Hospital de la Venerable Orden Tercera |
Tras
concluirse la capilla del Cristo de los Dolores, la congregación terciaria
decidió construir un hospital en lo alto del cerro de las Vistillas, encargando
las obras a Marcos López.
En
esta zona estaba situada la casa de Don Gil Imón de la Mota, prohombre de
Madrid, fiscal del Consejo de Castilla, gobernador de Hacienda, alcalde Madrid
a principios del siglo XVII. Se casó con doña Leonor de la Vega, mujer de gran
carácter, con la que tuvo tres hijas más
bien feas que querían encontrar novio a base de pijas y perifollos. En cierta
ocasión y debido al carácter económico de la monarquía de Felipe III, se
publicó un edicto por el que se prohibía el alarde de riquezas, pero no se
había terminado de publicar el bando cuando se rebelaron las damas madrileñas
presentándose todas en el Prado de San Jerónimo llevando encima todas sus joyas
y encabezadas por la esposa y las hijas de don Gil Imón, siendo detenidas y
conducidas a la cárcel de la Corte donde estuvieron unas horas, siendo
confinadas después a su casa durante tres meses, como ejemplo para todas las
demás. Se les puso como escarmiento no volver a salir a la calle si no eran
vestidas de monjas.
Entrada V.O.T. |
El
coste de la enfermería con su capilla fue de seiscientos veinticuatro mil
reales, la obra del hospitalillo es de Luis Román ayudado por sus dos hijos
Diego y Matías. La enfermería sigue estando en funcionamiento con ilustres
médicos, lo que hace de ella un centro asistencial de primera categoría. El
edificio tiene dos pisos, con un gran patio interior, las ventanas están
protegidas por rejas de “clavo y metido” típicamente madrileñas. Hemos
penetrado en el interior donde nos encontramos con una magnífica escalera de
doble tramo. En la hornacina del primer tramo una figura de yeso de San
Francisco, obra de Agustín Querol. El techo está decorado con pinturas de
estilo renacentista con el escudo de la Venerable Orden Tercera, obra de
Teodoro Ardemans, autor también de las pinturas del techo de la sacristía de la
capilla siendo estas anteriores ya que las hizo en 1683, teniendo diecinueve
años. El edificio se inauguró en 1686. Ahora podemos ver varios cuadros todos
ellos anónimos: “Los desposorios místicos de Santa Catalina” y “La mujer
adúltera”. En el centro “La Anunciación” de Juan Carreño de Miranda.
Escalera |
Al
final de la escalera el claustro alto con ventanales de madera y faroles de
cristal y bronce en el que hay una colección de pinturas de los siglos XVII y
XVIII. Antes de entrar en el claustro, una Inmaculada del XVII, anónima, con un
hermoso marco en madera dorada. Al lado una Anunciación, también anónima, de
finales del XVII. Empezamos el recorrido por el claustro en el que vemos los
siguientes cuadros: San Francisco, del XVII, escuela madrileña y pintor
desconocido; Sr. López de Zárate, uno de los patronos del hospitalillo; San
Antonio de finales del XVII, escuela madrileña. Imposición de la casulla a San
Ildefonso, segunda mitad del XVIII; Virgen con el Niño en la que aparece
dándole de mamar, escuela italiana del XVIII; Inmaculada, muy sobria sobre la
media luna invertida, la serpiente y el fruto; Otra Inmaculada, obra de Juan Sánchez
Cotán (famoso por sus bodegones). En este lienzo podemos ver a María casi como
una niña. San Francisco abrazando el crucifijo, con un ángel músico en una de
las esquinas del cuadro; San Miguel luchando con los demonios. El arcángel
lleva escudo, lanza y sandalias como los romanos y muchos más.
En
otro de los tramos de la escalera, un busto de mármol del segundo D. Juan de
Austria, hijo natural de Felipe IV y la Calderona. Es obra del escultor
italiano Nicolás Busi.
Retablo Mayor |
Y
pasamos a la Capilla. Obra arquitectónica de José del Arroyo, siguiendo los
planos de Ardemans. Se inició en 1693 y al morir Arroyo en 1695 continúa la
obra Felipe Sánchez, arquitecto de la casa del Duque del Infantado.
La
fachada es sobria, un rectángulo vertical con portada de arco de medio punto,
el interior es de una sola nave, sin capillas. La pequeña cúpula apenas tiene
tambor.
El
retablo mayor, neoclásico y solemne con
dos grandes columnas y entablamento liso, labrados a finales del XVIII por
Patricio Rodríguez siguiendo proyecto de Francisco Sánchez, discípulos los dos
de Ventura Rodríguez.
Inmaculada |
En
el centro una gran Inmaculada muy hermosa sobre la bola del mundo, rodeada de
nubes y angelotes. Es anónima igual que las tallas de San Antonio y San
Francisco. La nave tiene cuatro altares barrocos, enmarcados en madera dorada. Antes
de llegar a ellos vemos una imagen de San Isidro de finales del XVIII. En el
último altar de la derecha, San Miguel Arcángel, en pintura de Bartolomé Román,
muy oscurecida. También hay una talla de madera de la Divina Pastora.
Enfrente
“La Asunción de la Virgen” atribuible a Domingo Martínez, seguidor de Murillo y
junto a ella, la muerte de San José, de Pedro Ruiz González, pintada hacia
1700. Un magnífico busto de Ecce-Homo en barro cocido policromado.
Al
fondo un Cristo Crucificado, donado en 1782 por José López, se perdió en 1808
siendo recuperado en 1818. Es talla en madera y sin exceso de sangre.
Enfrente
de él, una pintura del XVII, de la Inmaculada que está restaurada
recientemente, por lo que aparece con un gran colorido, de Antonio de Pereda.
La
sala de juntas es muy pequeña, aquí se celebran las juntas de los patrones del
Hospital. Hay dos armarios con una hermosa botería de porcelana fina, hecha
especialmente para esta casa ya que todos los botes tienen el escudo de San
Francisco y son del Buen Retiro. Toda una pared está cubierta por un tapiz
francés del siglo XVII.
Merece
la pena.
Fuentes:
Hidalgo Monteagudo, Ramón:
Iglesias antiguas madrileñas. Ediciones La Librería.
Martín Fernández, Mª Carmen:
Apuntes de las visitas programadas por la Fundación Villa y Corte, profesor
Guillermo Fernández Fanjul. Madrid 1985 Fotos: Ángeles Alonso Más
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