¡Me pareció ver a un lindo gatito!
Eso dijo Bob Clampett por boca de Piolín, el pequeño canario amarillo de cabeza enorme y patas desproporcionadas al que el gato Silvestre intenta atrapar para devorarlo.
El gato es una de las mascotas más
populares, convive con los humanos desde hace unos nueve mil quinientos
años. A los gatos salvajes se les llamaba catus, a los domésticos, felis. Coloquialmente atienden a los nombres de minino, micho, mizo, miz.
En
el Antiguo Egipto el gato era considerado como un animal sagrado, anidaba el alma de la diosa egipcia llamada Bastet, la cual era representada
con cuerpo de mujer y cabeza de gato.
Se
dice que allá por el 2900 antes de Cristo, según la mitología egipcia, Ra, el dios
del Sol, tenía una hija Sekmet, la diosa de la guerra, de la venganza, la Luna.
Se la representaba con cuerpo de mujer y cabeza de leona. La parte dulce de
Sekmet era Bastet, la diosa buena, a la que se le asocia con el Sol, que se
transforma en gata cuando se apacigua como leona.
Escultura egipcia Museo del Louvre, París |
Los
gatos eran muy queridos en Egipto y mantenían un status social importantísimo.
Cuando moría un gato en una familia, era una verdadera tragedia, al punto de
guardar luto y rasparse las cejas. A su muerte el gato era embalsamado y se
enterraban en grandes panteones. Matar un gato era castigado con la pena de
muerte, ya que se creía que a través de los ojos de los gatos, la diosa Bastet,
vigilaba a los hombres y los protegía de cualquier clase de males.
Hay
cementerios de gatos de esa época que ascienden a más de trescientos mil gatos
momificados.
Se comenta que una vez, los persas fueron atacados por los egipcios y aquellos pegaron
a sus escudos a una gran cantidad de gatos. Los egipcios por no hacerles daños,
escogieron rendirse.
Stéphane
Mallarmé decía que:
«los gatos son seres hechos para almacenar caricias».
Mosaico en Pompeya |
Poetas
y pintores lo han homenajeado:
Retrato de Pierre Loti, 1910 Henry Rousseau |
Mujer con gato, 1875 Pierre Auguste Renoir |
El
gato
(Charles
Baudelaire)
Ven,
bello gato, a mi amoroso pecho;
retén
las uñas de tu pata,
y
deja que me hunda en tus ojos hermosos
mezcla
de ágata y metal.
Mientras mis dedos peinan suavemente
tu
cabeza y tu lomo elástico,
mientras
mi mano de placer se embriaga
al
palpar tu cuerpo eléctrico,
a mi señora creo ver. Su mirada
como
la tuya, amable bestia,
profunda
y fría, hiere cual dardo,
y, de los pies a la cabeza,
un
sutil aire, un peligroso aroma,
bogan
en torno a su tostado cuerpo.
El Maneki-neko o "Gato de la suerte". Popular en la cultura japonesa |
¿Te gustan los gatos?
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