Tengo un octópodo
en mi casa.
Y conste que no fue elegido por mí. Una amiga tuvo la feliz idea de
traerlo como regalo de cumpleaños.
A mí… que no me gustan los animales. A mí…
que no soporto la responsabilidad de tener algo o a alguien a mi cuidado. A mí…
que siento arcadas cada vez que lo veo.
Ya sé que
mañana podré deshacerme de él, ya encontré a quien regalárselo. Si mi amiga se
enfada es su problema, acaso no me conoce, acaso no sabe que pasaré esta noche
en vela por culpa de este maldito bicho y de su maldita feliz idea.
El fallo es
mío porque en vez de buscarle casa debí tirarlo al contenedor.
¡Cómo no se me ocurrió antes!
Ahora no puedo
porque ya tiene dueño a partir de mañana. Pero… y esta noche.
¡Qué manera de
complicarme la vida!
Suena el
teléfono y es mi ex amiga preguntando por el pulpo. Toda mi rabia salió a
flote. Y la otra con esa calma de la que encima hace gala me recomienda darle
un beso en cada uno de sus ocho brazos por si ocurriera un milagro.
© Marieta Alonso Más
Se acerca aquí la autora a sí misma en su relato que guarda similitudes con la peluquera de"¿Habla Ud. Cubano?"y con el personaje femenino a quien la sirena le birla su galán y que es incapaz de rescatarlo para sí por no saber nadar. Todo metáfora para encubrir su propia coherencia literaria que ya le identifica como irónicamente rebelde, sutilmente iconoclasta.
ResponderEliminar¡Cuánto agradezco tu comentario! Espero el día en que todos aquellos que me leen pongan también su granito de arena. Un abrazo.
ResponderEliminarNo hay nada que agradecer, colega, digo cuanto pienso, cuando se me ocurre. Besotes
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