jueves, 21 de junio de 2018

El Cosmos








Al principio se tenía una imagen ingenua de una Tierra plana, inmensa y centro del Universo. Los griegos fueron quienes crearon la Geografía y también la Astronomía, libre de supersticiones.

Parece mentira que Ptolomeo, allá por el siglo I, por la reflexión y el cálculo asignara con notable aproximación ‒algo menor que las reales‒ sus dimensiones. En cuanto a su posición siguió la geocéntrica, como era la opinión general de su época.

Estas ideas predominaron durante toda la Edad Media, no fue hasta la Edad Moderna cuando Nicolás Copérnico defendió la teoría heliocéntrica, que no despertó mucha atención. Fue Galileo Galilei quien utilizando un telescopio hizo tales descubrimientos que dieron apoyo científico a dicha teoría.

En 1687 Isaac Newton publicó la Teoría de la Gravitación como ley fundamental del Universo. A mediados del siglo XVIII Herschell a través de telescopios descubrió la Vía Láctea. Esto fue un avance espectacular pues la teoría heliocéntrica quedaba confirmada como verdadera, pero solo en lo concerniente a nuestro Sistema Solar. Al Sol ‒al igual que antes a la Tierra‒ se le despojó de su posición central en el Universo, era una estrella más.

Se cree que en un principio el Cosmos era una masa de increíble densidad, pero hace unos diez mil millones de años una gigantesca explosión diseminó por el espacio sus fragmentos. Es la teoría del Big Bang.

Cada estrella es un sol y el nuestro es una estrella de tipo medio, tanto en tamaño como en edad. En este mundo la Tierra es menos que el punto de una i. El espacio es tan inmenso que tanto por su tamaño como por su unidad es admirable. A pesar de estar poblado por trillones de astros se encuentra prácticamente vacío. En él se rigen las mismas leyes físicas por lo que no hay peligro de choque entre las estrellas que se mueven a grandes velocidades.

Un planeta es un cuerpo celeste que orbita alrededor de una estrella, no emite luz propia. De momento el sistema solar consta de ocho planetas. Hay otros que se les considera planetas enanos, o se les cataloga con otra definición como Plutón, Ceres, Haumea, Sedna, Makemake, Eris…  

Mientras no se demuestre lo contrario la Tierra es el único planeta capaz de albergar seres vivos:

Marte es demasiado frío; Venus demasiado caliente; Mercurio siendo el más próximo al Sol no es el más cálido, Júpiter el mayor en tamaño y más viejo tiene gravedad muy fuerte, alta presión, fuertes vientos; Saturno se estudia por la NASA al encontrarse hidrógeno en «Encélado», una de sus lunas; Urano no está muy explorado quizás por la distancia; Neptuno ‒el más lejano‒ es extremadamente frío. El medio ambiente en todos ellos parece poco agradable para que exista vida tal como la conocemos.

La existencia de vida, tanto orgánica como «inteligente», parece ser la excepción. De momento es el Hombre, ese ser llenos de defectos y virtudes, capaz de investigar en el espacio, quien da importancia al planeta Tierra.


La Vía Láctea vista desde la plataforma de Paranal, Chile, hogar del telescopio gigante del ESO

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