Con baladas poéticas arropo mi
piel
en este otoño que se
asoma con olor a miel.
Este otoño que llama a mi puerta
para acomodarse unos meses en mi
habitación.
Lo dejo pasar hasta el salón y se
instala en mi mejor sillón.
Mientras le cuento historias de
este verano transgresor,
le hablo de esos amores que viven solo en el corazón.
Me regala una nostalgia,
un bonito atardecer y una nueva
visión;
una chaqueta de lana para las
mañanas atemperadas
y un despertador de última
generación.
Este otoño etéreo y sonoro,
de árboles desnudos defendiendo
su esbeltez;
De colores ocres y rojizos
reivindicando su importancia de
ser.
Y aquí en esta gran ciudad,
todo queda impregnado por los
grises
y el humazo con el que
estamos condenados a convivir.
Época de castañas asadas y setas,
de boniatos y cambios horarios,
de hojas movedizas en las
veredas
al calor de un sol que ya no
quema
pero si calienta.
Otoño vuelves siempre con sabor
a tierra
y embriagado por una dulce
tonalidad amarillenta.
© Sol Cerrato Rubio
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