La lombarda era y es, en muchas casas, un plato típico navideño de Madrid. En las Alpujarras, Alemania y Suecia se suele encontrar cocida junto con compota de manzana y algo de vinagre con sabor suave. En la cocina danesa, tanto la remolacha como la lombarda, sirve de acompañante de las ricas albóndigas fritas. Esta planta comestible de la familia del repollo tiene magia. Es la magia de los colores.
Juguemos todos los niños de 0
a 99 años:
Ponemos cuatro vasos sobre
una mesa.
Cortamos la lombarda en
trocitos.
La mezclamos bien con agua,
aplastándola.
Vertemos esa agua, que tiene
un color oscuro azul violeta en los cuatro vasos.
En el segundo vaso echamos un
poco de vinagre. Como por arte de magia, se vuelve rojo.
En el tercer vaso si mezclamos
un poco de bicarbonato de sodio, se vuelve azul.
Y si echamos un poco de jabón
en polvo en el cuarto vaso se vuelve verde.
Algún mayor nos puede chafar la magia diciendo que es ciencia. Y nos aburrirá hablando de cosas como la acidez y el pH. Si es que ya nos lo dijo Antoine de Saint-Exupéry:
«Los niños han
de tener mucha tolerancia con los adultos.»
Lombarda al vino blanco
1 lombarda mediana
2 cebollas
2 manzanas reinetas
8 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharada de azúcar, sal, pimienta
1 vaso de vino blanco semiseco
3 cucharadas de vinagre
Modo de hacerlo:
Cortar fina la lombarda, la cebolla. Cortar las manzanas
en octavos. Colocar capas de lombarda, cebollas y manzana en una olla de
microondas. Espolvorear con el azúcar, regar con vino, añadir aceite y
salpimentar.
Tapar e introducir en el microondas. 50 minutos al 100%.
Mover la lombarda, comprobar el punto y añadir el vinagre para que cambie el
color.
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