según las regiones existe el Tió de Nadal, el Olentzero, el Iratxoak, el Apalpador…
Con la llegada a América de tantos inmigrantes muchas creencias -en especial la Navidad- viajó junto a ellos.
Para los duendes escandinavos de ayer y de hoy, la Navidad es un momento feliz, lleno de luz, de amor y de regalos.
Para los alemanes una de sus tradiciones más importantes es el árbol de Navidad, también llamado el árbol de la vida. Se cree que con la emigración de los alemanes al nuevo mundo fue que se expandió esta costumbre. También llevaron a los ayudantes de San Nicolás, -Belsnikle y Christnikle-. Los cristianos cambiaron el roble por el abeto, pues con su forma triangular podría representar la Trinidad.
Para los italianos la viejita Befana que surge de leyendas urbanas antiguas, aparece en la noche del 5 al 6 de enero para dejar en los calcetines, dulces para los niños buenos y carbón para los niños malos. Lleva zapatos rotos y vuela en una escoba.
Los irlandeses aportaron su costumbre gaélica, en la víspera de Navidad: El benjamín de la casa coloca y enciende una vela en el alfeizar de la ventana como símbolo para dar la bienvenida a la Sagrada Familia. Además la vela solo podrá ser apagada por una niña o mujer llamada María.
Los holandeses allá por 1624 llevaron a Nueva Amsterdam a su patrón Sinterklaas. Los niños realmente encantados adoptaron esta creencia y la llamaron Santa Claus, por fonética. Sinterklaas viaja con su criado Zwarte Piet, en español «Pedro negro». Cuando bajan a tierra desde el barco todas las campanas de la iglesia local repican y se reparten regalos.
En 1809, el escritor norteamericano Washington Irving escribió una sátira titulada «Historia de Nueva York». En este texto el escritor deformó al santo holandés y lo imaginó viajando en un vagón tirado por caballos, por las cimas de los árboles dejando caer los regalos por las chimeneas.
Después en 1823, el Dr. Clement Clarke Moore basándose en el personaje de Irving escribió el poema: «Una Visita de Santa Claus». Aquí le agregó un ingrediente más escandinavo y cambió los caballos por nueve renos. Además mucho de lo que conocemos como características clásicas de Santa Claus las creó él. Por ejemplo, la risa, su nariz y su aire bonachón vienen de este hermoso poema.
Durante un tiempo, la apariencia de Santa Claus fue interpretada por muchos hasta que en 1863, un inmigrante alemán, Thomas Nast trajo consigo una imagen del personaje que fue aceptada por todos, pues suavizó la imagen rígida y eclesiástica del anterior. Poco tiempo después se le solicitó que ilustrara el poema de Moore, y así se llegó al simpático gordito barbudo bonachón con traje rojo que hoy maravilla a todos los niños. Nast además es el responsable de que Santa Claus viva en el Polo Norte, también se dice que tiene su morada en Laponia sueca, Laponia finlandesa y Groenlandia y es porque el Polo Norte está en medio del Océano Ártico.
Ilustración de 1881 por Thomas Nast

En 1931, el artista gráfico Haddon Sundblom y otros publicistas que trabajaban para la Coca Cola Company, terminaron de hacer un diseño con proporciones humanas y ese toque de abuelito tierno. El color llamativo y los ojos brillantes de Santa Claus, de Sundblom, fue el que terminó por conquistar a grandes y a chicos alrededor del mundo.

La figura de San Nicolás se construye a partir de costumbres y tradiciones de diversas culturas. Su carácter bondadoso y espiritual encierra la inocencia característica de todos los niños del mundo, independientemente del color de su piel y de su país de nacimiento.
Icono de San Nicolás de Bari o de Myra

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