Cercedilla Estación del ferrocarril Al fondo la Bola del Mundo y La Maliciosa |
“De
lo que hizo en Madrid, y lo que le sucedió hasta llegar a Cercedilla, donde
durmió (…). En estas cosas, divertidos, llegamos a Cercedilla. Entramos en la
posada todos tres juntos, ya anochecido; mandamos aderezar la cena…”
Así
es como describía Quevedo en su obra “El
Buscón” la llegada a Cercedilla de uno de sus personajes, lo
que denota la importancia que ya por el siglo XVI tenía esta villa. Pero sus
orígenes se remontan a varios siglos atrás. Ya en época de Vespasiano, en el siglo
I, se construyó la calzada romana, de la que aún se conservan grandes tramos,
así como varios puentes, que hacen que estos restos, sean los de mayor
presencia romana en la Comunidad de Madrid, siendo declarado en 1983 conjunto
histórico-artístico y arqueológico nacional.
En
el siglo XIII se habla de una alberguería en la Fuenfría, destacando la venta
de Santa Catalina, pero los primeros asentamientos estables debieron producirse
en el siglo XIV, por ser un lugar obligado de paso para las comitivas reales
que se dirigían al Palacio de la Granja, situado en la vertiente norte de la
Sierra, en la localidad de Valsaín. En 1630, Felipe IV concede a Cercedilla el privilegio de villazgo y se
realiza el primer Consejo Municipal ordenado por la Duquesa del Infantado, Dª Ana de Mendoza de la Vega y Luna.
Posteriormente, en la Iglesia de San Sebastián, fue velado durante una noche el cadáver de Felipe V, de camino a la Granja de San
Ildefonso.
Desde
entonces, este pueblo ocupó un papel fundamental en la red de comunicaciones
que salvaba el macizo Central a su paso hacia Segovia y hasta que se abrieron
los puertos del Alto del León y de Navacerrada, en tiempos muy recientes,
desviando el tránsito de personas, lo que supuso un importante declive de la
villa. Esto hizo que por estas tierras pasaran todo tipo de caminantes. Por la
ruta de la Fuenfría pasaron reyes, pastores, comerciantes, salteadores y
mendigos. También personajes imaginados como el mencionado Buscón o el
Rinconete cervantino que decía ser de allí, en fin, personas ilustres y no tan
ilustres que dejaron su huella en este pueblo.
Pero
fue la llegada del ferrocarril en 1888 y, con la ampliación que se hizo de
Villalba a Cercedilla por Francisco
Murube, quien a finales del siglo XIX construyó en los municipios de Los
Palacios y Villafranca (Sevilla), la casa consistorial idéntica a la estación
de Cercedilla, lo que marcará un antes y un después en la historia de este
pueblo.
Alfonso XIII pintado por Joaquín Sorolla |
En
1923, el Rey Alfonso XIII inaugura
el tren eléctrico de vía estrecha que comunica la estación de Cercedilla con el
Puerto de Navacerrada, adquiriendo éste una importante actividad de senderismo
veraniego y deportes de nieve en invierno, permaneciendo activo en la
actualidad. El autor de este proyecto
ferroviario fue el ingeniero de caminos José
de Aguinaga.
Esto
permitió a Manuel González Amezúa (1876-1959), que fundó en la casilla de los peones camineros de “El Ventorrillo”, el Club
Alpino Español en 1906, ser el creador de la primera estación de esquí en España
y en mostrar sus nevadas montañas y la posibilidad de practicar un
deporte como el esquí, en ese momento desconocido y que, años después, formaría
parte de la historia de Cercedilla. Amó tanto a Cercedilla que pidió ser
enterrado aquí mirando su sepultura hacia los Siete Picos.
