En
la mayor isla de las Antillas el baile es algo que identifica a sus habitantes.
Pero hay uno que anida en el recuerdo, donde lo hispano se transformó en
tradición criolla: el zapateo.
Baile
de pareja que se danza suelto, donde los pies juegan un papel primordial
alternando la punta y el tacón, paso básico que le da nombre. Unos afirman que
su procedencia es andaluza, otros que canaria, lo cierto es que de España vino
y en los campos de Cuba se quedó. Hoy sobrevive en las academias de danzas
nacionales y en algunas zonas del campo cubano.
La
sonoridad musical de este baile se consigue a través del tres cubano,
instrumento de cuerdas derivado de la guitarra; del laúd que lleva la melodía;
de la guitarra española; del guayo; de las claves; y la marímbula. Una parte
importante es el palmeo del público.
La
mujer, erguida, sostiene su delantal o su saya con ambas manos, mientras el
hombre se inclina ligeramente hacia delante con los brazos cruzados por detrás
a la altura de las caderas, simulando perseguir el cuerpo de la compañera con
su cabeza, como hace el gallo con la gallina durante el cortejo de apareamiento.
El
hombre gira alrededor de la mujer, quien trata de no darle la espalda, por lo
que ella va girando sobre su propio eje, acentuando el galanteo masculino y la
coquetería femenina.
La
coreografía es libre y espontánea y se presentan otros pasos conocidos como
«escobillado» y «floreo», los cuales puede realizarse de forma lenta o rápida.
La
tradición indica que el hombre viste la conocida guayabera, pantalón de hilo,
el sombrero de guano y un pañuelo al cuello. La mujer blusa ancha y saya con vuelos,
zapatos de tacón y el cabello adornado con flores naturales.
Como
todo baile, este es un juego de galanteo entre el hombre y la mujer. Ella lo
provoca y él culmina el baile colocándole su sombrero en la cabeza o su pañuelo
sobre los hombros.
Nunca dejes de bailar
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