Blog literario de Francisco Martínez Bouzas |
SIN CULPABLES NI INOCENTES
Richard
Stern
Traducción
de Laura Salas
Ediciones
Siruela, Madrid, 2019, 246 páginas.
Richard Stern (Nueva York, 1928 – Tybee
Islands, 2013 fue sobre todo un profesor que durante más de cuarenta años
impartió clases en la universidad de Chicago. Fue también escritor, pero mucho
más preocupado por su trabajo docente que por la fama literaria. No obstante,
publicó ocho novelas, una de ellas Las
hijas de otros hombres, en 1973. En
ella proyectó un gran talento y reflejó un brusco cambio de época. Está
considerada su mejor novela, en la que sus personajes, a pesar de su relación
adúltera, más que degenerados aparecen como marionetas del destino.. Cyntia
Ryder, una de ellos, no es una víctima; es una joven voluble, desorientada.
Robert Merriwether, su profesor, es una marioneta del destino. En la novela,
por consiguiente, no hay culpables ni inocentes. Hay otro personaje femenino
importante, Sarah, la esposa de Robert Merriwether, que es a la vez su
devastación moral y el nido que le aporta seguridad a Robert Meeiwether.
La novela, un clásico moderno de segunda
categoría de la literatura norteamericana, representa, “a su feliz pequeña
escala”, como escribió Philip Roth, los años sesenta, los años de la corriente
hippy y de la libertad de costumbres; y supone un singular examen de la pasión
amorosa. Y eso quizás explique la sucesión de hechos que se nos van presentando
en el relato. Robert Merriwether se ve arrastrado por aquella corriente de amor
libre. Eso explica que nos encontremos con el amor de un hombre maduro,
Merriwther, profesor en Harvard, con su alumna veinteañera Cyntia Ryder. Entre
los dos forjarán un intenso romance.
El profesor tiene esposa, Sarah y cuatro
hijos y el romance con Cyntia hace mella en su vida familiar. Por eso él no
desea romper las ataduras con sus esposa Sarah, ni que su romance afecte a sus hijos. Pero el deterioro familiar es
inevitable. El autor, con gran agudeza, pero de forma graduada, penetra en este
laberinto de quebranto, sobre todo en la segunda parte de la novela.
A primera vista, esta es una novela que se
desliza por la tradición del triángulo amoroso. Sin embargo, aunque la obra no
elude la consideración de la pasión amorosa, estamos ante otro tipo de obra de
ficción. Richard Stern nos sumerge en una visión mucho más profunda para que
comprendamos la evolución de los personajes ante las nuevas emociones y
pasiones en las que se ven inmersos. Pronto nos encontramos con los tres
principales protagonistas: Robert Merriwether, es feliz en su trabajo como
docente pero se siente preso por un matrimonio del que está ausente la chispa y
todo fulgor. Un matrimonio perfecto posiblemente hacia el exterior, pero, en el
interior de la convivencia familiar, surgen por doquier las desilusiones, el
silencio, las decepciones; en definitiva el amor muerto o agonizante.
Merriwether se refugia en su trabajo y así
evita el tedio de la convivencia con su esposa. Es un personaje de salidas
convencionales semimuertas que empiezan a naufragar cuando conoce a Cyntia
Ryder, veinte y dos años, veinte menor que Robert Merriwether. Cyntia está
llena de vida, es inteligente, curiosa, independiente y liberada de las cadenas
de la sociedad tradicional. Para Robert Merriwhter, Cyntia será un soplo de
vida y de aire fresco. No siente la más mínima duda ni pizca de remordimientos
en seducir al profesor y convertirse en su amante. Y en efecto, no tardan en
hacerse biológicamente amantes.
Finalmente Sarah, la esposa de Robert. Es la
típica ama de casa que renunció a sus ilusiones de ejercer su profesión y optó por dedicarse en cuerpo y alma a su
marido y a sus hijos. El silencio será su forma de negarle a su esposo las
relaciones sexuales, y los reproches será su forma para responder a la
situación.
El amor, la pasión amorosa y el apego al
hogar familiar, examinado casi con lupa por un escritor que da forma a su
novela éçen un momento de gran ebullición social. Una ápoca en la que los
choques de generaciones de los años sesenta habían provocado múltiples cambios
en las costumbres, también en el seno de las familias.
Richard Stern estructura perfectamente su
pieza narrativa. En ella podemos diferenciar tres partes. En la primera, el
autor presenta al protagonista masculino enfrascado en su retiro, su familia,
la sociedad que le acoge, pero también lo negativo de un matrimonio que se
halla en sus últimos estertores. En la segunda parte, el acento narrativo recae
en la mutua seducción de Robert y Cyntia y en la adaptación personal de ambos.
Finalmente el autor recrea, con fuerza inusitada, la ruptura matrimonial,
poniendo el acento en las consecuencias personales, en los nuevos sentimientos,
las dudas, los descubrimientos.
La novela es, en definitiva, un análisis
minucioso y perfectamente descrito del naufragio de un matrimonio, debido a los
cambios en los sentimientos y en la moralidad de los protagonistas.
Robert Stern nos seduce con una prosa
delicada y muy fina para escuchar y transmitirnos los detalles. En resumen, una
nueva novela cuyo peso y excelencia recae sobre todo en la segunda parte. Sin
olvidar el viaje que el lector emprenderá a los años sesenta. El final de una
década, rebosante de cambios y de luchas entre las formas de vida tradicionales
y las nuevas tipologías vitales en la libertad, la libre sexualidad y los
derechos de las mujeres que desde entonces terminan por imponerse y llegar
hasta nosotros.
Francisco
Martínez Bouzas
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