Casa Milá (La Pedrera), Barcelona, España Arquitecto: Antoni Gaudí |
Diego se ha escondido en el balcón. No quiere que los
niños de la guardería le puedan quitar la pelota que lleva abrazada. Es la
primera vez que traspasa las puertas de cristales. Está prohibido.
Se acerca a la balaustrada y recula de inmediato.
Cierra los ojos y poco a poco se deja caer hasta el suelo donde queda sentado
con el balón en el regazo y la espalda apoyada en la pared.
Siente que vibra el cristal de la puerta, alguien está
apoyado en ella. Al oír su nombre da un respingo y la pelota rueda hasta quedar
encajonada en la barandilla de hierro forjado. Con el pie intenta moverla, no
lo consigue. Se arrastra por el suelo. Prueba sacarla con las manos. Tampoco.
Oye cómo le llaman.
Es Rosa, la chica que le cuida.
Intenta de nuevo retirar de entre los barrotes su
pelota. Imposible. Los coches parecen tan pequeños desde ahí. Alguien está
abriendo la puerta. Repta hacia la esquina y queda detrás de una de las hojas.
Gatea hacia el borde. Empuja la pelota y esta cae al
vacío. Uno de sus brazos queda colgando. Se agarra muy fuerte a la barandilla. La
abertura de los barrotes es amplia. El balón ha golpeado a un transeúnte que levanta la vista y, al ver al niño, lanza
la pelota con tanta fuerza y tan poca fortuna que rompe el cristal de la
puerta.
A Diego le rodean los cristales rotos.
El niño se pone en pie de un salto, se vuelve, cruza
las piernas. Pero sucedió lo que ya
tenía superado. Mira de reojo a Rosa y baja la cabeza. El pis brota
con fuerza y el regato se desliza hacia la calle salpicando al hombre que había
hecho el destrozo.
© Marieta Alonso Más
Foto: Wikipedia, la enciclopedia libre
Me has tenido en vilo, ¡menos mal que no se ha caido!
ResponderEliminarDe eso se trataba de mantenerte en vilo. Muchas gracias chiquillas por todos tus comentarios.
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