Esas
montañas se hicieron más cercanas y comenzaron a llegar conocidos científicos y
doctores, enamorados de las bellas artes, reyes, príncipes e infantas,
pensadores, humanistas, estudiosos, maestros de maestros, escritores,
ingenieros y todo un elenco de personajes que quedaron enamorados del paisaje
de este pueblo serrano, que pasó a ser referencia del turismo en España.
Así
llegaron ilustres personajes que donaron parte de su vida y obra a Cercedilla,
mientras aquí quedaba el recuerdo de todos ellos. Tal es el caso de Francisco Giner de los Ríos (1839–1915), maestro de maestros, ensayista y pedagogo, librepensador, que convirtió a Cercedilla y su entorno en un referente turístico de la época gracias al conocimiento de sus montañas y en un precursor que ya, en
aquellos momentos, quiso hacer de esta zona Parque Nacional.
Médicos y científicos como Santiago Ramón y Cajal
(1852-1934), Premio Nobel de medicina en 1906. Su casa, situada muy
cerca de las fuentes del “Barrancón” y el “Bolo”, donde abrevaban los animales,
le hacía decir que en este pueblo se
escuchaba un molesto sonido de bueyes y vacas. Con él llegaría Angel Cañadas
López, su yerno, que fue médico titular en Cercedilla desde 1911 a 1951. De
recuerdo nos dejó aquella frase que daba al enfermo al despedirse: “que siga el
alivio”.
Pintores como Joaquín Sorolla (1863-1923),
precursor del impresionismo y uno de los más importantes de nuestra
historia reciente. Falleció el 10 de agosto de 1923 en la casa que tenía su
hija en Cercedilla. Ya muy enfermo, encargó a su yerno la pintura de cuadros en
los que figurasen personajes de este pueblo: Juan Méndez “tío Juanito”, guarda de
la finca; la tía Martina “Calandria” y Francisca López “Paca” a quienes llamó
“mozas de Castilla la nueva”; y las hermanas Antonia y Valentina Vázquez
ataviadas con traje regional salmantino. Como anécdota decir que el burro que
perteneció a Sorolla, pasó más tarde a pertenecer a mi abuelo Justo San Frutos.
Más recientemente José Bardasano (1910–1979),
pintor madrileño famoso por sus
carteles. Se dijo de él que era un técnico impecable y un virtuoso del color. Su
familia, muy reconocida por los parraos, aún conserva en propiedad la casa en
la que veraneaba.
Miguel
Acquaroni (1925-1988), además de pintor destacó como
ilustrador de revistas literarias, colaborando con “La Estafeta Literaria”,
“Blanco y Negro” y “ABC”. Durante mucho tiempo ilustró los libros de festejos
de Cercedilla.
Hubo también políticos como José Canalejas Méndez
(1854-1912), abogado y político regeneracionista, Presidente del Gobierno,
del Congreso y Ministro de varias carteras. Sería asesinado en Madrid, por el
anarquista Manuel Pardiñas. Su casa de veraneo, hoy desaparecida, estaba
situada muy cerca del puente romano del Reajo. Con él llegarían otros políticos
como Eduardo Cobián, Ministro de Marina y Hacienda durante su gobierno
y, cuyo nieto, murió en Cercedilla en 1936, a los 17 años. O Salvador Canals,
Secretario de uno de los Ministerios de entonces, así como el Marqués de la
Valdavia, D. Mariano Osorio Lamadrid, político conservador que ocupó un
escaño en el Senado de la época.
Otros aristócratas, como la Marquesa de Casa López, Dª
Andrea de Andrés Sánchez (1896-1910), cuyo título nobiliario fue creado por
el Papa León XIII, en 1896. Fue propietaria de la finca “Pradoluengo”,
actualmente Parque Municipal, que aún conserva la puerta y verjas idénticas a
las del parque del Retiro en Madrid y que constaba, además, de un palacete
modernista que, por desgracia, fue derruido cuando se construyó el mencionado
parque.
