Congreso de los Diputados. Madrid |
Bombardeo diario en TV,
radios, periódicos del Congreso, diputados subiendo y bajando, discursos,
disputas, invectivas, detalles inusitados, besos “amorosos”, mamá con bebé,
largas sesiones, y casi seguro que casi ninguno ha reparado en lo curiosa o
casual y simbólica ubicación del
edificio, vean: rodeado por la Puerta del Sol, corazón del pueblo, Plaza de
Cibeles, con el Cuartel General, ejército, Academia de la Lengua y Monasterio
Jerónimos, sabiduría y religión, La Bolsa, dinero, economía, Museo del Prado, arte,
un completo conjunto urbano, metáfora representativa de los Diputados, ¿o no?
Pues estaba yo sentada en
soleada terraza, reposada y tranquila, frente al Congreso cuya primera piedra
colocara la Reina-niña Isabel II, el 10 de octubre de 1843, obra del arquitecto
valenciano Narciso Pascual y Colomer, luchando con el irregular solar hasta
convertirlo en armónica distribución del Salón de Plenos, salas, otros salones
y pasillos.
Y miraba la entrada principal,
seis formidables columnas sosteniendo el gran frontón triangular realizado por
el escultor Ponciano Ponzano, y sus figuras, España abrazada a la Constitución
y rodeada por el Comercio, Bellas Artes, Justicia, Ciencia, todo el utópico
idealismo del Reino.
Debajo, escalinata, y
hermosos, fuertes, representativos:
¡Los
Leones!
León de bronce flanqueando la entrada. |
Y recuerdo su historia. Se
encarga, también a Ponzano, que modele
unos simbólicos leones, (como casi siempre, mal endémico, escaseaba el
dinero), de yeso pintado simulando bronce, pero los temibles elementos, lluvias
y hielos, pronto los deterioran por completo, casi churretosos hay que
retirarlos, se necesita material resistente, metal, ¡tan caro! Y un golpe de
suerte soluciona el problema, las esforzadas y valientes tropas españolas ganan
la guerra de África, en la batalla de Wad Ras se apoderan de cañones
marroquíes, que, trasladados y fundidos en Sevilla proporcionan al escultor
magnífico material para sus impresionantes leones, bautizados como Daoiz y
Velarde, en honor a esos grandes héroes, colocados en el Congreso para ornato y
simbólica defensa.
Hace pocos años, se
desplazan para limpieza y restauración y, ¡Sorpresa!, se descubre que a uno de
ellos le falta la bolsa escrotal, se publica, se comenta: ¿error del escultor?,
¿robo?
Pues no, Ponzano, hombre
culto, representó a Hipómenes y Atalanta, dioses del Olimpo, castigados y
convertidos en león y leona, los mismos que tiran del carro de la diosa
Cibeles, así que no faltaba nada, si acaso sobraba la hermosa y abundante melena de la leona.
Pues yo, algo adormilada
por el sol, contemplaba a los que los fotografiaban y pensaba, ¿Cuántos
millones de fotos han soportado, cuántos cientos de miles de sucesos han
contemplado; de anécdotas, podrían contarnos?
Recordé la entrevista imaginaria y fantástica que
hace años hice a la estatua de Colón y tanto le complació, ¿me atrevería a
hacerle una al león y leona del Congreso? No sé, es complicado, tengo que
pensarlo.
© Isabel Martínez Cemillán
Admirable Maribel. Interesantísimo el relato. Dinámico, arrebatador y clarificador de dudas. Me encanta esta "octogenial"
ResponderEliminarEn nombre de Isabel muchísimas gracias.
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