Y lloro leyendo tus palabras en el móvil.
Como una consigna de
todo el universo,
rebotan tus sonidos en
mi intelecto.
Termino de secar las lágrimas
con una improvisada
servilleta
a modo de pañuelo,
de esta mesa rebosante
de comida.
Y no sé realmente por qué
lloro,
pero no puedo
evitarlo.
Los clientes respiran
mi tristeza,
mi llanto vuelve a
inundar las cocinas,
los fogones, las
ventanas
de esta sala
abarrotada
de una hambrienta
clientela.
Y no puedo detener las
lágrimas,
que se agolpan en mis
ojos
como ríos surcando las
veredas.
Se deslizan entre mis
mejillas
como una estampida de
caballos desbocados.
Se disparan mis
sentidos,
y me confundo entre la
gente
para hacerme pequeña e
insignificante.
Lágrimas indefensas
enredándose en los semáforos.
Llorar sin pena, sin
dolor, sin sentido, sin angustia.
Llorarlo todo, a
ciegas, y a escondidas.
No poder dejar de
llorar en las amplias avenidas
de esta tarde acalorada.
© Sol Cerrato Rubio
Me hizo recordar a Oliverio Girondo... Llorar a lágrima viva...
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario.
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