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viernes, 21 de octubre de 2016

Felis silvestris catus








¡Me pareció ver a un lindo gatito!

Eso dijo Bob Clampett por boca de Piolín, el pequeño canario amarillo de cabeza enorme y patas desproporcionadas al que el gato Silvestre intenta atrapar para devorarlo.






El gato es una de las mascotas más populares, convive con los humanos desde hace unos nueve mil quinientos años. A los gatos salvajes se les llamaba catus, a los domésticos, felis. Coloquialmente atienden a los nombres de  minino, micho, mizo, miz. 

En el Antiguo Egipto el gato era considerado como un animal sagrado, anidaba el alma de la diosa egipcia llamada Bastet, la cual era representada con cuerpo de mujer y cabeza de gato.

Se dice que allá por el 2900 antes de Cristo, según la mitología egipcia, Ra, el dios del Sol, tenía una hija Sekmet, la diosa de la guerra, de la venganza, la Luna. Se la representaba con cuerpo de mujer y cabeza de leona. La parte dulce de Sekmet era Bastet, la diosa buena, a la que se le asocia con el Sol, que se transforma en gata cuando se apacigua como leona.

Escultura egipcia
Museo del Louvre, París 
Los gatos eran muy queridos en Egipto y mantenían un status social importantísimo. Cuando moría un gato en una familia, era una verdadera tragedia, al punto de guardar luto y rasparse las cejas. A su muerte el gato era embalsamado y se enterraban en grandes panteones. Matar un gato era castigado con la pena de muerte, ya que se creía que a través de los ojos de los gatos, la diosa Bastet, vigilaba a los hombres y los protegía de cualquier clase de males.

Hay cementerios de gatos de esa época que ascienden a más de trescientos mil gatos momificados.

Se comenta que una vez, los persas fueron atacados por los egipcios y aquellos pegaron a sus escudos a una gran cantidad de gatos. Los egipcios por no hacerles daños, escogieron rendirse.

Stéphane Mallarmé decía que: 

«los gatos son seres hechos para almacenar caricias».

Mosaico en Pompeya

Poetas y pintores lo han homenajeado:

Retrato de Pierre Loti, 1910
Henry Rousseau
Mujer con gato, 1875
Pierre Auguste Renoir
 

El gato
(Charles Baudelaire)


Ven, bello gato, a mi amoroso pecho;
retén las uñas de tu pata,
y deja que me hunda en tus ojos hermosos
mezcla de ágata y metal.



Mientras mis dedos peinan suavemente
tu cabeza y tu lomo elástico,
mientras  mi mano de placer se embriaga
al palpar tu cuerpo eléctrico,



a mi señora creo ver. Su mirada
como la tuya, amable bestia,
profunda y fría, hiere cual dardo,


y, de los pies a la cabeza,
un sutil aire, un peligroso aroma,
bogan en torno a su tostado cuerpo.



El Maneki-neko o "Gato de la suerte".
Popular en la cultura japonesa


¿Te gustan los gatos? 

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