Foto: José Mesa |
El Banco se quedó solo. Sus ocupantes lo
abandonaron. El anciano cansado que recuperó fuerzas, la pareja enamorada y la
aburrida, los jóvenes que esperan la llegada de su amor. ¿Cuántas cosas nos
podría contar el banco del paseo?
Ante él la inmensidad del mar, aguas aparentemente
mansas, que en su ir y venir, depositan conchas, caracolas que ponemos en
nuestros oídos para seguir oyendo el sonido marítimo.
Molesta el ruido de la lancha motora que hace las
delicias del esquiador acuático, y al fondo entre montañas, el mar y sus
misterios. Como en cualquier vida, la esperanza y la incertidumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario