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martes, 7 de diciembre de 2021

Caleti Marco: Nada como un libro para ser libre

 

La mirada de Carmen Laforet

 

«Imprescindibles» de La 2 de TVE consiguió acercarme un poco más al personaje protagonista de la sesión de ese día. Una eminencia… una mujer, ella... Carmen Laforet. Escritora como yo; reconocida creadora de historias —¡yo, aún voy dando mis primeros pasos!—  Una escritora que nos regaló un meticuloso trabajo literario. Y ambas…, ella y yo, además somos también tocayas de nombre de pila, Carmen, aunque en mi faceta de novelista me presento como Caleti.

Nació el 6 de septiembre de 1921. Huérfana de madre a muy corta edad; apasionada por la lectura desde su primera infancia y criada en «soledad» a manos de una madrastra con quien no tuvo una relación fluida.

Los libros fueron refugio y tabla de salvación para Carmen, así me lo pareció a mí a juzgar por los comentarios de las diferentes personalidades del mundo de la cultura que ofrecieron su testimonio en el programa. Así que fueron los libros, y sus historias —reales o de ficción— el respiro y fuente de inspiración para ella.

No faltó en su vida una primera huida hacia adelante que la llevó a seguir al amor de su juventud hasta Barcelona, desde Canarias donde ella residía. Apenas nada nos contaron de ese encuentro que seguro tendría lugar. ¿Fue una excusa? A saber. Y… más tarde: ¡A Madrid!

Su privilegiado talento y su buen hacer arropó sus obras; eterna observadora, volcada en profundas reflexiones sobre el mundo y los seres que la habitamos. Siempre escribiendo; siempre pensando; siempre ideando cómo proyectar mejor aquello —controvertido o no— que en cada momento daba sentido a su existencia. Una existencia inmersa, al principio, en el mundo universitario de Madrid que sin pretenderlo formó parte e inspiró en gran medida sus creaciones literarias a partir de entonces.

No finalizó ninguna de las dos carreras universitarias iniciadas, Filosofía en Barcelona, y Derecho en Madrid. ¡Qué importa eso! Su capacidad intelectual fue más que suficiente para hacer realidad su auténtica vocación: escribir.

Con su obra Nada, primer trabajo, fue galardonada con el Premio Nadal de 1944, cosa que la catapultó a la fama; a partir de aquel momento la popularidad invadió su vida. ¡Nada más lejos de su intención, conseguir algo así!, afirmaban.

Carmen fue esposa y madre; «conociéndola resultaba algo difícil de comprender», decían los comentaristas; la libertad y la independencia mental de Carmen estaban por encima de todo en su vida. No sacrificaría algo tan importante; y acabó obrando en consecuencia. Escribía y viajaba; estableció relación con estudiosos pensadores, apasionados amantes de la literatura, a cuyo segmento no escatimó dedicación. Crió a sus cinco hijos, sí; compartió con su esposo parte de sus inquietudes y responsabilidades, no solo la familia y la prole sino también lo común de sus respectivos oficios; él, periodista y crítico literario; ella escritora; ambos escribían, ¡claro que sí! Pero… un matrimonio destinado irremediablemente a la ruptura; no obstante, se mantuvo unido durante 24 años.

Sus sueños y sus deseos de volar llevaron a Carmen a conocer muchos lugares y multitud de gente, entre ellos a Ramón J. Sender o Rafael Alberti. Carmen Laforet era clara y concisa en sus planteamientos frente al mundo que le tocó vivir; para ella un mundo difícil, complejo, repleto de envidias, enemistades, celos y rencillas. Un cuestionable clima político y social, y discriminatorio de cara a la mujer.

Nuestra Carmen se mantuvo segura en su posición, aunque en ocasiones pusiese en cuestión sus propias ideas y concepciones; pero se mostró siempre firme y consecuente. En cuanto a la «galería» en ningún momento su espíritu y personalidad pasaron desapercibidos.

Escribió mucho, no solo libros, también novelas cortas, cuentos y relatos de viaje. Tanto en sus obras principales como en el resto prevalece de forma evidente un concepto: «el enfrentamiento idealista de la vida con lo mediocre del entorno», cosa que aún hoy lamentablemente reconocemos en muchos frentes de nuestro nuevo siglo.

Vaya por delante mi especial homenaje a su persona y a la calidad de su trabajo, con quien, repito, comparto algo de lo más preciado: escribir.

Leí NADA, su primera obra, ¡no podía faltar! La disfruté recatadamente, claro, eran otros tiempos. La leeré de nuevo para volver a recuperar sus palabras y su sentir más genuino. ¡Aprendamos de ella!

Nos dejó en 2004.

 

© Caleti Marco

Reseña

https://caletimarco-escritora.simplesite.com/

 

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