Compositores como Emilio Serrano (1850-1939),
profesor de la Infanta Isabel, la cual pasaba largos periodos de tiempo en su
casa de Cercedilla y en cuyo jardín aún se conservan pinos traídos desde La
Granja, regalo de la Infanta.
Más recientemente llegaron otras personas con
renombre como Fermín Tamames, cirujano de cirugía general o Francisco
Ruano, promotor del Colegio de La Paloma, siendo Secretario del
Ayuntamiento de Madrid en tiempos del alcalde
Luis Garrido Juaristi, quien veraneaba en su chalet “La Rioja”.
Escritores unidos a Cercedilla fueron Leopoldo
Panero (1909-1962), perteneciente a la Generación del 36 y amigo de Luis
Rosales y Fernando Quiñones (1930-1998), escritor que destacó por
su obra literaria y poética. Cuando necesitaba un ambiente más riguroso, más
solitario para escribir, marchaba a su chalet de Cercedilla.
Y cómo no, Luis Rosales (1910-1992), también
de la generación del 36, premio Cervantes en 1982 y que en su obra “La casa encendida”, tal vez la más
importante del autor, cuya primera versión data de 1949 y que en 1967 sale a la
luz una nueva versión en la que hace
mención a la compra y arreglo de la casa que había adquirido en Cercedilla y
que, curiosamente, parte de la obra la realizó mi padre Mariano San Frutos. En
esos momentos, mi madre, Esperanza Recio, estaba embarazada de mí y la mujer de
Rosales que tenía un hijo, Luisito y por lo que se ve ya no podía tener más, le
dijo a mi madre que se quería quedar conmigo, ya que mi madre era joven y
podría tener más hijos y ella no. Unos años más tarde, cuando se le concedió el
Premio Cervantes y se le dio un homenaje por parte del Ayuntamiento, yo era
parte del grupo de teatro que hizo una representación de su poesía. Estuvo muy
ligado a Cercedilla, tan es así que, pidió ser enterrado allí y en su tumba se
puede leer:
“Las noches de Cercedilla, las llevo en
mi soledad y son la última linde que yo quisiera mirar”.
Más recientemente ha habido otros escritores, como Gloria
Fuertes (1917-1998), poeta española y autora de
literatura infantil y juvenil, muy asidua de
este pueblo y que, cuando yo era pequeña, los viernes nos contaba cuentos en el
colegio.
Pero, sin duda, las personas que más renombre le han
dado a este pueblo fueron Francisco y Blanca Fernández Ochoa.
Paquito (1950-2006), como le conocíamos todo el
mundo, vivió y murió en Cercedilla y,
hasta la fecha, ha sido el único español que ha logrado una medalla de oro en
unos Juegos Olímpicos de Invierno, fue en Sapporo en 1972. Blanca (1963), por
su parte, ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Albertville en
1992, tras una larga trayectoria y cantidad de premios y medallas, además fue mi
compañera de colegio, de la que tengo un grato recuerdo.
Se puede decir que todas estas personas han sido
fundamentales en la configuración y personalidad de este pueblo serrano, en el
que a través de sus calles, con sus nombres y, sobre todo, sus hechos, ha
quedado la huella imborrable de todos ellos. Por supuesto que no están todos
los que pasaron por aquí, pero con los que he mencionado quiero rendir homenaje
a todos ellos, a sus obras y a lo que significaron y significan para
Cercedilla.
© Mª Carmen San Frutos Recio
Me ha encantado leer esto como parrao que soy
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario y nos alegra que haya disfrutado con la lectura. Un saludo afectuoso.
EliminarUn resumen genial y muy emotivo ;)
ResponderEliminarGracias por leernos. Un saludo afectuoso.
EliminarInteresante historia sobre la localidad de Cercedilla. Saludos.
ResponderEliminarQuien lo ha escrito es de Cercedilla. Nos alegra mucho que guste la historia. Un abrazo.
EliminarUn autentico placer leer su articulo. Gracias
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su comentario. Un saludo
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