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jueves, 19 de mayo de 2016

Laura Cabezas: El silencio de mis noches

Foto: Laura Cabezas





Hoy la noche grita en rebeldía y se hace eco en lo más profundo de mi ser. Puede distinguirse el sonido de un violín en el viento que sopla suave pero incesante. Es una melodía cálida, envolvente, con matices de nostalgia que dan pie a la reflexión.

Y bien, echamos una mirada atrás y al fin hoy podemos al menos sonreír, lo que nos pareció tan trágico en su momento trajo consigo la solución. Sólo teníamos que posar un pie en el camino y comenzar a andar. No fue fácil, ¿verdad?, pero a día de hoy estamos aquí y eso es lo que importa.

Arrastramos con nosotros todo lo que fuimos, todo lo que sentimos, y ello nos condiciona para el futuro próximo, en el cual la preocupación juega su papel principal.

Mañana aún no ha llegado y Ayer ya murió. Ahora es lo que cuenta y permanecemos inmovilizados por ella, la culpa. Cometimos errores y salimos airosos, pero ¿y si todavía no nos ha tocado pagar por ellos?

Rezamos a nuestro Dios, si lo tenemos y le pedimos que sea clemente con nosotros y que nos deje serlo con nosotros mismos, ya que no hay mayor castigo que la autoinculpación y la autodestrucción.

La noche sigue avanzando y se va tornando cada vez más fría, los violines siguen tocando, pero esta vez… una triste melodía. Mi corazón se estremece y mi alma se desnuda ahora que nadie puede verla ni herirla.

Traemos al pensamiento a aquellos seres que ya no están, que se fueron, para que nos hagan compañía, solo por un instante, sentir su calor. Recordamos lo bueno que nos aportaron en vida, y con los ojos cerrados tomamos una bocanada de aire y nos reconfortamos con su presencia figurada. Ya está. Han estado aquí y han vuelto a marcharse, solo queda su estela y reina armonía.

Entonces nos quedamos con nosotros mismos… preguntándonos qué pasará mañana y cuándo dejaremos de sentir pavor hacia ese futuro próximo que nunca es presente, se consume solo y pasa a convertirse en pasado.

Lo que tenga que ser será. Y mientras tanto, saber apreciar lo que nos queda, que no es poco: Nuestra Gente, nuestros Sueños, nuestras Noches interminables al lado de una ventana cualquiera en cualquier parte del mundo y ¡cómo no! Esos maravillosos violines que esconde el Silencio.






© Laura Cabezas

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