Frente
al escaso número de mezquitas, las sinagogas debieron prodigarse en Toledo, durante
la dominación cristiana de esta ciudad. En cambio, solo dos han llegado hasta
nuestros días: Santa María la Blanca y Nuestra Señora del Tránsito. Es posible
que la primera sea la más antigua sinagoga que queda en España.
Fue
destinada en el siglo XV para iglesia. Sucesivos usos y destrozos deben de
haber afectado los límites de sus muros primitivos. Se cree que el muro oeste
no sea el primero y que hubiera un tramo más que influyera en sus partes altas,
la cámara de los mudéjares.
El
interior es una reducida planta basilical, de unos veintiocho metros de largo
por veinte de ancho, dividida en cinco naves, decreciendo en altura desde la
central.
Estas
naves se separan por treinta y dos pilares de ladrillo recubiertos por cemento
y cal, de base prismática octogonal, con grandes capiteles labrados en estuco,
únicos en su género, sobre los que descargan bellísimos arcos de herradura.
Esta es una innovación importante. Para Torres Balbás estos pilares tienen
influencia gótica.
Los
capiteles no pueden calificarse como de puro estilo musulmán. En el gran
desfile de la decoración islámica no hay nada parecido. Ornados de piñas y
volutas, los capiteles parecen tener influencia del arte románico, aun siendo
de yeso están tratados a gubia, no a molde, pues los detalles semejantes son
diferentes.
No
puede asegurarse que sus formas sean vegetales, ni tampoco geométricas. Son
tremendamente esquematizadas. Los entrelazados geométricos formados por las
líneas son de origen almohade. Los medallones de las enjutas son un despliegue
de intrincados dibujos geométricos que destacan por su belleza.
La
sinagoga tiende a recordar la tipología propia de una mezquita. No obstante, Santa María la
Blanca, ha servido de modelo, en el siglo XX, para importantes sinagogas
europeas y americanas.
Excavaciones
realizadas en Madinat al-Zahra han probado que la mezquita de esta ciudad tenía
cinco naves y una arquería decorativa, igual que la Sinagoga toledana, sobre
los arcos de herradura de la nave central.
Conforme
a la tradición oriental, el edificio vive hacia el interior. Contrasta la
sencillez de los muros exteriores con la riqueza decorativa interior. Cabe la
posibilidad que esta decoración proceda de un arreglo del último cuarto del
siglo XIII.
El
origen de esta sinagoga no ha sido dilucidado aún. Se han formulado las más
diversas hipótesis, para explicar tanto su datación cronológica, como su
filiación artística y su utilización litúrgica.
Pavón
Maldonado nos remite a Cantera Burgos y dice: “… se ha pretendido reconocerla
como la Sinagoga Nueva que edificó o reedificó el célebre almojarife de Alfonso
VIII, Jusef ben Sosssan, a fines del
siglo XII”. Sin embargo otros expertos la identifican con la sinagoga “Al Malikin”
y dataría de finales del siglo XIII, por haber sido financiada por David ben
Salomón ben Abi-Durham. También se ha querido identificar con la Sinagoga Mayor
aludida en el poema consagrado por Ya’aqob Albeneh a la revuelta antijudía del
siglo XIV. Al parecer en una de sus vigas hay una inscripción que dice 1180.
Para
José Pijoan, Santa María la Blanca es un monumento de tanta personalidad y
belleza que aun considerándola como producto del arte islámico, los artistas
musulmanes, sintieron de tal manera el influjo de sus patronos judíos que
produjeron una obra de carácter mixto, un edificio híbrido único en el mundo.
En
la actualidad el edificio pertenece a la iglesia católica pero no se realiza
culto en él.
Fuentes:
Cantera Burgos, F.: “Sinagogas
españolas”. Madrid, 1955, pp. 35-149
Pavón Maldonado, Basilio: “Arte
toledano: islámico y mudéjar”. Instituto Hispano-Árabe de Cultura. Madrid,
1973. Pp- 70 y ss.
Pijoan, José: “Historia
General del Arte”. Summa Artis. Pp. 473-480
Torres Balbás, L.: “Ciudades
hispano-musulmanas”. Madrid
Wikipedia, la enciclopedia libre
Fotos: Ángeles Alonso
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