NOCHE ESTRELLADA
Habíamos andado más de cinco
horas. Como el calor ya no era demasiado intenso, mediaba septiembre por aquel
entonces, pudimos hacer más kilómetros que durante la jornada anterior. Un
rodal de eucaliptos nos cerraba el paso y nos exigía dar un gran rodeo. La
tarde suavizaba el aire. Nos sentíamos cansados. Decidimos acampar. Dejamos
sobre el suelo las mochilas y nos descalzamos. Apetecía una cabezada y creo que
bajo la rumorosa sombra de los árboles pasamos, inmóviles, más de media hora.
Alguien provocó un ruido involuntario y nos despertamos todos.
Tonificados por el breve
descanso, decidimos montar las tiendas y arreglar un pequeño fuego entre unas
piedras reunidas al efecto con el fin de iluminarnos y a su llamas asar unos
chorizos. En estas tareas la noche se nos vino encima. Hubo canciones que
aparecieron, al parecer, estimuladas por abundantes sorbos de tintorro. Al cabo
de algún tiempo las brasas parecían disolverse en la penumbra.
Gradualmente se
fueron apagando los chistes y canciones, y así nos encontramos cara al cielo
donde brillaban, silenciosas, las constelaciones.
-Sabes, Luis, nunca pensé verme
inmerso en estos berenjenales, y ahora que lo estoy, no lo lamento.
-No sé a qué te refieres.
-Digo, a este viaje con vosotros.
-Ya, mucha gente no lo aprecia
hasta que no lo experimenta. Pienso que, al igual que en un viaje por mar, la
mitad del placer está en la travesía.
Mientras, tumbados sobre sendas
mantas, así hablaban Carlos y Luis, sus otros compañeros roncaban en sus
tiendas. De vez en cuando algún ave nocturna dejaba oír sus sonidos. Todo era
quietud, y quizás por la breve siesta previa a la acampada este par de amigos
no sentían necesidad de retirarse.
-Cuando lleguemos a Santiago será
mejor buscar albergue.
-Sí, allí la humedad no es buena
compañera.
-Santiago de Compostela. Campus stellae… Viva la imaginación.
-¿Por qué lo dices?
-Por toda ese bonito alarde de
imaginación que ha dado origen a tantos siglos de fecunda peregrinación.
-Es cierto que el Camino de
Santiago que ahora hacemos contribuyó durante muchos siglos a la vertebración
de Europa y su cultura.
-Siempre han existido ideas cuyo
resultado imprevisible suele hacerlas imperecederas.
-Macho, si no concretas tu
discurso con ejemplos, temo que me costará seguirte.
Tras unos instantes de silencio,
se oyó decir a Carlos:
-Seguramente recuerdas muchos
pasajes de la Biblia.
-Sí, durante algún tiempo intenté
estudiarla; bueno, quizás más bien leerla, y algunas cosas si recuerdo, pero no
soy nada experto en exégesis ni en
interpretaciones.
-¿Recuerdas lo referido al pueblo
judío y a su cautiverio?
-¿A cuál de ellos te refieres?,
pues si no recuerdo mal, fueron sometidos varias veces, según cuenta el Antiguo
Testamento.
-Me estoy refiriendo al tiempo
que estuvieron en Egipto y a la figura de Moisés.
-Ya lo creo, tuvimos un gran
profesor de Historia Antigua en primer curso de la facultad.
-En realidad, el pueblo de Israel
no entró cautivo al floreciente imperio que se extendía a orillas del Nilo.
Allí fueron en busca de una vida mejor cuando su territorio original entró en
uno de sus muchos períodos de extrema pobreza debida a guerras y sequías. Con
el paso de los siglos, su situación de inferioridad social y económica determinó
su esclavitud, como ocurría en casos similares con otros pueblos minoritarios
que por medio de la fuerza o tácitamente eran sometidos por las leyes y la burocracia faraónica a la
condición más infamante.
Pero mientras todo esto ocurría,
tuvo lugar en el imperio un gran cambio institucional e ideológico que
fugazmente sacudió a los reinos del Alto y del Bajo Egipto. Hubo un faraón
iluminado (y creo que nunca mejor usado el adjetivo) que con visión genial y
posiblemente interesada, decidió romper los esquemas religiosos sobre los que
se sustentaba el poder establecido, rector de ambas regiones desde la noche de
los tiempos.
-Supongo que te estás refiriendo
a Akhenatón.
-Efectivamente, el coronado como
Amenophis IV. Este, en un intento por reorganizar las estructuras del poder que
le obligaban a compartir su omnipotencia con la casta sacerdotal del dios
Osiris, introdujo el culto a un nuevo y todopoderoso ser supremo de orden
trascendente y material: el dios Atón. Representación de la fuente suprema y original
de la energía universal. El sería el dios único porque de él todo dependía (y
aún depende) en el orden físico sobre la tierra. Akhen·Atón sería, pues, como
su personificación vicaria en el mundo por entonces conocido; y su poder,
indiscutido, eliminaría la relevancia de la hasta entonces todopoderosa casta
sacerdotal.
-Creo que eso ya lo conocía.
Pero, ¿Qué importancia han podido tener aquellos acontecimientos que tras su
muerte fueron borrados con inusual denuedo por aquellos mismos sacerdotes?
-Ocurre que durante todo aquel
período, que apenas llegó a un par de décadas, los judíos ya vivían sus peores
días junto al Nilo. Ellos estaban allí cuando se definió lo que constituye la
primera manifestación de un monoteísmo. Llamémosle protomonoteísmo, si nos apetece. Ellos mismos, y así lo atestiguan
los primeros profetas, prestaban adoración a múltiples dioses; esto es, estaban
penetrados por las creencias religiosas de los muchos pueblos con quienes
compartían guerras e historia.
Cuando Moisés saca de Egipto al
pueblo de Israel tenía ya una nueva visión que coaligaría a las doce tribus y
definiría a su gente frente a los
múltiples peligros que le amenazaban.
El sol (Atón) es fuente de
energía, luz, calor e inspiración. Cuando Moisés en el Sinaí se declara
receptor del mensaje divino, describe a su Interlocutor como una zarza ardiente, inagotable mientras se
revela. Energía, luz, calor e inspiración que toma cuerpo en las Tablas de la
Ley.
-Y, al hablar de Compostela, ¿qué
te ha sugerido esta meditación?
-La batalla de Clavijo, Santiago
y el caballo blanco son ideas que, desde otra dimensión, han generado todo un
ordenamiento que, discutible o no, han marcado el devenir de este país y, en
parte, el de su entorno. Por eso, su aceptación o desconocimiento como
realidades no pueden impedir sus resultados. En ello reside, según creo, su
importancia.
-Visto de esta forma, nuestra
ideología religiosa es el resultado de una evolución. ¿No es eso?
-Creo que ahora lo estás viendo
como lo imagino; pero ello no conlleva la aceptación de su mensaje. Eso es un
tema de fe que, como sabes, no es igual a religión.
-Sí, creo que te entiendo, pero
mañana la jornada es larga y aún hay que atravesar todo el norte de Castilla.
-Y de León. Hasta mañana.
© Ramón L. Fernández y Suárez
Noche estrellada por Ramón L. Fernández y Suárez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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