Hoy esta exclamación se utiliza para dar por finalizada una cosa, también se dice cuando oímos o vemos algo disparatado o absurdo.
Tuvo su origen en una
historia ocurrida en Pitres (Granada) hace muchos años, cuando dos sacerdotes
hicieron una apuesta para ver cuál de los dos terminaba antes la misa, con ello
se jugaban una plaza de capellán.
El día del “duelo” el
primero de los curas subió al altar y comenzó la misa por el final diciendo
“Ite, missa est” que significa “Hemos celebrado la Misa”.
El otro cura,
impasible, se giró hacia el monaguillo que sujetaba la vela y exclamó: “¡Apaga
y vámonos!, que ya está dicha la Misa”.
Fuentes:
Suplemento de Muy interesante. El libro de los Dichos.
Wikipedia, La enciclopedia libre
Díez
Barrio, Germán: Dichos populares castellanos
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