domingo, 16 de septiembre de 2018

¿Conoces Cercedilla?



El domingo pasado, 9 de septiembre, nos fuimos de excursión a Cercedilla. Carlos Oliveros fue nuestro guía. Excelente profesional que nos fue guiando por las calles de este precioso pueblo que, en 1925, el rey Alfonso XIII concedió a su Ayuntamiento el trato de «Excelentísimo».

Paseos y rutas guiadas
Historia, patrimonio y personajes ilustres
Todos los sábados o domingos
Plaza Mayor, 16 Cercedilla

La mirada de Sorolla



Comenzamos la andadura leyendo un fragmento poético de don Antonio Machado a don Francisco Giner de los Ríos.

¡Oh, sí!, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas….
Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

Desde un primer momento hubo química entre guía y acompañantes. Y fue genial. Carlos sacaba un tema y era corroborado, ampliado, enriquecido por entusiastas parraos y animosos forasteros, lo mismo daba, en todos anidaba un sentimiento de sentirse parte de este pueblo rodeado por La Peñota, la Peña del Águila, La Bola del Mundo, Siete Picos…

Mucho se habló de Francisco Giner de los Ríos, filósofo y pedagogo krausista, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, y de Manuel Bartolomé Cossio, ahijado y discípulo que recorría estas cumbres del Guadarrama.

De Santiago Ramón y Cajal, que veraneaba en Cercedilla, y llevaba barba, abrigo negro, bombín y bastón e hizo una queja formal por el ruido que hacían los cencerros de los bueyes y vacas, que iban a beber a las fuentes de «El Barrancón» y «El Bolo», muy cerca de su casa. Su hija Paula se casó con don Ángel Cañadas López que fue médico de Cercedilla.  

De Vicente Aleixandre, poeta de la Generación del 27, que tiene un mirador. De Luis Rosales, premio Miguel de Cervantes (1982) que pidió ser sepultado en Cercedilla y escribió estos versos:

Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad,
y son la última linde
que yo quisiera mirar.

Quisiera morir un día
mirando este cielo, y dar
mi cuerpo a esta tierra que
me ha dado libertad.

Quisiera morir un día
y ser tierra que pisar,
tierra en la tierra que sueño
ya para siempre jamás.

De Gloria Fuertes que estuvo muy ligada a Cercedilla, alumnos de los años 70 la recuerdan cuando los visitaba en sus clases.

De Juan Ramón Jiménez que padecía de depresión lo que antes se llamaba melancolía. Era hipocondriaco y de él se decía: No murió, pero dio tormento.

Joaquín Sorolla y Bastida, alma mater de esta excursión, que aquí le llegó la muerte, el 10 de agosto de 1923. Fue el pintor de la luz, del aire, del polvo, maravilloso artista que nunca pintó los pies de sus modelos y ayudó a promocionar la fotografía que era, por aquel entonces, un arte menor. No solo vivió, también pintó a gente de este pueblo, como el guarda de su finca, «El tío Juanito» que aparece junto a un burro cargado de leña, a la «Paca» a la «tía Martina Calandria» y otros más…

En la casa rural de una de las excursionistas apareció un bajorrelieve de Francisco Pérez Mateo y nos contó su historia. Tengo entendido que hoy está en el Museo Reina Sofía.

El tren trajo a Cercedilla la modernidad. La línea férrea Madrid-Segovia con parada en Cercedilla, hizo que en este pueblo ganadero y maderero surgiera «la colonia de la estación», primer grupo de casas para veraneantes. Más tarde llegó el tren alpino. Una vía estrecha de un metro de ancho que en principio llegaba a Navacerrada y luego a Cotos. Fue inaugurado por Alfonso XIII.

Una anécdota real es que el rey Alfonso XIII visitaba con mucha frecuencia Cercedilla. No iba a recorrer sus montes, ni a hacer deporte, iba a visitar a Castora. Gustaba de desplazarse en tren, para pasar un rato delicioso en la Villa que lleva el nombre de su amiga. A la hora de marchar tomaba café en Gómez, enfrente de la estación.

En la carretera de las Dehesas se encuentra la fábrica de la luz. Inaugurada en 1925 fue una iniciativa municipal para producir energía pública y contrarrestar la subida de tarifas de la empresa que suministraba electricidad. Durante más de cincuenta años alumbró las calles y casas de Cercedilla. 

Como todo pueblo que se precie hubo un tema tabú, la Colonia de Camorritos, construida en 1923 en terrenos cedidos por la Sociedad del Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama. Las casas con paredes de piedra berroqueña y madera de pino barnizada y cubiertas de pizarra con grandes chimeneas, dicen… que en ellas… vivieron nazis y que varios guardeses se hicieron dueños de las casas cuando, para huir, las vendieron a buen precio.

Gentes de todas clases sociales, de ideales contrapuestos, famosos, trabajadores, conviven entre sus calles, o lo hicieron en su momento. En una casa verde con jardín de frutales vivió Blas Piñar, y se rumorea..., que la hija de Vladimir Putin tiene una casa aquí, y que su padre la ha visitado en alguna ocasión.

José Canalejas tiene un Paseo. Aquel niño prodigio que fue ministro de varias carteras en tiempos de María Cristina de Habsburgo-Lorena y de Alfonso XIII, y que también fue presidente del Consejo de Ministros, entre 1910 y 1912, cargo que ocupaba cuando fue asesinado en la Puerta del Sol, fue un católico defensor de la libertad de cultos e intentó que el estado fuera laico. Compró casa y jardín en Cercedilla arrastrando a mucha gente a que hiciera lo mismo, en la llamada «Ampliación de la Estación». Hoy dicha casa está derruida y convertida en solar.  

Y por supuesto, no podemos dejar de hablar, de Paquito Fernández Ochoa, que ganó ese oro olímpico en Sapporo 1972, y de su hermana Blanca Fernández Ochoa, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Albertville en 1992.

A los golosos se nos hizo la boca agua cuando se habló de Matías López, el fundador de la fábrica de chocolatera, casado con Andrea de Andrés Sánchez, primera marquesa de Casa-López, que tuvo palacete con jardín y alta verja de hierro, que tras ser derribado pasó a ser el Parque Municipal de Pradoluego. El enrejado del parque nos recuerda al Parque del Retiro, en Madrid.

Terminamos hablando de un mexicano rico que puso un caño en una fuente y en las fiestas corría el vino.

Como no pude tomar nota de lo que se habló sobre este tema, conmino a algún cercedillense, me gusta más parrao o parrá ‒a los que son de pura parra‒ a que cuente más historias de su pueblo.


Cercedilla se hace querer.


P.D. Los errores que pudiera haber son solo culpa mía. Se agradecen críticas y comentarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario