CUATROCIENTOS AÑOS DE SU MUERTE |
Caballero anciano considerado autorretrato Museo Metropolitano de Arte. New York Foto: Wikipedia |
Se
carece de datos documentados acerca de su vida en Creta. Hay que suponer que su
inicio en el arte del pincel fue allí. Pasó a Venecia, donde aprendió de los
pintores venecianos su técnica. A su regreso a Creta alcanza la categoría de
maestro pintor. Su arte muestra en esa época la dualidad entre Bizancio y Roma,
entre oriente y occidente. Si la preparación de las tablas, el laqueado de las
telas y los colores son de tipo bizantino-cretense, las composiciones y figuras
son netamente italianas. Así lo demuestran sus cuadros “Adoración de los
magos”, que se encuentra en el Museo Benaki en Atenas y el “Políptico de
Módena, de la Galería Estense, Módena. La isla de Creta no podía absorber las
ansias de El Greco. De nuevo marcha a Venecia.
Fue
discípulo de Tiziano del que aprende que el color es el fundamento principal de
la pintura porque es tonalidad, es decir, luz. Esa luz que crea con los tonos
cromáticos, la armonía.
Asistió
al taller de Bassano lo que supone la ruptura con los conceptos del
Renacimiento, adquiere el criterio de la libertad del arte.
Aprende
de Tintoretto esa forma especial de ordenar las figuras y de concebir el
espacio. En anatomía alarga las proporciones “quitando carne”, como se decía.
Se
marcha de Venecia para recalar en Roma, allí es nombrado miembro de la Academia
de San Lucas y es considerado, entre la sociedad romana, como un magnífico
retratista. Asimila las formas de Miguel Ángel (a quien estima como dibujante y
creador de arquetipos y composiciones, más no como pintor), con una técnica
apoyada en recuerdos bizantinos, como se puede apreciar en la Anunciación del
Museo del Prado.
Hay
una anécdota que nos cuenta Mancini: cuando se trataba de cubrir las desnudeces
del Juicio Final de la Capilla Sixtina, el Greco llegó a decir que él se sentía
capaz de hacerlo de nuevo con honestidad y decencia y con mejor ejecución
pictórica. Se vio obligado a salir de Roma y trasladarse a España; aunque no solo
fue este motivo, ya que la construcción de El Escorial había despertado un gran
eco, entre los artistas italianos y por otro lado, El Greco tenía una estrecha
relación con el bibliotecario del palacio Farnesio que era amigo de los
humanistas españoles don Luis de Castilla y don Pedro Chacón, de quien el Greco
recibirá los principales encargos a su llegada a España. Llega a Madrid en 1576
con treinta y cinco años.
Quizás
en Madrid conociese a doña Jerónima de las Cuevas. Esta dama con la que no se
sabe si estuvo o no casado, al menos no consta en documento alguno, y que compartió
su vida; fruto de estas relaciones nació un hijo, Jorge Manuel, pintor,
escultor y arquitecto que vivió muy unido a su padre.
En 1577 llega a Toledo, frustrado, tras no lograr hacerse un hueco en la corte de Felipe II. La ciudad del Tajo entra por sus ojos. Ya no abandonaría Toledo hasta su muerte. En 1579 el cabildo catedralicio de Toledo le encomienda el “Expolio”, que se puede ver en la Catedral y Felipe II le encarga el “Martirio de San Mauricio, que se encuentra en el Monasterio de El Escorial. Este cuadro no fue del gusto del monarca y le aleja de los encargos oficiales.
En
1586 pinta el famoso “Entierro del conde Orgaz”, para la Iglesia de Santo Tomé,
en Toledo. En él mezcla lo humano y lo divino. Representa el nacimiento a la
vida eterna del alma del señor de Orgaz. El tema se inspira en una famosa
leyenda toledana según la cual don Gonzalo Ruiz, que en vida había favorecido a
los agustinos y a una iglesia dedicada a San Esteban, fue colocado en su
sepulcro por estos santos, que aparecieron mientras los ángeles cantaban, que
así recompensa los santos a los que les honraron en vida. El milagro ocurre
ante los nobles toledanos y los frailes que solían asistir a los entierros,
mientras el párroco de Santo Tomé, don Andrés Núñez, sigue con sus rezos y el
sacristán observa la llegada al cielo del alma del señor de Orgaz. Un ángel que
tiene entre sus manos el alma, en forma nebulosa de niño, la introduce en el
cielo por un conducto estrecho, acudiendo solícita la Virgen para recibirle,
mientras la corte celestial ruega a Cristo, como juez, que se ve al fondo. En
la parte inferior hacia la izquierda el hijo del Greco nos señala al señor de
Orgaz y las manos de un caballero, sobre el cadáver, nos conduce al
autorretrato del Greco, y hacia lo alto, donde el centro de atención se
desplaza hacia la derecha, entre los apóstoles, aparece el retrato de Felipe
II, que debió ser añadido posteriormente. El contraste en colorido y anatomías
entre las dos partes del cuadro señala un momento crucial en la evolución
estilística del pintor.
Como
retratista, El Greco centra su atención en las manos expresivas, en la mirada, en
los ojos como ventanas del alma. No es su cuerpo lo esencial, sino el espíritu.
La asimetría de los rostros, señalada en el arranque del pelo, en las comisuras
de la boca, en la fuerte protuberancia en la sien izquierda, en la línea
zigzagueante que señala la posición de la nariz respecto de la boca.
En
los temas religiosos trabaja con más libertad. Se dice que El Greco tomaba
apuntes de enajenados para que le sirviesen de punto de partida para sus
representaciones de santos. La acentuada estilización en la descomposición de
las figuras, la asimetría, el movimiento serpenteante, los colores expresivos,
como es norma en el movimiento manierista, nos lleva a pensar que el pintor así
lo quiso y no debido a un defecto óptico como se ha dicho de forma repetida.
En
el paisaje, El Greco, es subjetivo, lo interpreta. Crea simbolismo al cambiar
la luz de la naturaleza, Incluso cambia de lugar los edificios.
Pinta
de forma ininterrumpida hasta su muerte. Mucho se ha especulado acerca de la
fortuna de El Greco. Se sabe que en la primera etapa toledana vivió con holgura
y hasta con aparente suntuosidad, pues alquiló una lujosa mansión del marqués
de Villena, hay documentos que
atestiguan que residió en el abandonado palacio del Marqués de Villena,
Duque de Escalona, situado en lo que hoy es Paseo del Tránsito. Sin embargo no
parece que durase mucho esa opulencia ya que los documentos de la época le
sitúan entre estrecheces y continuas deudas, llegando a morir en la pobreza.
Muere
el 7 de abril de 1614. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo
el Antiguo, trasladado después al monasterio de San Torcuato y posteriormente a
la iglesia de San Bartolomé donde se encuentra en la actualidad.
Foto: Ángeles Alonso |
Sorolla - Marqués de la Vega Inclán Foto: Ángeles Alonso |
Lo que de forma romántica se llama Casa de El Greco eran los palacios de Samuel Leví, tesorero del rey don Pedro y que pasaron a manos de la duquesa Arjona, doña Aldonza de Mendoza. A principios de siglo, 1911, el marqués de la Vega-Inclán, con el sano propósito de retener la memoria de El Greco y admirar su obra, acondiciona el viejo caserón para instalar sus cuadros, ideando una réplica de lo que podía haber sido la mansión del pintor, creando una atmósfera fiel, con muebles de época. Alrededor de un hermoso patio, con zócalo de azulejos, el comedor, una salita de costura.
Una
puerta enmarcada por una yesería abre la entrada al comedor. En el centro el
dintel, una cruz y a ambos lados, dos escudos. Hay un desnivel de dos peldaños.
Los sillones fraileros son de cuero repujado, al estilo del siglo XVI; pieza
destacada es el armario con cajones y labor de marquetería.
El
salón con un entarimado de madera en la parte central, un espejo negro del
siglo XVI, mesa y sillones fraileros guarnecidos de terciopelo y seda, con una
pequeña ventana enrejada que da al patio, en el lateral un gran balcón enrejado
y cubierto de celosía, que da al jardín.
La
cocina en la planta baja, con puerta abierta al patio y comunicando con el
jardín, a través de un porche. Dos bancos de ladrillo, para sentarse al amor de
la lumbre y el encanto de las alacenas empotradas en la pared.
Nos
adentramos en el museo: Vista y plano de Toledo: Sobre un extraño caserío
toledano, la Virgen desciende rodeada de ángeles. Un joven sostiene un plano
topográfico, minuciosamente dibujado y explicado, con una interesante leyenda,
documento inapreciable para entender las ideas de El Greco, en la que aclara el
por qué cambia la ubicación de los edificios; vemos el apostolado al completo,
San Bernardino y muchos más.
Hoy El Greco está considerado uno de los
grandes pintores, lo que no era así en vida y tras su muerte, al ser
considerado un pintor excéntrico y marginal en la historia del arte. En los
últimos cien años es cuando se le ha hecho justicia a este excelente pintor.
En estos momentos se celebra la Exposición “El
Griego de Toledo”. Se inauguró el 14 de marzo y finalizará, salvo prórroga, el
14 de junio de 2014. Los lugares en los que está ubicada esta exposición con
más de cien obras del artista, y que provienen de veintinueve ciudades
distintas del mundo son: Museo de Santa Cruz, Hospital Tavera, Convento de
Santo Domingo el Antiguo, Capilla de San José, Iglesia de Santo Tomé, Sacristía
de la Catedral, Hospital Santuario de Nuestra Señora de la Caridad en Illescas.
Hay
miles de razones para conocer Toledo. Una de ellas es todo lo relativo a El Greco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario