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viernes, 23 de julio de 2021

Juan Ángel Juristo: Virginia Woolf. Diarios 1925-1930

 

Virginia Woolf, la vida es un soplo en una llama

Virginia Woolf
La escritora Virginia Woolf cuando tenía 20 años. / Wikipedia

Salvo el caso de Flush, que se publicó en Destino en la década de los cincuenta y Una habitación propia que publicó Seix Barral en 1967, la obra de Virginia Woolf se editó entre nosotros sólo tras la muerte de Franco, y no es descabellado suponer que las entonces incipientes plataformas feministas tuvieron mucho que ver con la rápida traducción y edición, por parte de Lumen (ay, Esther Tusquets, cómo se te echa de menos) de las obras de una de las grandes escritoras del siglo XX. Pero había una laguna que sólo ahora parece rellenarse, una ausencia casi imperdonable habida cuenta de que muchas de las obras de la autora británica se han reeditado de manera constante en estos treinta años, aprovechando el tirón mediático, como la reedición de La señora Dalloway cuando se estrenó el film Las horas, que dirigió en 2002 Stephen Daldry con música de Philip Glass e interpretada por Nicole Kidman, Meryl Streep Julianne Moore y las sucesivas tiradas de Una habitación propia y Tres guineas, ensayos donde Virginia Woolf expone su ideario de la libertad femenina, incluída una ingenua posición ante la guerra con la esperanza de que fueran las mujeres las que acabaran con la lacra. Esa ausencia imperdonable es la edición de los Diarios de la autora británica que parece que se va a hacer cargo la editorial Tres Hermanas: a lo largo de algunos años se publicarán los cinco tomos de los que constan y ahora, a finales de este mes, saldrá el primero de ellos, que abarca los años que van desde 1915 a 1918 en traducción de Olivia de Miguel y prólogo de Inés Martín Rodrigo. Laguna imperdonable que esperamos quede anegada con una edición impecable.

Porque hasta ahora la publicación fragmentaria de los Diarios de Virginia Woolf ha sido un tanto caótica, por emplear una palabra amable. Los Diarios constan de casi treinta cuadernos que se conservan desde 1979 en la Biblioteca Pública de Nueva York y son prácticamente la única obra que Virginia Woolf quiso salvar de su casa londinense de Tavistock Square antes de que la destruyera los bombarderos alemanes en 1940. Este material ha sido tratado en las ediciones anglosajonas de dos maneras: Leonard Woolf hizo una selección de los Diarios de su esposa y destacó sólo aquello que tenía que ver con sus reflexiones literarias. Llamó a éstos Diarios de un escritor y fue una de mis primeras experiencias de lectura de la escritora británica en la versión francesa de Editions du Rocher bajo el título de Journal d´un ecrivain. Leonard Woolf publicó aparte La muerte de Virginia, texto más breve que trata de los últimos días de la vida de su mujer antes de que se suicidara ahogándose en el río Ouse. Por su parte, Anne Olivier Bell editó en cinco volúmenes los Diarios en 1977 en la Hogarth Press, que hay que decir no están completos del todo a pesar de su ingente material y que es la versión que publicará Tres Hermanas en español aunque la publicidad inherente a estos casos se empeñe en lo contrario.

Hasta ahora, salvo la edición de Siruela que reproduce en su integridad el tomo tercero de los Diarios, es decir, los que comprenden los años que van de 1925 a 1930, han sido parciales, cosa que no debe importar siempre que se diga que no recogen los textos completos. No ha sido así, desde la traducción de Justo Navarro, con el título de Diario íntimo, hasta la llamada Hogarth House, 1915-1921, traducida por Antonio Merino, Inma Arrillaga y Sara Múgica, que es casi una mera repetición de la versión de Navarro, las versiones españolas han sido traducciones de fragmentos y es ahora, con la proyectada edición de Tres Hermanas donde se aborda la edición completa de Anne Olivier Bell.

Virginia Woolf
Portada de los ‘Diarios’ de Virginia Woolf que publicara hace un tiempo la Editorial Siruela

La introducción es del sobrino de Virginia Woolf, Quentin Bell, autor de una celebrada y primeriza biografía de su tía, y la edición de la mujer de éste, Anne Olivier, que en muchas ocasiones ha declarado que cree que todo lo que se anota en esos Diarios de la tía de su marido no se ajusta a la realidad. En realidad la cuestión, aunque importante para la familia, nos importa poco porque lo interesante de estos textos son justamente el modo en que percibía las cosas la autora de Las olas, una de las narraciones más curiosas que nos haya sido dado leer, como bien dejó constancia en un bello ensayo su traductora al francés, Marguerite Yourcenar.

Parece ser que la edición respeta la grafía de la autora, que anotaba “&” y no “y” cuando quería describir situaciones cotidianas y se reservaba esa “y” para reflejar momentos más elevados. La Yourcenar, con su tremenda lucidez, afirma que Virginia Woolf era una mística y que no lo sabía. Como los místicos, la verdad es que proyectaba estados de ánimos en cosas materiales, como la manía del grafismo, y lo cierto es que la mente de esta mujer, depresiva, bipolar que se dice ahora con especial falta de rigor, que veía la vida y sobre todo el Tiempo como una secuencia llena de atmósferas, de tono, fue capaz de detectar como pocos el espíritu de su tiempo y, desde luego, el irrepetible, el suyo, transfigurando el mundo, dándonos un buen ramillete de obras maestras.

Hora es ya de sumergirse en su intimidad.


Juan Ángel Juristo

Cultura Libros


 10 de noviembre de 2017

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