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lunes, 31 de diciembre de 2012

Paseos por Madrid; La Plaza Mayor


Plaza Mayor de Madrid


Felipe III a caballo
Madrid  es «meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie en el mundo». El madrileño, se pasea, observa, ve la vida de los de aquí y de allá, entre calles, plazas, edificios, y vertebra el «oficio de madrileñista». Así denominó Borrás a los dos Ramones, Mesonero Romanos y Gómez de la Serna.

Comenzaré desgranando los misterios, leyendas, curiosidades y anécdotas de Madrid, la Villa y Corte que nunca recibió el título de ciudad.

Si nos sentamos en esta plaza, en alguna de las mesas de sus terrazas, se podrá llegar a comprender, el por qué, nos enamoramos de Madrid.

Casa de la Panadería

Muchas cosas han ocurrido en este recinto. En un principio fue un mercado al aire libre en extramuros, llamado «Plaza del Arrabal». Felipe II decide reorganizar el espacio y encarga el proyecto. Se construye en solo dos años, de 1617 a 1619 por Juan Gómez de Mora. Tras varios incendios fue reconstruida por Juan de Villanueva. El autor de la estatua ecuestre de Felipe III, es Juan de Bolonia, que fue restaurada después de la guerra civil, por Juan Cristóbal. El pedestal que la sostiene fue construido por Juan Sánchez. Así que no es de extrañar que también la llamen la plaza de los cinco Juanes.
 
Casa de la Carnicería
Su estilo es herreriano, los chapiteles de pizarra son el reflejo más claro. Es una plaza porticada de planta rectangular de ciento veintinueve metros de largo por noventa y cuatro metros de ancho. Tras la reconstrucción de Villanueva se rebajó en un piso la altura de las casas, entre otras reformas. Tiene nueve puertas de acceso. El último de los edificios, que se acomodó al nuevo modelo de plaza, fue la casa que lleva ahora el número 29, tiene fachada a la calle de Felipe III y, antes se llamó callejón de Boteros. El arquitecto fue José María Guallart y la terminó cuando ya había comenzado la segunda mitad del siglo XIX. Esta casa viene a cerrar el mágico y perfecto cuadrilátero de la Plaza Mayor.

Hasta 1878, la mayor parte de los espectáculos se celebraban aquí. Los balcones se alquilaban en fiestas. Había hasta corridas de toros para celebrar bodas o nacimientos reales, también autos de fe en que se condenaba a los herejes, seguidos por las ejecuciones. El morbo es contagioso y al parecer esto es lo que atraía la mayor cantidad de espectadores. En la parte norte del recinto, frente a la Casa de la Panadería se colocaba la hoguera, en la Casa de Sedas y Paños se daba muerte a garrote vil, y frente a la Casa de la Carnicería, en la parte sur, la horca. También se celebró en ella la beatificación de San Isidro, patrón de Madrid.

En 1621, fue ajusticiado en esta plaza don Rodrigo de Calderón, marqués de Siete Iglesias y ex ministro. Se dice que subió sereno las gradas, recibió la absolución, besó los pies del sacerdote, abrazó a su verdugo y se sentó en el banquillo. Cuando le cubren los ojos con un paño negro, dice: ¡Qué hermoso brilla el sol! Y de ahí viene el dicho popular:  «Tiene más orgullo que don Rodrigo en la horca».

   En una de las fiestas, el rey Felipe IV, otra vez metido en líos de falda, hizo un balcón bajo para la actriz María Calderón, conocida como la Calderona. A la reina se le había olvidado invitarla y ésta dio sus quejas al amante real. Sorpresa fue para la reina verla sentada enfrente y se preguntó ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?

Arco de Cuchilleros
Durante los siglos XVI y XVII los gremios estaban alrededor de la plaza. Al día siguiente, la reina se va a la calle de las botoneras y logra averiguar que en la noche anterior a la fiesta una cuadrilla de obreros, por mandato real, ha construido el inoportuno balcón. La reina se enfada, el rey se entera quién ha sido la fuente de información y prohíbe que las botoneras puedan realizar su tarea laboral. Las artesanas tuvieron que recurrir a la reina, quien consiguió para ellas el perdón real.  Juan José de Austria fue hijo de la Calderona y de la tierra, hasta que Felipe IV lo reconoció.

En 1622 se celebra otra fiesta con lanceamientos de toros. Isabel y Felipe IV presiden desde la casa de la Panadería. Entre todos los caballeros destaca el conde de Villamediana, que enamorado de la reina, ostenta ufano y audaz sobre el pecho un collar de reales con una leyenda en hilo de oro que dice: “Son mis amores”.

¡Qué bien pica el conde! exclama Isabel de Borbón.

Sí, pero pica muy alto responde el monarca.

La historia niega que este resquemor real originase la muerte, días después, del conde de Villamediana.

La calleja que hay junto a la Casa de la Panadería y que hoy lleva el nombre de Arco del Triunfo, antes se le llamaba Callejón del Infierno, nombre que se le concedió con motivo de las grandes llamas que allí danzaron, en el incendio ocurrido el día 20 de agosto de 1672. Una cuarteta se popularizó:

A qué estado han llegado
las costumbres de este pueblo,
que es necesario ensanchar
el callejón del Infierno.

Otra anécdota es que la estatua de Felipe III se desmontó al construirse el actual aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor, encontrándose que en el interior del caballo había un cementerio de gorriones que penetraron por la boca, y luego, dado la escasez de espacio, no habían podido remontar el vuelo. Para que ello no volviera a suceder, el encargado de la restauración, cerró para siempre la boca del caballo.

Puestos navideños

La grandiosidad de esta plaza, con capacidad para cincuenta mil personas, se debe, en gran medida, al color ocre de sus edificios y a sus 237 balcones en hierro forjado. En los soportales, sostenidos por pilares de granito hay numerosos restaurantes, así como tiendas. Desde 1860, en diciembre, la plaza entera es ocupada por un mercadillo navideño. Los domingos por la mañana puestos de filatelia y numismática se apoderan de los soportales para su venta.   





Fuentes: 
. Azorín, F.: Leyendas y anécdotas del viejo Madrid. Editorial El Avapiés, S.A.
. Corral, José de: Curiosidades de Madrid. El País. Aguilar
. Mesonero Romanos, Ramón de: Escenas matritenses. Ediciones Busma, S.A.


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