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martes, 21 de septiembre de 2021

Anton van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641)

 

Autorretrato con un girasol (1632)
Reino Unido. Colección particular 

La carrera de este pintor flamenco, fue breve, pero apoteósica. Nació en Amberes y murió en Londres a la edad de cuarenta y dos años, siendo enterrado en la Catedral de San Pablo.

Empezó como aprendiz de Hendrick van Balen (1609-12), y se reveló como artista precoz.  Luego trabajó con Jordaens y con Rubens.  Pasó el examen de maestro en 1618. Su primera pintura datada es el Retrato de un hombre de setenta años, de 1613, en el que son evidentes las enseñanzas de van Balen. Sin embargo, bien pronto y con solo dieciséis años, abrió un taller personal, junto a su amigo Jan Brueghel el Joven.

Cardenal Bentivoglio
(1623)


Dos años más tarde el coleccionista Howard le introdujo en la corte de Inglaterra y le inició en la pintura veneciana. Marchó a Italia. En Roma recibió dos importantes encargos del cardenal Bentivoglio, un retrato de cuerpo completo suyo y una crucifixión. Retrató también al cardenal Maffeo Barberini, que luego sería papa con el nombre de Urbano VIII. Se estableció en Génova donde se le dio el nombre de «Il Pittore Cavalieresco». En Palermo conoció a la pintora Sofonisba Anguissola de 90 años. Durante el encuentro, que van Dyck describió como «muy cortés», Sofonisba, casi completamente ciega, dio preciosos consejos y advertencias al joven pintor. Carlos I le llamó a Londres en 1632, le nombró «Sir» y le colmó de honores y de dinero.  Van Dyck pintó entonces lo mejor de la aristocracia inglesa. 

Un gran pintor de temas religiosos, y sus grandes lienzos para las iglesias de Flandes y de Brabante ofrecen una versión original del barroco, sobrio y suave, aunque su verdadera gloria artística se funda en su labor de retratista. Fue en Italia donde creó ese estilo refinado y elegante que caracterizó su obra, así como un tipo de retrato en el que los nobles son captados con porte orgulloso y figura esbelta. Jinetes sobre briosos caballos, damas sentadas con severa indumentaria.  El horizonte situado a poca altura, la figura vista de abajo arriba y otros recursos compositivos contribuyeron a crear la monumentalidad de sus retratos.  En Bruselas para una clientela de burgueses, amigos y artistas, van Dyck volvió a la fórmula flamenca tradicional del retrato de medio cuerpo, a la simplicidad, a un colorido más ligero, a un toque que expresaba los rasgos individuales, la vida espiritual…

Carlos I (1637)

El Museo del Prado posee unas veinticinco obras de este pintor, además está presente en el Museo Thyssen-Bornemisza, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Monasterio de El Escorial, la Academia de San Fernando, el Hospital de la Venerable Orden Tercera de San Francisco en Madrid, en la Colección BBVA, Museo Cerralbo y Museo de Bellas Artes de Valencia.

Se dice que van Dyck fue admirador y alumno de Rubens, y también un amigo, y que Rubens, cuando se dio cuenta de las capacidades del joven alumno, que habría podido ensombrecer su nombre, hizo todo lo posible para alejarlo de Amberes con cartas de recomendación y garantizándole la ayuda de ricos personajes.

Y hay quien piensa que la vida de van Dyck es comparable a la de Rafael, ambos murieron jóvenes y antes de ver, uno las atrocidades del saqueo de Roma en 1527, y el otro la ejecución de Carlos I de Inglaterra en 1649.   

 

María de Medici (1631)

       

 

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