Ya desde que nace el niño, incluso
antes como sabemos, está formándose al escuchar los sonidos del lenguaje, o la
música, tan importante para su desarrollo intelectual. Su mente se va formando con todos los
estímulos que recibe. El proceso de aprender ya se ha iniciado, atiende,
escucha, balbucea y mira con atención todo lo que le rodea. El lenguaje oral va
estructurando su mente desde que dice su primer monosílabo hasta que se expresa
con una frase u oración completa.
Cuando llega
a Educación Infantil, a pesar de tener sólo tres años, ya trae un bagaje
importante, y por qué no decirlo, cierta predisposición más o menos favorable.
Ya ha debido tener experiencias positivas en torno a la lectura. Suponemos que
en su casa hay libros y en la familia hay hábitos lectores. Antes de esta edad,
ha de estar acostumbrado a manejar y ver
cuentos, a que se los lean. Si en casa le leen al menos un cuento cada día,
esta actividad cotidiana va a suponer un momento mágico, en el que su progenitor deja sus ocupaciones para leerle
una historia bonita, prestándole toda su atención, rodeándola de un marco
afectivo que va a quedar ligado al acto de leer. El afecto interviene como un
estímulo; es un momento feliz que hará de él un buen lector.
Narrar
cuentos, como hacían nuestras abuelas, sin libro alguno; contar un cuento, es
una actividad que estimula su atención, ejercitan la discriminación auditiva,
se les da modelos de lenguaje oral,
enriquecen su vocabulario, crean imágenes a partir de las palabras. Requiere un impulso intelectual que le lleva a sentir el placer de
la palabra, el mismo que ha de encontrar en la lectura. Las narraciones comunican y
transmiten belleza.
En las aulas de Infantil, comienza un trabajo más sistemático a través
del cual recibe unos estímulos que le van ayudando a desarrollar habilidades,
hábitos, destrezas, etc., tales como la
discriminación auditiva y visual, asociación y clasificación de objetos,
formas, colores, coordinación viso motora… Los conceptos elementales de tiempo y espacio en relación a sí mismo, a
los demás y a las cosas. Culminando en la expresión y comprensión oral es donde
va a llegar a alcanzar una mayor capacidad, al tener que aprender, sin apenas
darse cuenta, a dialogar con otros niños y
adultos fuera del hogar, en un entorno más diverso y rico donde va a
encontrar nuevos alicientes.
Enseñar a
leer y escribir es algo vivo, no ha de estar sujeto a normas y reglas fijas que
se repitan cada año con cada niño. A pesar de que esto se haya venido haciendo
durante años, con métodos aburridos y poco motivadores como el silábico, que
con todas sus motivaciones, no han evitado que unos niños avancen y otros se
queden rezagados, incluso que algunos se estanquen y pierdan el interés.
Hemos de
seguir su propio ritmo y no el que nosotros queremos imponer con nuestro
“método”. No hay ninguno que sea el mejor pero todos pueden ser buenos, siempre
que método y enseñante se adapten a cada niño. Cada día, cada niño te va
siguiendo o no. Si no te sigue, se lo tienes que poner a su alcance, adaptarlo.
Si te sigue, tú le sigues. Tú le guías pero él te lleva.
En la
tercera y última parte de estos Apuntes,
mostraremos una forma de comenzar con una propuesta metodológica progresiva y
abierta que se puede adaptar y transformar con las aportaciones que requieran
los diferentes contextos.
Extracto de: ¿Cómo les
enseño a leer? Manual para una joven maestra.
Mª Paz Horcajuelo Torres
©M-534-13
Muy bueno. Y lo digo como abuelo, que disfruto relatando, a viva voz, cualquier imaginario cuento para incentivar la imaginación de mis nietas. Por ejemplo, el cuento de la reina Luna y la princesa Vega; me miraban alucinadas, pues esos mismos personajes tienen el nombre de ellas; pero además es que tenían caballos, y vivían en un castillo que era casi mágico... Efectivamente estas prácticas las motivan, y las reciben como una buena muestra de afecto; no requieren ningún gasto extra ni consumista, y les damos -como abuelos- todo el tiempo que disponemos. Por eso dicen los entendidos: el tiempo es oro; el abuelo o la abuela, no lo escatiman y se lo suelen gastar a raudales con sus nietos. Merecidamente, por supuesto, tanto para quien lo recibe... pero mucho más para quien lo da. Enhorabuena Mari Paz. Felicitaciones.
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