Sara esperando a Tobías. Rembrandt. National Gallery (Edimburgo) Geertje Dircx, la ama de cría amante del pintor |
Desde
la antigüedad, el cuidado y educación de los hijos se ha atribuido a las
mujeres, pero no sólo ha realizado este
papel fundamental en la sociedad. Otros muchos, tanto en el ámbito familiar
como fuera de él, engrandecen su Currículo.
Desarrollaron a lo largo de la historia, trabajos fundamentales que no han sido
reconocidos. En el propio hogar y fuera de él. Uno de ellos, ha sido el de
nodrizas, amas de cría o de leche.
A
lo largo del siglo XIX, la burguesía va incrementado su poder económico y
social, accede al poder político, que por proximidad de intereses, pasa a
formar parte de una clase conservadora que imita comportamientos de la
monarquía y la aristocracia.
Esta
nueva clase social que de forma tradicional amamantaba a sus hijos y cuidaba
sus juegos, comenzó una nueva moda; la de contratar los servicios de un Ama de
Leche, al considerar que aumentaba su prestigio social. También la estética
influyó, al existir el convencimiento de que: el parir embellece y el criar envejece.
Lo
que se presentaba como novedoso, no lo era tanto, ya que existen numerosos
textos que demuestran la existencia de las nodrizas: La Biblia en el libro del
Éxodo, siglo IX a. C., se sugiere a la hija del Faraón la contratación de una
nodriza judía para criar a Moisés; o en
Mesopotamia, en las de Leyes de Ešnunna, escritas en acadio, se establece el
pago que debe hacerse a las nodrizas; el Código de Hammurabi también contiene
alguna disposición, y una gran cantidad textos que no procede enumerar.
Mujeres
de la nobleza griegas y romanas recurrían a ellas. Más reciente en las Partidas de Alfonso X, se
detallan las condiciones que deben
reunir las amas de cría reales: belleza exterior e interior y carácter
apacible.
A
lo largo de la historia, esta costumbre no siempre se ha considerado favorable,
al asegurar que debilitaba a la madre.
Otras que era un buen anticonceptivo, que beneficiaba a las clases humildes al
evitar embarazos, limitando su fecundidad a un nacimiento cada dos años.
Incluso que si se amamantaba al hijo no podían mantenerse relaciones sexuales
por estimar que se corrompía la leche.
Entre unas teorías y otras se creó un sentimiento negativo entre las
clases pudientes más elevadas, sobre la conveniencia o no, de ser la madre
quién alimentara a sus hijos, que consideraban que era algo propio de clases
inferiores económicamente hablando.
Por
otro lado, las mujeres que ofrecían este servicio a las familias pudientes, solucionaban la manutención de su familia
durante dos años, tiempo que se consideraba debía durar la lactancia, y la suya
propia al estar bien alimentadas y bien remuneradas. Incluso el reconocimiento
social si prestaban sus servicios en las casas reales o en la alta nobleza.
Convertían a sus hijos en hermanos de leche de los príncipes o herederos
nobiliarios y alta burguesía. Al contrario, si no conseguían trabajo en
familias pudientes, prestaban sus servicios por un mísero jornal en las inclusas, sin que en ningún momento
consiguieran el respeto y ese reconocimiento, que se hablaba con anterioridad.
La
monarquía española contó tradicionalmente con las amas de cría que amamantaban
a los infantes y les acompañaban en sus juegos. En principio las buscaron entre
las damas de la nobleza, en los alrededores de Madrid, en Castilla la Mancha y
en las aldeas burgalesas, debían cumplir ciertos requisitos como: tener
fortaleza física, buenos hábitos higiénicos y estar libres de enfermedades.
Incluso estaban recogidos en reglamentos.
Con
el nacimiento de la primera hija de Fernando VII, luego reina Isabel II, se
comienzan a elegir nodrizas cántabras para la lactancia real, convirtiéndose las
pasiegas en las más cotizadas para tal menester. Tenía tal importancia la
elección, que previo al nacimiento se convocaba una Comisión. Los principales
requisitos eran:
- La edad no podía ser
inferior a 19, ni superior a 26 años.
- Estar criando el segundo
o tercer hijo; es decir que habría tenido otro u otros dos partos.
- Leche: lo máximo,
noventa días.
- No haber criado hijos
ajenos.
- Estar vacunada.
- Ni ella, ni su
marido, ni familiares de ambos, podrán haber padecido enfermedades de la piel.
- Será circunstancia
preferente que la ocupación de su marido sea la del cultivo del campo.
- Complexión robusta y
buena conducta moral, certificada por el cura del pueblo.
Estableciendo
además los análisis que debía efectuarse a la leche para conocer si tenía la
calidad suficiente.
La
tradición real de contratar nodrizas cántabras, se ha
mantenido hasta don Juan de Borbón y Battemberg, padre del rey Juan
Carlos I.
Existe
un museo dedicado a ellas en la localidad pasiega de Valvanuz, término
municipal de Selaya. Único en el mundo. En él se pueden ver recuerdos,
pinturas, fotografías de estas mujeres, que dedicaron su vida a la lactancia,
no solo de la casa real, sino de la alta burguesía de toda España.
Hasta
aquí se ha hablado de nodrizas de príncipes y alta burguesía. Las clases
humildes no tenían acceso a ellas.
A
finales del siglo XIX y principios del XX, la desnutrición y el aumento de
población en las ciudades, aumentó la tasa de mortalidad infantil. Un médico
francés que atendía en el Hospital de la Caridad a los niños que allí habían
nacido y que semanalmente llevaban sus madres para ser examinados y pesados, si
carecían de recursos proporcionaba, gratuitamente, la leche artificial
necesaria para su cuidado. Otros, por el contrario, dicen que fue en Barcelona
donde se inició por el Dr. Vidal este servicio, donde dispensaba de forma
gratuita leche esterilizada, harina, verduras y pan a los menores de trece
años.
En
Madrid fue creada por el Dr. Ulecia, la institución llamada de La Gota de
Leche, del Hospital de Niños Pobres, donde se recogía leche de donantes para
repartirla entre los más necesitados; recibiendo apoyo económico de los
Marqueses de Casa Torre y la reina Mª Cristina de Habsburgo. Lo cierto es que
disminuyó la mortalidad infantil. El consultorio estuvo situado en la calle San
Bernardo esquina a San Hermenegildo. La idea no solo se extendió por los
diferentes distritos de Madrid, Dehesa de la Villa, Palacio, Latina, Chamberí,
sino por toda España.
Los
biberones han dejado sin trabajo a aquellas nodrizas, que merecen ser
recordadas, cientos de mujeres que con
su sacrificio alimentaron a sus
hijos en la distancia. Recorriendo
incluso grandes extensiones caminando
solas en busca de trabajo, apoyadas en la fama que le dieron los poderosos, con
la única compañía de un perrito al que amamantaban para mantener la secreción
láctea, y la esperanza de ser contratadas por aquellos padres que habían
perdido a sus esposas en el parto, o que carecían de leche, o no tenían
suficiente o habían tenido gemelos. Estas mujeres fueron el sustento de su familia.
Antepusieron la necesidad a su propia vida.
© Marisa Caballero
Nodrizas por Marisa Caballero se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario